Soplan vientos alisios de derecha
06/10/2009
- Opinión
Los países tropicales se caracterizan porque su clima, que no está regido por el sistema de estaciones, se encuentra regido en buena medida por los vientos alisios que soplan en esta porción del planeta. Este fenómeno puede servir de símil para comprender cómo las tendencias políticas y sociales -que por periodos predominan- se van configurando por hechos relevantes que al final determinan el desenvolvimiento de las contradicciones en su interior y del cual se deriva el comportamiento general de los individuos. Aunque éste no sea uniforme en todos sus segmentos, aunque adquiera distintas formas, incluido el de los opositores al ambiente predominante, el entorno específico incide en las conductas de las distintas clases sociales.
Están documentados muchos casos de la historia en los cuales se presentan oleadas regresivas, pasos atrás, cuando criterios generales antes superados vuelven a prevalecer. El bonapartismo, de Luis Napoleón en Francia de mediados del siglo XIX, dio origen a la insólita aleación entre los nacientes grupos financieros y la Sociedad de Beneficencia del 10 de diciembre, que congregaba a menesterosos e indigentes mantenidos por el régimen, encarnada en la figura del sobrino del gran Napoleón, y que echó atrás valiosos logros de la Revolución Francesa y del orden burgués surgido cuarenta años antes. También hay estudios recientes que tratan de explicar por qué la nación alemana se entregó aturdida a la aventura imperialista de Hitler y de la elite que lo secundó. Y no son pocos los episodios en muchos países que podrían definirse genéricamente como periodos de “patrias bobas”.
En la organización global contemporánea, compuesta por potencias y países débiles, las políticas predominantes emanan de las primeras a los segundos, involucrándolos en sus propias contradicciones, reforzando algunas veces las ataduras y en otras, por razón de las confrontaciones entre los poderosos, generando grados de libertad que otrora hasta permitieron despuntar nuevos órdenes sociales. En cuanto a América Latina, en la última década se ha gestado una gran resistencia al neoliberalismo, con distintas manifestaciones en casi todas las naciones, entre las cuales debe incluirse, entre nosotros, la constitución del Polo Democrático.
No obstante, no parece que Estados Unidos vaya a resignarse a perder el control sobre su “patio trasero” y menos sobre Colombia, país estratégico. El establecimiento de siete bases militares en este territorio en abierta intervención en los asuntos internos nacionales, es además un modo de vigilancia y acoso a los gobiernos regionales que considera hostiles y de contención a eventuales poderes rivales en el sub-continente como Brasil; es una señal clara de reconquista, pero no la única. La recolonización, que tiene ante todo un cometido económico y de dominio sobre los recursos naturales y los mercados, es integral y abarca además componentes políticos y sicológicos, es una política de Estado de Washington, bipartidista, que ratifica que, si bien el papel del partido Republicano en América Latina ha sido “fortalecer la derecha”, el del partido Demócrata, por su lado, es “derechizar la izquierda”.
En ese marco hay que analizar los sondeos de opinión que muestran que estratos sociales pobres se expresan favorables en altísimo porcentaje al gobierno actual, pese a que ejerza con autoritarismo evidentes preferencias por los “inversionistas” y por las empresas multinacionales; el que por encima de cualquier consideración institucional se inclinen por un tercer periodo de Uribe o del uribismo; el que estas mayorías concuerden con los deseos políticos expresados por consorcios españoles, por Luis Carlos Sarmiento o por Julio Mario Santodomingo; y que, a la vez, estén concitadas en odios ciegos contra todo blanco de ataque que se les ponga, bien interno o bien externo, aprobando la manipulación de la conciencia colectiva, en un acto de mentalización sin precedentes en la historia reciente.
La contradicción de las fuerzas políticas de izquierda está entre quienes invitan a “sintonizarse” con estos vientos alisios, a “buscarle la comba al palo”, y aquellos que llaman a persistir en el ideario centrado en la soberanía y en la democracia política y económica, sin hacer concesiones, como cimientos para edificar un país opuesto al que quiere imponerse. En la forma como evolucione esa contradicción, aún no resuelta luego de los resultados del 27 de septiembre, dependerá el futuro político de Colombia. Más allá de las elecciones presidenciales de mayo de 2010, los alisios podrían cambiar de dirección y ¿entonces, cuál bandera podría ondear si todas se hubieran arriado?
Bogotá, octubre 6 de 2009
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