La estrategia de Lucio Gutiérrez para su "gobernabilidad"
16/02/2003
- Opinión
El concepto de gobernabilidad divulgado a nivel global por el Banco Mundial a
partir de 1989, ha sido objeto de un "enriquecimiento" por parte de los
intelectuales orgánicos al sistema capitalista, que van desde la
descentralización; la reducción del espectro político a dos partidos únicos en
réplica del ejercicio político de los Estados Unidos; el robustecimiento del
ejecutivo en desmedro de las funciones del legislativo, como lo recoge la
Constitución Política del Ecuador de 1998, bajo el argumento de que ello
permitirá resolver las "pugnas" ejecutivo-legislativo; el robustecimiento de
los organismos del "orden"; etc, propuestas todas formuladas en procura de
resolver la ingobernabilidad de los países capitalistas, determinado por el
divorcio entre la política económica que atiende los intereses de grupos
oligárquicos en tanto afecta a los del conjunto mayoritario de la sociedad,
actitud que termina por afectar la legitimidad del gobierno de turno y
concluye, como en la historia reciente del Ecuador, en ejercicios de
"democracia real" que deponen Presidentes, claro ejemplo de lo cual fueron los
movimientos sociales que derrocaron al Presidente Abdalá Bucarám, del cual fue
Edecán el Presidente Lucio Gutiérrez, y el del 21 de enero del 2001, en el que
participó activamente y en forma relevante el actual Presidente.
Ante tal expectativa, Lucio Gutiérrez y sus más íntimos colaboradores han
elaborado una estrategia de "gobernabilidad", cuyos ejes principales son:
- El apoyo de los grupos tradicionales del poder económico, con preeminencia de
la bancocracia;
- El disponer de mandos militares incondicionales al Presidente de la
República;,
- La neutralización del movimiento indígena y del MPD; y,
- El apoyo de los Estados Unidos;
Apoyo de los grupos tradicionales del poder económico, principalmente de la
bancocracia
En todo ejercicio de gobierno, es demostrado que los grupos que captan los
ministerios de economía, gobierno y relaciones exteriores, determinan las
líneas más importantes en la gestión del mismo, tornando irrelevantes las
líneas políticas que asumen los restantes ministerios e instancias de gobierno,
los cuales terminan por supeditarse a los dictados de las primeras.
Bajo esa premisa y a pesar de las proclamas populistas de campaña e incluso en
contra de los planteamientos de sus aliados de campaña, Lucio Gutiérrez
procedió a entregar directamente a la bancocracia ecuatoriana, tanto el
Ministerio de Economía como el de Gobierno, al designar Ministro de Economía a
Mauricio Pozo, funcionario del PRODUBANCO y hermano del Gerente del Banco del
Pichincha y, Ministro de Gobierno a Mario Canessa, ex Presidente de la
Asociación de Bancos Privados del Ecuador. Indirectamente entregó la política
exterior a la bancocracia al nombrar Embajador Itinerante a Guillermo Lasso,
Gerente del Banco de Guayaquil, quien ha asumido un papel relevante y
definitivo en este sector, como se demostró durante la visita de Lucio
Gutiérrez a los Estados Unidos.
Desde otra perspectiva y en términos pragmáticos, el predominio y privilegio de
los intereses de la bancocracia lo demuestra, tanto el contenido de la política
económica adoptada al inicio del gobierno, como el de la Carta de Intención,
los que responden al más rancio recetario neoliberal. En el caso de la
primera, vale recordar, que medidas tales como la eliminación de la Agencia de
Garantías de Depósitos (AGD) recrea dos situaciones:
a. La pérdida de la garantía que disponen los depositantes para la devolución
de sus recursos depositados en los bancos en proceso de reestructuración o
saneamiento; y,
b. La eliminación de la instancia que podía demandar el pago de las grandes
deudas que mantienen los grupos de poder económico para con la banca en proceso
de cierre, deudas que ascienden a más de 1.200 millones de dólares según las
propias fuentes oficiales.
En buen romance Lucio Gutiérrez, a la vez que elimina la garantía para los
depositantes, elimina la posibilidad de cobrar las deudas de la oligarquía
ecuatoriana, en claro discrimen y claro afán de beneficiar a los grupos
económicos de siempre.
A lo anterior debe agregarse que los bancos bajo la administración de la AGD
pasarían a liquidación, y que durante ese proceso, para cualquier compra de los
activos a liquidarse, podrían utilizarse los papeles de la deuda interna,
resultan evidentes los beneficios que se otorga a la oligarquía ecuatoriana, si
se recuerda que:
a. Los bienes que se liquidan habitualmente sufren castigos en sus precios de
un 50 por ciento, como lo demostraron los remates que efectuó la AGD;
b. Los papeles de la deuda interna sufren un castigo que supera el 40 por
ciento, durante su colocación en el mercado interno; y,
c. Los papeles de deuda interna se hallan en manos de la propia oligarquía
ecuatoriana, principalmente de los banqueros.
Presupuestos que permiten aseverar que, en este caso, la decisión de Lucio
Gutiérrez y de su equipo económico, igualmente beneficiará a la oligarquía
ecuatoriana en forma impresionante, ya que, les posibilita adquirir los bienes
que se liquiden cuando más por el 50 por ciento de su valor, pagando con
papeles de la deuda interna al 100 por ciento de su valor nominal, cuando los
adquirieron pagando no más del 60 por ciento de ese valor nominal.
Sobre la Carta de Intención, a modo de ejemplo, debe mencionarse la proclama
pública del Ministro de Economía, en el sentido de que el acuerdo determina la
entrega de las empresas eléctricas de distribución a administradoras
extranjeras, las que se beneficiarían del alza de las tarifas eléctricas
definida por el gobierno del Presidente Gutiérrez, a pesar de existir
alternativas que permitían resolver el problema de las pérdidas sin elevar las
tarifas, mediante una simple redistribución de márgenes entre las empresas de
generación, transmisión y distribución, alternativa que fuera, con antelación a
la adopción de la medida de elevar las tarifas, conocida en el seno del
gobierno y expuesta mediante comunicado público, por las empresas de
distribución eléctrica del Ecuador. En este caso, la ridícula excusa a las que
acudió el Presidente Gutiérrez sobre una supuesta independencia de CONELEC
respecto al gobierno, ofenden a la inteligencia de pueblo ecuatoriano, toda vez
que es conocido el predominio de los representantes directos del gobierno en
ese organismo.
Ahora bien, si aceptamos que la orientación de la política económica tiene por
objetivo beneficiar a determinados grupos económicos, y, que ello es un pre
requisito para lograr su apoyo, resulta evidente que Gutiérrez, al beneficiar
en la forma más abierta y generosa a la oligarquía ecuatoriana, y especialmente
a la bancocracia, supone que este es uno de los ejes que podrían fortalecer su
gobernabilidad, por desconocer que la gobernabilidad sólo se consolida cuando
la política económica es favorable a los intereses de las grandes mayorías y no
al estrecho grupo de la oligarquía ecuatoriana, lo que pone de relieve la
debilidad de esta columna que se considera sustentaría la gobernabilidad del
gobierno de Lucio Gutiérrez.
Mandos militares incondicionales al Presidente de la República
Es norma en los grupos dominantes o en quienes están cerca del autoritarismo,
asumir que el componente más importante para mantener la gobernabilidad y sus
privilegios es la existencia de unas fuerzas armadas funcionales a su poder.
Lucio Gutiérrez asume esta posición cuando reclamó públicamente como uno de sus
derechos el disponer de mandos militares que "sean de su absoluta confianza",
desconociendo incluso lo estipulado en la Constitución y las Leyes, supuesto
error que luego fuera rectificado, formalmente, cuando públicamente reclamaron
por este atropello la Asociación de Generales y Almirantes en servicio pasivo.
Lo formal de la rectificación se demostró cuando forzó el retiro de los Jefes
del Comando Conjunto y de las distintas ramas tan pronto fueron designados,
mediante el artificio de retirarles públicamente su confianza, proceso que
concluyó cuando se produjo el retiro de 17 miembros de las Fuerzas Armadas que
no eran de la absoluta confianza del primer mandatario.
Si lo anterior es más que suficiente para afirmar en forma irrebatible que la
estrategia de Lucio Gutiérrez es disponer del apoyo casi incondicional de las
fuerzas armadas, no es menos decidor el incremento del 40 por ciento propuesto
para el presupuesto de las fuerzas armadas para el 2003, a pesar de las
proclamadas restricciones que confrontaría el erario nacional, pretexto
esgrimido para la simultánea reducción de las asignaciones para los sectores
sociales que contempla la pro forma del Presupuesto General del Estado.
El incremento propuesto en las asignaciones de las fuerzas armadas, por cierto,
advierte sobre otro posible objetivo: la repotenciación de las fuerzas armadas
en el propósito de apoyar al Plan Colombia.
Respecto a este eje, vale sólo advertir que sustentar la gobernabilidad en el
apoyo irrestricto de las fuerzas armadas al Presidente y a su política
económica excluyente, favorable a la oligarquía ecuatoriana, sólo es posible en
un ejercicio autoritario como el de las dictaduras argentinas o de Pinochet en
Chile, alternativa autoritaria que podría convertirse en la única opción para
Gutiérrez de producirse el retiro del gobierno de los grupos indígenas y del
MPD, e iniciarse una oposición franca y frontal al neoliberalismo, como es
previsible por las razones que se exponen en el siguiente punto. El futuro
mostrará que el autoritarismo no es suficiente para imponerse al robusto
movimiento social ecuatoriano.
Neutralización del movimiento indígena y del MPD
El tercer elemento estratégico seleccionado por Gutiérrez es la neutralización
del movimiento indígena y del MPD, mediante la participación en el gobierno
sobre la base del derecho a ejercer el poder, a cogobernar que les asiste por
haber ellos triunfado en la contienda electoral.
Este eje, por cierto, es el más débil de la estrategia de Gutiérrez, ya que
nace de un equívoco: el pretender que para neutralizar al movimiento indio
basta el proporcionar determinados cargos públicos a los dirigentes más
relevantes, como es habitual en el mundo mestizo y en los partidos
tradicionales, en los cuales los dirigentes están sobre los pronunciamientos de
las bases que dicen representar y donde el interés personal prima sobre los
intereses de las mayorías desposeídas.
Efectivamente, sólo una visión limitada y errónea del mundo indígena, puede
desconocer que los elementos más representativos de los indios son más
portavoces de las decisiones de las bases que dirigentes al estilo mestizo,
puede suponer que los representantes de la CONAIE y de su partido político
Pachacutik son susceptibles de cooptar mediante puestos en el gobierno y que
éstos podrían actuar en contra de las bases afectadas por las medidas
neoliberales del gobierno de Lucio Gutiérrez. Lo más probable es que las
decisiones de las bases profundicen el enfrentamiento al interior del gobierno
de Gutiérrez, confrontación que incluso podría concluir en el retiro del
gobierno. A este supuesto igualmente concurren las declaraciones de Miguel
Lluco, dirigente máximo de Pachacutik, el cual sostiene, con fundadas razones,
de que si bien el Partido Sociedad Patriótica de Gutiérrez puede abandonar el
proyecto popular, el movimiento indio no puede permitirse, ya que ello
significaría sacrificar 500 años de lucha reivindicativa.
En el caso del MPD, si bien desde otra perspectiva, el problema es similar, por
el compromiso con el movimiento popular, el atender en su accionar a principios
del centralismo democrático y la línea de masas que le caracteriza, lo que, en
fin de cuentas, lo ubica en una situación similar al del movimiento indio.
Sin embargo de lo antes dicho, es menester recordar la paradoja en la que se
encuentran las dos organizaciones: ejercer el derecho que les asiste a
cogobernar, si bien desde instancias que no definen el curso principal de la
política del gobierno de Gutiérrez, y convertirse en una suerte de cómplices de
las decisiones de terceros adversas a los intereses populares, ante el
imaginario popular. La inteligente opción anunciada por el movimiento indio
enfrenta este dilema, al decidir mantenerse en el gobierno y, simultáneamente,
realizar movilizaciones masivas en señal de advertencia, puesto que aquellas,
de no producirse cambios sustantivos en el curso de la política económica,
podrían devenir en levantamientos que recordarían a Lucio Gutiérrez el 21 de
enero del 2001. De esta manera se anula la publicitada pretensión de la
oligarquía ecuatoriana de que se alejen del gobierno, como lo pretendieron los
Blascos Peñaherreras, padre e hijo, en reciente entrevista televisiva. El
abandono, por cierto, otorgaría a la oligarquía ecuatoriana la posibilidad de
copar la institucionalidad del Estado y se les cumpliría el sueño de contar con
un Presidente totalmente propio, al menor costo posible, como lo proclama un
destacado burgués guayaquileño, para quien, Gutiérrez es el Presidente que más
barato les ha costado, afirmación en la cual hay mucho de verdad, si se
recuerda que toda la política económica adoptada les ha favorecido
exclusivamente y que fueron el movimiento indio y el MPD quienes pusieron todo
su esfuerzo y entusiasmo para triunfar en la contienda electoral.
El caso del MPD es mucho más complejo, ya que todo su esfuerzo tiende a
demostrar un supuesto carácter popular del gobierno de Gutiérrez, para lo cual
no han dudado en neutralizar incluso el combativo movimiento estudiantil, el
cual fue servido en bandeja de plata a Gutiérrez a propósito de la elevación de
las tarifas del transporte terrestre, e incluso inducido a apoyar a Gutiérrez
ante el Congreso Nacional. En este caso lo paradójico se produce entre el
encendido discurso a favor de los intereses populares y el apoyo a un gobierno
definitivamente neoliberal, privatizador, antipopular y antinacional. En este
caso el panorama no es tan claro como en el caso del movimiento indio, ya que
los movimientos liderados por el MPD tienen estrictamente un carácter
reivindicativo como el de la UNE, o se ubican en el campo de lo propositivo,
como lo ejemplifica el comportamiento del movimiento estudiantil, actitud
propositiva que sabe al más rancio socialismo conservador, antes que a una
alternativa popular.
Las controversias son ya públicas, los plazos para el cambio definitivo del
movimiento indio se estudian, todo dependerá del nivel crítico que alcancen las
voces contra los compromisos asumidos por Gutiérrez con la oligarquía
ecuatoriana, los organismos multinacionales y el imperialismo norteamericano.
El MPD, por ahora es un enigma, pero seguramente confluirá con las posiciones
del movimiento indio. Todo ello determina que el eje más débil de la
estrategia del gobierno de Lucio Gutiérrez para lograr gobernabilidad, es la
neutralización del movimiento indio y popular, lo cual torna a la estrategia en
absolutamente endeble, dada la importancia, fuerza, decisión, organización y
responsabilidad del movimiento indio y del MPD, suficiente para recordar a
cualquier gobernante que la historia la escriben las masas, no las personas
como lo pretenden la ya descubierta megalomanía de Lucio Gutiérrez.
El apoyo de los Estados Unidos
En América Latina, los gobiernos burgueses de turno manejan la convicción de
que el imperio determina el curso de la historia, que sin su apoyo es imposible
sobrevivir o que sólo con él se sobrevive, como Estado, como gobierno, sin
atender la experiencia de Cuba socialista.
Esta visión trucada de la historia conduce a Gutiérrez a pensar que el
declararse el mejor amigo y aliado de los Estados Unidos será suficiente para
su permanencia en el poder, sin consideración a la política antipopular ya
adoptada y por adoptarse si atendemos a los 22 compromisos que incluye la Carta
de Intención según los medios de comunicación que han tenido acceso a su texto.
De ahí que haya prestado tanto importancia a su visita a Washington, hasta el
punto que no tuvo reparos en designar a Guillermo Lasso -uno de los banqueros
más prominentes en el financiamiento de la campaña[1] y en el gobierno de Jamil
Mahuad en cuyo derrocamiento por el movimiento indio y popular participó
Gutiérrez-, para que preparé la visita, durante la cual igualmente Lasso
mantuvo una acción protagónica hasta casi convertir a la Canciller Nina Pacari
en una suerte de aditamento folklórico, situación igualmente advertida por el
movimiento indio.
Este eslabón estratégico, por lo mencionado es importante pero no decidor para
la gobernabilidad del gobierno de Lucio Gutiérrez, por el contrario, podrá
erguirse en una suerte de importante elemento antigobernabilidad, de
descubrirse que los compromisos asumidos por Gutiérrez van más allá de la
declaratoria de amistad, principalmente si aquellos dicen a un comprometimiento
más activo en el Plan Colombia.
CONCLUSIÓN
En conclusión debe mencionarse que la estrategia de Lucio Gutiérrez en procura
de otorgar gobernabilidad a su gobierno, adolece de un eslabón extremadamente
débil, la neutralización del movimiento indio y popular, el cual anuncia
decisiones transcendentales para los próximos días. Si el divorcio de
profundiza por falta de rectificaciones en la estructura del gobierno y en la
política económica adoptada, y concomitantemente el levantamiento popular
avanza, a Gutiérrez le restará sólo el recurso del autoritarismo, susceptible
de imponerse en países donde el movimiento popular no tiene las características
y la fuerza desarrolladas en el Ecuador.
En otros términos a Gutiérrez solo le resta enmendar o atenerse a las
consecuencias de un levantamiento popular, con lo cual toda su estrategia de
gobernabilidad demostrará sus falencias y se irá al traste, incluso en la
eventualidad en que Gutiérrez pueda superar las profundas discrepancias que se
advierten en el seno de las fuerzas armadas, y acuda a la fuerza en afán inútil
de sostenerse en el poder.
Quito, 16 de febrero del 2003
------
[1] "Guillermo Lasso, Gerente General del Banco de guayaquil, quien aportó la
suma de $ 500'000.000 (QUINIENTOS MILLONES DE SUCRES), ocupó la Gobernación de
la Provincia del Guayas, siendo luego designado Ministro Secretario de
Economía, ocupando a la presente fecha (5 de enero de 1999) la Presidencia de
la Comisión de Tránsito de esa misma provincia", Navarro, Guillermo"
"Corrupción, Política Económica y Gobernabilidad", ediciones Zitra, Quito,
Ecuador, febrero del 2000, página 40.
https://www.alainet.org/es/active/3148
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