<i>Yes we can</i>, levantar sin condiciones el bloqueo contra Cuba

19/10/2009
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Hay millones de estadounidenses contrariados: son aquellos que dieron su voto, donaciones o energía a la campaña presidencial de Barack Obama, con la esperanza de que él cambiaría la política exterior de Estados Unidos. “Yes we can”, afirmó en su campaña presidencial, al referirse al cambio, a una nueva política y un nuevo tipo de relaciones internacionales, en esta nueva era.
 
Parece que todo no fuera más que un slogan o hubiera quedado en promesa electoral. Los analistas e investigadores universitarios, entre otros,  exigen que Obama se convierta en el presidente sólido y audaz que abra verdaderamente camino a esa nueva relación, más allá de la retórica.
 
Y un problema que aún enerva a la mayoría de los estadounidenses es la persistencia del bloqueo contra Cuba. Encuestas realizadas en Estados Unidos dejan en claro que actualmente hasta un 80 por ciento de los norteamericanos se opone al bloqueo y en el seno de la comunidad cubana residente en esa nación, la situación no difiere significativamente pues mayoritariamente se oponen a esa política.
 
Hay datos que estremecen: las dos terceras partes de la actual población cubana nació y ha vivido bajo los efectos de esta política que impacta la economía del país, en particular, en lo referido a los sectores de la salud, la educación, la seguridad alimentaria, la salud animal, el deporte, la cultura, el transporte, la vivienda, el medio ambiente y afectan especialmente, a la infancia, a las mujeres, a los adultos mayores y a las personas con discapacidad.
 
El 23 de septiembre de 2009, el presidente Barack Obama se dirigió por primera vez a la Asamblea general de las Naciones Unidas con ocasión de un discurso saludado por el conjunto de la comunidad internacional. Obama reconoció que el intervencionismo a ultranza de Estados Unidos en los asuntos internos de otros países fue un grave error. “Ninguna nación puede aceptar la tiranía de otra nación mediante la fuerza”, declaró.
 
Y añadió que “ninguna nación puede ni debe tratar de dominar otra nación”. “La democracia no puede ser impuesta a otra nación desde el exterior. Cada sociedad tiene que buscar su propio camino, y ningún camino es perfecto. Cada país tiene que seguir un camino enraizado en la cultura de su pueblo y en sus tradiciones, y debo admitir que Estados Unidos ha sido selectivo demasiadas veces en su promoción de la democracia”, concluyó.
 
Pero durante este año, la aplicación de las medidas impuestas por el bloqueo ha sido más férrea por parte de la Oficina de Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro, que aplicó un número creciente de multas y otras sanciones a los presuntos violadores de las leyes del bloqueo.
 
Contrariados están quienes no esperaban ver que esta administración saliera en busca de aliados derechistas para impedir que Latinoamérica tratara de revertir un golpe militar, como el ocurrido en Honduras. Pero esa parece ser la realidad. Es más, el Departamento de Estado ni siquiera ha determinado que ha tenido lugar un golpe militar.
 
Mark Weisbrot, codirector del Centro para la Investigación Económica y Política, en Washington, quien sostiene que dentro de la falta de cambios, Obama sigue apostando al bloqueo como instrumento de presión., al igual que lo hicieran sus predecesores en la Casa Blanca.
Funcionarios, militares y académicos estadounidenses, coinciden hoy que si el objetivo del bloqueo ha sido la destrucción del orden constitucional de Cuba, privando a su pueblo de la soberanía y del ejercicio de su derecho a la libre determinación, ha sido un gran fracaso.
En un artículo publicado en The Havana Note, el coronel retirado del Ejército de Estados Unidos, Lawrence Wilkerson, aseguró que “el embargo es un fracaso total a un gran costo para el pueblo de Cuba y al pueblo de Estados Unidos”. Wilkerson, que fue Jefe de Despacho del ex Secretario de Estado Colin Powell, añadió que “los que impusieron la Ley Helms y su banda hicieron en su tiempo más daño que nadie a la política exterior de EE.UU., después de los senadores Joseph McCarthy y William Jenner y su infame amenaza roja impuesta durante los primeros días de la Guerra Fría”.
El militar consideró que existe en Estados Unidos un movimiento para cambiar la política… Sin embargo, dijo, “uno no puede dejar de lado las preguntas sobre la eficacia del embargo porque el embargo es la política de EE.UU. El embargo es un fracaso absoluto, ergo, la política de EE.UU. es un fracaso absoluto. Y normalmente, esto suele ser un incentivo para el cambio”.
El ex presidente Bill Clinton, cuya esposa Hillary Clinton es actualmente secretaria de Estado, calificó por su parte las sanciones económicas de política “absurda” y de “fracaso total”. Así, desde su imposición en agosto de 1960, las sanciones estadounidenses han costado 96 mil millones de dólares a la economía cubana hasta diciembre de 2008, lo que significaría alrededor de 236 mil 221 millones de dólares, a los precios actuales de la divisa estadounidense.
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En abril de 2009, Obama declaró su voluntad de “buscar un nuevo comienzo con Cuba”: “Creo que podemos llevar la relación entre EE.UU. y Cuba en una nueva dirección (...) Estoy aquí para lanzar un nuevo capítulo de acercamiento que continuará durante mi mandato”, dijo, al anunciar el levantamiento de las restricciones que afectan a los cubanos que viven en Estados Unidos y tienen familia en la isla.
 
No obstante, tuvieron que esperar cinco meses, hasta el 3 de septiembre de 2009 para que esa decisión entrara en vigor. Ahora, los cubanos pueden viajar a su país de origen cuantas veces quieran (en vez de 14 días cada tres años antes) y mandar remesas ilimitadas a sus familiares (en vez de 100 dólares al mes, como antes).
 
Obama anunció la continuación del bloqueo por un año más, poco después que la Cumbre de las Américas en Puerto España exigió el fin de esta medida unilateral, tras la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos, en San Pedro Sula, que decidiera dejar sin efecto las añejas sanciones contra Cuba, facilitado su reingreso a la organización.
 
Pero lo cierto es que de acuerdo con el entramado legal que sustenta al bloqueo, al presidente Obama le resultaría imposible levantarlo de inmediato en caso de desearlo, pero sí podría emitir licencias generales que flexibilizaran las regulaciones actuales, algo que tampoco parece estar dispuesto a hacer. Lo cierto es que continúa en plena aplicación el complejo entramado de leyes y disposiciones administrativas, incluido su dimensión extraterritorial y la permanencia de la restricción de la libertad de movimiento de los ciudadanos norteamericanos.

Los foros realizados en Estados Unidos sobre la persistencia del bloqueo dejan en claro que la isla caribeña ha ampliado sus relaciones con todo el mundo. Por catorce años consecutivos la Asamblea General de Naciones Unidas ha condenado el embargo, pero Washington extendió la prohibición del comercio con “el enemigo”, medida que es válida sólo para Cuba. No son pocos los que preguntan quién es el que está realmente aislado.
 
Washington y Obama han señalado que desean mejorar sus vínculos con América Latina. Para el jurista cubano-estadounidense José Pertierra, el golpe contra Zelaya en Honduras también ha sido contra Obama de parte de la extrema derecha propia (entre ello los cubano-estadounidenses), con el propósito de debilitarlo y forzarlo a que tome decisiones políticas incómodas en medio de los otros problemas que enfrenta: las guerras de Irak y Afganistán, la crisis en la economía y el proyecto de salud nacional.
 
Lo cierto es que Obama no puede darse el lujo de apoyar a Zelaya y hacerle caso a los congresistas cubano-americanos. Porque tras los anuncios de la voluntad de mejorar las relaciones con América Latina,  en Trinidad, en abril último, los países de la región dejaron en claro que cualquier modificación pasa por el cambio de la política estadounidense hacia Cuba.
 
Es cierto que el mercado cubano no es difinitorio para ningún país, pero realmente el peso político específico de Cuba no es nada despreciable, incluso para Estados Unidos. Muchas corporaciones se preguntan por qué Cuba puede hacer negocios –por ejemplo hoteleros y de turismo- con grandes empresas de España, Canadá, Italia, Holanda, Inglaterra- y no con empresas estadounidenses, que pierden muchas oportunidades de negocios.
 
Los hombres de negocios han dejado en claro a la nueva administración de que la persecución de las operaciones económicas, financieras y comerciales con Cuba no es un asunto bilateral, porque empaña las relaciones de Estados Unidos con sus aliados, en virtud de esa política. Cuba pasa a ser una especie de manzana de la discordia entre Washington y sus amigos, como, por ejemplo, los países de la Europa occidental.
 
Con relación a Cuba, y más allá (o más acá) del tema del bloqueo, el presidente Obama tiene problemas pendientes, pero también posee la potestad jurídica para encarcelar a Luis Posada Carriles, para enjuiciarlo por terrorista y asesino y para iniciar el proceso de extradición. Tiene también la potestad para liberar a los Cinco cubanos que mantiene en sus cárceles, sin evidencia alguna, gracias a la manipulación del sistema judicial por la Casa Blanca, el FBI y el Departamento de Justicia. Esto se llama clemencia ejecutiva.
 
Inmmanuel Wallerstein, científico social estadounidense, señala que la elección de Río de Janeiro por encima de Chicago como sede de los Juegos Olímpicos de 2016, fue sin duda un rechazo al Presidente, no en lo personal, sino hacia Estados Unidos. “Por más popular que sea Obama por todo el mundo, y es popular, continúa siendo el presidente de Estados Unidos. La votación fue claramente un desprecio geopolítico. No es que Obama pudiera haberlo hecho mejor. Y si él no se hubiera presentado, el público estadounidense lo habría culpado de la derrota por su ausencia”, indicó.

Quizá perder una votación sobre una sede olímpica no es tan malo como ver que las bases estadounidenses en Afganistán son ocupadas por los talibanes, pero es parte de la misma figura.

Lo que muchos se preguntan aquí en Estados Unidos, es si el haber recibido el Premio Nobel de la Paz, cambiará las cosas en cuanto a la diplomacia estadounidense. Quizá momentáneamente no, pero lo cierto es que la situación subyacente permanece igual. De hecho, hará que la posición de Obama sea en algunas formas más difícil, porque ahora será medido con criterios más altos.
 
Mientras millones y millones de estadounidenses esperan que el “yes we can” no haya sido apenas un slogan publicitario y que el cambio realmente se de, crece la convicción de que un elemento básico de esa transformación es el levantamiento incondicional del bloqueo contra Cuba, exigido por todos los países de América Latina y el Caribe, sin excepción y pese a sus diferencias. Cualquier otra manipulación y/o condicionamiento no pasaría de ser una nueva inmoralidad, que la imagen de Obama no podría absorber. (Traducción de Theresa Pardez)
 
- Allan G. Greenberg, Archives for Democracy, Washington, octubre 2009.
https://www.alainet.org/es/active/33829
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