Medellín, sin rumbo claro en materia de seguridad
- Opinión
En los últimos 30 años, Medellín ha sido epicentro de constantes conflictos territoriales que han puesto en jaque el monopolio del Estado en materia de seguridad. Aunque los actores han cambiado y los métodos son distintos, las motivaciones siguen siendo las mismas: alcanzar la hegemonía de las actividades criminales de la ciudad.
Así lo sienten defensores de derechos humanos, politólogos y analistas, quienes intentan dar explicaciones a la ola de criminalidad que azota a la ciudad desde finales de 2007 y que parece no menguar a pesar de las acciones llevadas a cabo por
Para especialistas en temas de conflicto urbano como Pablo Angarita, director del Grupo de Estudio sobre Violencia y Territorio de
Su apreciación no dista mucho de la realidad histórica de la ciudad. Sin embargo, en la violencia actual confluyen varios elementos que hacen que el escenario sea más complejo: la confrontación por el control de la ciudad entre estructuras del narcotráfico lideradas por Daniel Rendón Herrera, alias don Mario, y la llamada Oficina de Envigado; la restructuración de antiguas bandas de delincuencia común, y la reincidencia en actividades delictivas de un sector de reinsertados de los bloques Cacique Nutibara y Héroes de Granada de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc).
Para
Pero, para algunas organizaciones no gubernamentales como
Si bien es cierto que hoy no se registran condiciones como las vividas en décadas pasadas, no deja de ser preocupante que
Voceros de organizaciones sociales y académicos plantean que la discusión sobre lo que pasa en Medellín implica evaluar qué ha pasado en los últimos 25 años en la ciudad y cómo las administraciones de turno han enfrentado las distintas manifestaciones de violencia presentadas a lo largo de la historia de la ciudad.
Recorrido histórico
Primero fueron las milicias urbanas de las Farc y el ELN, quienes se disputaron, a finales de los 80, el control de territorios barriales con bandas delincuenciales. Luego, fue la guerra sin cuartel que libraron las instituciones del Estado, en asocio con el grupo “Perseguidos por Pablo Escobar” (Pepes), contra el gran capo y sus bandas leales, lo que derivó en la muerte de Escobar, pero también en un incrementó del número de homicidios a cifras que superaron los 6.000 muertos al año.
Cuando muchos pensaron que la tranquilidad llegaría con la muerte de Escobar, comenzó el posicionamiento de temidas bandas como la de “Frank” en la comuna 7 y “
Luego vino el período paramilitar. A comienzos del año 2000 arribó el bloque Cacique Nutibara a la capital antioqueña, al mando de Diego Fernando Murillo Bejarano, alias don Berna. Sus diferencias ideológicas con el bloque Metro en torno a la presencia de narcotraficantes en las Auc llevó a la persecución de sus líderes. Aquellos que no aceptaban su propuesta paramilitar fueron exterminados, otros, por sobrevivencia, aceptaron al nuevo “patrón”.
El poder de alias don Berna se debilitó a partir del 24 de agosto de 2007, cuando fue trasladado de la cárcel de máxima seguridad de Itagüí a la de Cómbita, en Boyacá. Desde ese momento se quiebran las líneas de comunicación con sus subalternos, quienes no tuvieron el suficiente poder para sostener el monopolio alcanzado por su jefe. A finales de ese año se registran, inicialmente, enfrentamientos con el cartel del Norte del Valle y luego con estructuras de alias don Mario, quien busca posicionarse como el nuevo “patrón” de la ciudad.
“Esa es la diferencia con otras épocas: hay más atomización, no hay un “patrón” o capo único. Lo que hay es una disputa entre múltiples micropoderes”, añade Pablo Angarita. Pero lo anterior también plantea un aspecto que para Adriana Arboleda, abogada de
“En los últimos 25 años las administraciones de turno han recurrido a unos pactos tácitos con la ilegalidad, algo así como un acuerdo para coexistir basado en el control de la seguridad por parte de los ilegales”, asegura Arboleda.
La reflexión de la jurista pone el acento en un punto que se ha convertido en un secreto a voces en Medellín, pero que nadie confirma: la reducción de por lo menos el 45% de la criminalidad y los homicidios entre los años 2004 y 2007, época que coincide con las desmovilizaciones de los bloques Cacique Nutibara y Héroes de Granada, obedeció al poder hegemónico que alcanzó alias don Berna en la ciudad.
La desmovilización
Los últimos hechos de violencia registrados en Medellín involucran en buena medida a los desmovilizados de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc) que residen en esta capital.
Al incremento de asesinatos de reinsertados y la captura de importantes líderes del proceso por reincidir en actividades delictivas, se suman los informes de Policía Judicial que afirman que esta población se está convirtiendo en factor fundamental a la hora de consolidar presencia militar en las comunas de Medellín por parte de los bandos en disputa.
La estrategia es cooptar a los coordinadores de zona, denominación dada a los reinsertados que, por su voz de mando, tienen gran ascendencia sobre un amplio número de desmovilizados.
“Tenemos información de que hace poco, hombres de
Lo anterior vuelva a poner en el centro del debate el proceso de reinserción de por lo menos 4.200 desmovilizados de los bloques Héroes de Granada y Cacique Nutibara que actualmente son atendidos por el Programa Paz y Reconciliación, de
De acuerdo con el Programa de Paz y Reconciliación, entre los años 2004 y 2008 fueron asesinados 237 desmovilizados, unos 86 han sido expulsados del programa por haber reincidido en actividades ilegales y unos 172 han sido detenidos por las autoridades. En lo que va corrido del año, el número de desmovilizados asesinados asciende a 14 y, según declaraciones de altos funcionarios de
Para
“Se sabe que hubo un reclutamiento de jóvenes días previos a la desmovilización del bloque Cacique Nutibara; es decir, allí no estuvieron todos lo que eran”, manifiesta Pablo Angarita.
Por su parte, Jesús Balbín, del Instituto Popular de Capacitación (IPC), sostiene que el perfil de los desmovilizados los hace más vulnerables a la reincidencia en contextos criminales: “este grueso de desmovilizados tiene un perfil más delincuencial que político. Así, reinsertar delincuentes requiere una estrategia distinta a la reinserción política. La oferta institucional, en este sentido, tiene que ser muy atractiva para que no vuelva a delinquir”, advierte Balbín.
Al respecto, la sentencia de la abogada Arboleda es categórica: “el proceso de reinserción fue exitoso mientras alias don Berna tuvo injerencia en él. Ese es el punto:
Agencia de Prensa IPC, Medellín, Colombia. www.ipc.org.co
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