Informe del Desarrollo Humano

Distintas percepciones

10/12/2002
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  • Opinión
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Aun cuando el Informe del Desarrollo Humano, presentado recientemente, por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) reporta mejoras en varios aspectos, la vivencia diaria de los y las guatemaltecos arrojan percepciones distintas. La reciente reunión de Los Obispos Latinoamericanos, realizada en El Salvador, recoge esta sensación al expresar su preocupación por la agudización de la crisis económica, política y social en los países del hemisferio, en un pronunciamiento por un nuevo modelo económico social. El análisis de PNUD toma en cuenta que Guatemala ha sido una sociedad históricamente excluyente y de manera especial por razones de etnia y género, sin embargo, los datos que presenta, muestran a un país que ha avanzado. Según el documento, hubo cierto aumento de la riqueza global, mientras los Obispos aseguran que se ha acrecentado la brecha entre ricos y pobres. Los religiosos sostienen que para que el desarrollo tenga rostro humano, debe ser equitativo y sostenible, tiene que garantizar la seguridad alimentaria, proteger la pequeña y mediana empresa y respetar la identidad y el arraigo campesino a la madre tierra y la ecología humana. Además de mencionar los crecientes índices de desempleo, violencia, migraciones, crimen organizado y narcotráfico, los Obispos hicieron suya la preocupación por el aumento de la deuda interna y externa y la poca credibilidad en las instituciones públicas. Las políticas económicas vigentes han determinado el incremento del desempleo, deficiencias en los servicios de salud, penuria alimentaria, déficit educativo y carencia educacional, lo que da como resultado el empobrecimiento, la exclusión y la migración forzada. Y que decir del agravamiento de la situación de miles de familias que viven en el campo y dependen de los magros ingresos, mal llamados salarios, producto de largas y duras jornadas en los cortes del café. La crisis en los precios este aromático ha generado angustia y hambre a esas familias, que de ajuste, ahora se quedan sin ningún ingreso. En su drama han contado con la solidaridad de varias organizaciones sociales, especialmente, de Monseñor Alvaro Ramazzini, un critico del actual sistema, al cual atribuye el incremento de la pobreza. El Obispo de San Marcos ha acompañado a los trabajadores del campo en sus reivindicaciones legítimas y en sus sufrimientos. Por su parte, la Conferencia Episcopal urgió al Presidente Alfonso Portillo a que haga una declaratoria de emergencia nacional en el agro, por esta difícil situación en la que han quedado miles de personas que, al no contar con fuentes de trabajo, comida y tierra, ven gravemente conculcados sus derechos fundamentales de gozar de una vida digna. La plataforma agraria, un aglutinamiento de organizaciones que han insistido en el cumplimiento del pago del salario mínimo y de las prestaciones laborales, ha denunciado la indiferencia del gobierno a estas ingentes necesidades que han provocado reclamos, descontentos y movilizaciones campesinas y exigió una discusión seria para encontrar soluciones al problema estructural del uso y tenencia de la tierra. El documento del PNUD reconoce que la concentración de la tierra sigue siendo elevada y no diminuyó en estos veinte años, lo que refuerza la polarización socioeconómica de la sociedad,. Pero no solo los campesinos están en situación desesperada, los pobladores, también han presentado sus reclamos sin obtener respuestas, los trabajadores de todas las ramas de la economía se han visto afectados , los profesionales, han tenido que recurrir a la huelga para mejorar sus ingresos y diversos segmentos poblacionales resienten la crisis económica. Lo que si no puede negarse es el incremento de nuevos ricos, muchos de los cuales han construido sus capitales sobre hechos delictivos como la corrupción, el narcotráfico, el contrabando y otros igual de vergonzosos, pero que se lavan y disimulan, quedando como sepulcros, ante los que muchos de arrodillan. Es por eso que no alcanzamos a asimilar las cifras y datos en los que se fundamenta el análisis del PNUD, sobre todo porque somos testigos de esas grandes desigualdades existentes y de la gravísima situación de millones de guatemaltecos que, estoy segura, se quedarían sorprendidos si se les demostrara con cifras y datos, que hemos mejorado como país. A lo mejor la diferencia radica en los parámetros de medición del desarrollo que reflejan un avance en el aumento del Producto Interno Bruto, en la esperanza de vida, el alfabetismo y la escolaridad, lo que se debe, al desarrollo económico y no al social, según explicó Juan Alberto Fuentes, al presentar el informe. Ojalá que esas gráficas y estadísticas presentadas en blanco y negro, pudieran resolver la situación real en la que se encuentran los pobres y miserables de este país, que lamentablemente son la mayoría.
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