Continúa el conflicto

12/02/2003
  • Español
  • English
  • Français
  • Deutsch
  • Português
  • Opinión
-A +A
En Venezuela hay una lucha por el control del destino colectivo, en la que miembros de ambos polos en pugna han apelado, con frecuencia, al irrespeto de las reglas del juego democrático junto al uso de la violencia verbal y física. La violencia política ha causado, desde octubre de 2002, más de 70 muertes de ciudadanos pertenecientes a ambos polos (1) y un golpe de Estado, en abril de 2002, que fue revertido 48 horas después. Cada muerte ocurrida en el conflicto hace temer por la irreversibilidad de la violencia en un corto plazo. La polarización Venezolana actual se explica por factores históricos, estructurales y de estilo político de las nuevas élites dirigentes. Entre los factores históricos cabe resaltar, en los últimos 20 años: a) el empobrecimiento sostenido de la población, b) el ensayo de 3 programas de ajuste macroeconómico de orientación neoliberal que han contribuido a profundizar el empobrecimiento y, c) el colapso del viejo sistema de partidos (por su corrupción y su pérdida de eficacia para facilitar mediaciones políticas), en el que Acción Democrática (socialdemócrata) y Copei (socialcristiano) se alternaban en el ejercicio del poder. El triunfo electoral de Chávez, en 1998, es una reacción de la sociedad frente al bipartidismo tradicional y a los efectos del neoliberalismo. En relación con los factores estructurales, el sociólogo y especialista en teoría democrática, Edgardo Lander, señala que actualmente estamos "en presencia de conflictos de intereses y opciones políticas con relación al futuro del país que son claramente divergentes. Mucha de la oposición al gobierno [de Chávez] lo es a [...] las dimensiones nacional y popular que constituyen, con todas sus inconsistencias, el eje del proyecto llamado chavista" (2) .Lander refiere como ejemplos de estas dimensiones: la política exterior autónoma, la definición de una política petrolera favorable a la Opep, la oposición al proyecto del ALCA, el énfasis en la participación popular, el rechazo al modelo neoliberal, políticas favorables a la justa distribución de la tierra y la pesca pequeña y mediana, y políticas sociales universales en materia de salud y educación. En relación con el estilo político del chavismo, Lander, señala: "El gobierno está pagando los costosos errores de la conducción política del proceso, la radical desproporción entre el discurso revolucionario y la ausencia de cambios de distribución de poder y de políticas que apunten hacia modificaciones significativas de las condiciones de vida de las mayorías más pobres [...] Está pagando las consecuencias de un radicalismo verbal confrontacional, intolerante y excluyente -especialmente del propio Presidente- que llevó a sectores empresariales [...] y a la mayor parte de los sectores medios a reaccionar como que si se estuviese llevando a cabo en Venezuela una revolución socialista, cuando éste no era el caso, generándose unas relaciones de desconfianza que difícilmente se pueden ahora superar"(3). Los sectores más cercanos al chavismo minimizan el peso de los errores del gobierno como causa de la polarización: "...se han cometido muchos errores [reconocen], pero si el proceso de transformación venezolano está siendo en estos momentos castigado, no es por sus errores sino por sus aciertos"(4). El no gubernamental Programa Venezolano de Educación-Acción en Derechos Humanos (Provea) ha cuestionado en sus Informes Anuales (5), una continuidad en el debilitamiento del Estado de Derecho y el estilo poco democrático del Presidente de la República, que se expresa tanto en la descalificación verbal de sus adversarios, como en la ausencia de mecanismos que permitan administrar sin virulencia los conflictos con los sectores disidentes. Provea ha cuestionado, igualmente, la ineficiencia gubernamental para desarrollar algunas políticas sociales cuyos postulados, sin embargo, valora positivamente. El liderazgo personalista de Chávez, su estilo intolerante y la satanización de las críticas que le formularon sus aliados y sus adversarios, conllevó a la radicalización de la oposición y a la pérdidas de aliados políticos y de una parte de sus apoyos sociales. Efecto que se hizo muy visible desde octubre de 2001. El 11.12.01, el presidente Chávez señaló "...que se opongan quienes dominan el país es bien bueno" (6). Pronto la realidad se encargaría de demostrarle que no era tan "bueno" esa oposición, que resultó ser mucho mayor que la inevitable cuando se afectan intereses y se emprenden procesos de cambio. Quiénes son los actores de la polarización y qué defienden La oposición articulada en la "Coordinadora Democrática" no es homogénea. En cuanto a su ideología, existen en ella sectores importantes de derecha (política, empresarial y militar), tecnócratas, socialdemócratas y socialcristianos más o menos conservadores, y algunos sectores minoritarios que se encuentran más a la izquierda. Tienen diferencias en torno a las "formas de lucha", entre los que apuestan a las "vías rápidas" (golpistas abiertos o solapados) y quienes apuestan a los mecanismos de la institucionalidad democrática para "salir de Chávez"; aunque cabe decir que en este terreno hay quienes han transitado ambas formas de lucha alternativamente. El liderazgo lo llevan: Acción Democrática, los principales medios privados de comunicación (7), el principal gremio empresarial (Fedecámaras), la principal central obrera (CTV), la nómina mayor de la estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa), militares de alto rango declarados en "desobediencia" y algunas ONG de clase media. En términos sociales, la oposición está compuesta, de manera dura, por los sectores de ingresos medios y altos y ha venido ganado apoyo en una parte de los sectores populares. Ha demostrado una impresionante capacidad de movilización y persistencia en la protesta diaria. Lamentablemente, se han impuesto en el liderazgo de la oposición (en el visible y en el que maneja los hilos tras bastidores), los sectores más conservadores y menos institucionalistas. Hay un renacimiento del lenguaje macarthista en el debate político venezolano. Algunas consignas y pancartas que se escuchan en las marchas de la oposición son: "Lula izquierdoso, metiche, mentiroso" (8), referida a Luiz Inacio Lula Da Silva, presidente del Brasil o "Demócrata siempre, comunista nunca" (9). Carlos Fernández, presidente de Fedecámaras, afirma que este Gobierno "...pretende imponernos una dictadura comunista" (10). Entre las propuestas más recientes de la Coordinadora Democrática (enero de 2003), para un gobierno "después de Chávez", se encuentra: a) facilitar la integración continental y mundial en el marco del ALCA y la OMC respectivamente y, b) aumentar la producción petrolera, lo que implica romper con las políticas de la Opep. Los que apoyan a Chávez son, ideológicamente: socialdemócratas más o menos radicalizados, sectores más a la izquierda, nacionalistas, y algunos sectores conservadores de derecha (particularmente en el mundo militar). En cuanto a las "formas de lucha" también tienen una división entre los institucionalistas, más apegados a las formas y los revolucionarios, que sienten que las formas liberales de la democracia obstaculizan el proceso de cambios. También existe, en buena parte del chavismo, una falta de formación que los hace actuar torpemente en el entramado de la institucionalidad liberal. En términos organizativos, cuenta con un conjunto de pequeños partidos, pero sobre todo, de pequeñas organizaciones populares diseminadas por el país. Su base social se encuentra, fundamentalmente, entre los sectores populares, aunque existe una pequeña parte de la clase media que lo apoya. El apoyo al chavismo se sustenta, en un rechazo a las antiguas élites económicas y políticas y en una promesa de inclusión social. El sacerdote jesuita y politólogo, José Virtuoso, señala que "los sectores populares no sólo observan en Chávez la esperanza de una dádiva populista. El Presidente se ha convertido en un símbolo que representa la esperanza de la inclusión, del reconocimiento y del protagonismo político para la población marginada del país" (11). Este análisis académico tiene su correlato en esta frase de Max Mejía, un ciudadano común, que participó de la oficialista "Marcha por la Paz y la Democracia", el 13.10.02: "este proceso es la única posibilidad que tenemos de ser iguales" (12). Negociar la "paz justa": ¿es posible? Ninguno de los bandos en pugna tiene la posibilidad de imponer al otro, de manera absoluta, su voluntad. Ambos se empeñan en negarlo, pero es evidente que cada uno goza de una fuerza social y unos apoyos muy importantes. Ello implica que cualquier "salida" que pretenda imponerse a través de la violencia, se va a encontrar, muy probablemente, con una resistencia también violenta. Implica, también, que la pacificación del país pasa por algo más que la salida o permanencia de Chávez. La negociación necesaria debería darse en dos niveles. Uno coyuntural y otro estratégico. El primero, consiste en detener la violencia lo más pronto posible para evitar un efecto espiral. A juicio de varias organizaciones de derechos humanos (13) detener la violencia pasa por un acuerdo entre las partes sobre algún tipo de consulta popular. Este nivel de negociación es el que se está desarrollando, con pocos resultados, desde finales de 2002, en una Mesa de Negociación y Acuerdos que cuenta con la facilitación del Secretario General de la OEA. Las principales opciones que están en el debate son: el referéndum revocatorio a realizarse en la mitad del período presidencia (agosto 2003), propuesta defendida por el Gobierno, y la enmienda constitucional para adelantar elecciones generales, propuesta defendida por la oposición. Ninguna de las dos opciones es buena, en sí misma. Cualquiera de ellas puede tener un efecto pacificador siempre que se realice como fruto de una acuerdo entre las partes. De lo contrario, la realización de la consulta puede terminar convirtiéndose en un detonante más de la polarización. Pero las organizaciones de derechos humanos también señalan que para que el conflicto pueda ser administrado democráticamente, es necesario algo más que una consulta popular (14). Hace falta un acuerdo entre las partes para administrar democráticamente las importantes contradicciones que existen entre dos sectores sociales y políticos, que poseen gran fuerza, y que deben reconocerse y asumirse mutuamente como representativos de legítimas visiones e intereses. Deben, además, llegar a algunos mínimos acuerdos para enfrentar el principal problema del país: la exclusión social. Este es el nivel estratégico de la negociación necesaria. Lamentablemente, en este nivel, no se ha avanzado nada. Por el contrario, la polarización ha sido un factor coadyuvante del empobrecimiento de la sociedad. Después del Paro Desde el 02.12.02 y hasta el 03.02.03, fecha en la que los voceros de la oposición anunciaron una "flexibilización", se desarrolló en Venezuela un Paro General. El sector más importante de este Paro; que sin embargo no se acató en buena parte de los comercios, en el transporte y la administración pública; fue y sigue siendo el petrolero. Efectivamente la oposición logró, por algún tiempo, reducir a menos de 300 mil barriles diarios la producción petrolera venezolana, afectando gravemente la obtención de recursos para el funcionamiento estatal, limitando la venta de gasolina y gas doméstico y generando una crisis que analistas de distintas tendencias coinciden en señalar que afectará dramáticamente la economía venezolana en el 2003. Ante las preguntas "¿por qué duró tanto el Paro? y "¿por qué Chávez no cayó?", las respuestas varían dependiendo de la orientación política de quien responda. Pedro Nikken, asesor de la Coordinadora Democrática, señala "[A Chávez] No le importa aferrarse al poder aunque quiebre el país" (15). En la acera contraria, una persona afecta al oficialismo entrevistada en la calle respondió: "...la economía del país está desvastada por la acción criminal de quienes activaron el arma del sabotaje petrolero, ante el cual el Ejecutivo ha dado muestras significativas de gobernabilidad". El Gobierno ha venido, lentamente, recuperando capacidad de producción petrolera. A inicios de febrero anunciaba que estaba cerca de producir 2 millones de barriles diarios. Entre los factores que explican que el gobierno haya sobrevivido a esta enorme presión se encuentran: a) una cantidad importante de dinero ahorrado en un Fondo de Estabilización Macroeconómica y en las reservas Internacionales, que le permitieron un margen de maniobra, b) la decisión de la Fuerza Armada Nacional de no intervenir para definir la situación (16), c) la presión que ejerce la comunidad internacional para que no se produzca una nueva ruptura del hilo constitucional y, d) el apoyo de una importante proporción de la población. Según una encuesta privada de diciembre de 2002, Chávez tenía entre 30 y 38% de aceptación (17). Según el vicepresidente de la República, José Vicente Rangel, "Chávez está por encima del 45%" (18). En ambos casos se trata de un porcentaje alto para un Presidente que ya lleva cuatro años en el poder. Fausto Masó, un analista político de oposición, señaló: "En noviembre pasado la popularidad de Chávez caía como un plomo [...] hasta que por precipitación el paro alteró el panorama, la búsqueda de una fast track, de una solución ready made, salvó a Chávez"(19). El Paro fortaleció al chavismo, pero no tanto como para resolver el conflicto. La oposición no tiene fuerza suficiente como para sacarlo del poder de inmediato, pero sí como para mantener la crisis política y obligar al Gobierno a dedicar buena parte de sus energías a evitar ser sacado del poder. El Gobierno ha aprovechado lo que asume como un triunfo para mostrar una cara firme frente a sus adversarios, en consistencia con las exigencias que le hacen sus bases sociales. Chávez subrayó su discurso intemperante, su opción por el referéndum revocatorio en agosto de 2003, e inició procedimientos administrativos contra 6 medios privados de comunicación por faltas establecidas en la ley. Las implicaciones de estos procedimientos y su vinculación con la libertad de expresión, son parte de un debate que amenaza con extenderse en los próximos meses. En febrero de 2003, luego del Paro, la lucha por el control del destino colectivo en Venezuela, continúa sin liderazgos (en el gobierno y la oposición) con suficiente madurez democrática como para posibilitar una administración no violenta del conflicto. * Antonio J. González Plessmann, activista de ddhh Notas 1 Programa Venezolano de Educación - Acción en Derechos Humanos (Provea). Nota de prensa, 10.12.02. www.derechos.org.ve. 2 Edgardo Lander, "El Diálogo después del golpe", en Question, agosto 2002, pág. 5, Caracas. 3 Idem. 4 Attac/Venezuela, "Romper el cerco a Venezuela", enero 2003. 5 Ver Capítulos "Contexto" y "Balance" Informes 2002, 2001 y 2002, en www.derechos.org.ve 6 El Nacional, 12.12.01, pág. D-1 7 "El periodismo está suspendido, está todo militando" señala el periodista venezolano Pablo Antillano (Diario El País, 12.01.03, pág. 5. España) 8 Marcha en la Av. Victoria (Caracas), 29.12.02 9 Ídem 10 El Nacional, 04.10.02, pág. E-2. 11 El Nacional, 21.04.02, pág. H-1. 12 Transmisión televisiva. VTV, 13.10.02. 13 Red de Apoyo por la Justicia y la Paz, Centro de Derechos Humanos de la Ucab, Cecodap, Provea y otras. Nota de prensa de diciembre de 2002. En www.derechos.org.ve 14Ídem 15 Televen, Programa "30 minutos", 29.01.03. 16 Ibsen Martínez, un analista de oposición señala: "La idea detrás del paro convocado por ellos [la oposición] era la de una ingobernabilidad que desembocaría en un mitológico pronunciamiento militar que jamás llegó" (El Nacional, 01.02.03) 17Consultores 21. Diciembre de 2002. 18 VTV, 01.01.03, entrevista. 19 El Nacional, 01.02.03, pág. A-4
https://www.alainet.org/es/active/3118
Suscribirse a America Latina en Movimiento - RSS