Electrificación y telecomunicaciones rurales: puerta y camino para el desarrollo

04/11/2009
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Introducción y sinopsis
 
Así como la alfabetización y educación son la entrada y el medio que abren el camino hacia la igualdad de oportunidades, hacia la equidad y hacia la justicia social para todos los habitantes de cualquier nación, la electrificación y telecomunicaciones rurales son, conjuntamente con la infraestructura vial, ferroviaria y de los puertos, el acceso y el vehículo fundamental para transitar el camino que conduce al desarrollo y progreso de los habitantes rurales, al permitir equiparar los niveles de vida en el medio rural con los de la ciudad e incluso al contribuir a poder superarlos.
 
De ahí el objetivo central de la Conferencia Latinoamericana de Energía y Telecomunicaciones Rurales (CLER)  de "propiciar el desarrollo económico y social de América Latina y el Caribe" promoviendo la electrificación y telecomunicaciones rurales. Pero hay que tener en cuenta que propiciar el desarrollo económico y social mediante la electrificación y telecomunicaciones rurales implica prestar atención a las dos facetas propias de este medio esencial para el progreso, a saber: a) naturalmente la fase inicial es impulsar el suministro de la energía eléctrica y de las comunicaciones a todos los rincones del medio rural; y b) la etapa sucesiva, tan importante como la primera, es la del buen uso y de la eficiente utilización de la energía y telecomunicaciones en cada uno de los rincones rurales. Ello implica que, avanzada la primer fase, promoviendo e impulsando la electrificación y comunicaciones rurales, al continuar siempre el trabajo de la CLER, debemos ahora aumentar los esfuerzos correspondientes a la segunda etapa, promoviendo e impulsando la efectiva, eficiente y eficaz aplicación de la electrificación y comunicaciones rurales para el "desarrollo de usos productivos de la energía que aporten a la sostenibilidad de los sistemas rurales”, como bien claramente se ha incluido en uno de los puntos específicos del Temario de la XXII CLER Argentina.
 
Latinoamérica: el subcontinente llamado a producir alimentos con valor agregado para el consumo mundial en el nuevo escenario
 
Antes de extendernos en el importante tema de la segunda faceta del uso productivo de la electrificación y comunicaciones rurales, señalada en la Introducción, nos parece necesario tener en cuenta el escenario que se presenta o marco para el desarrollo de esa segunda etapa. En estas circunstancias muchos de los países de la América latina desempeñarán un papel fundamental en cuanto a la producción de materias primas y en especial de los alimentos que hoy tanto necesita nuestro mundo globalizado, con población y desarrollo crecientes. En efecto, además de la demanda ascendente de alimentos y materias primas de los países más desarrollados, con producción local limitada y muy costosa, ya en el último decenio en especial, el mundo asiático, de gran crecimiento vegetativo e industrial, ha concentrado más del cincuenta por ciento de la población mundial, pasando a ser un gran proveedor industrial del mundo y un gran demandante de alimentos y materias primas.
 
En la antigüedad se decía que la Medialuna de las Tierras Fértiles en el Oriente Medio proveía de alimentos a toda la región. En esa zona, en donde se unen los tres continentes (Europa, Asia y África), se daba una media luna muy apta para el desarrollo de la agricultura, por las circunstancias físicas unidas en simbiosis con la laboriosidad e inteligencia de su población, haciendo que estos pueblos fueran los más antiguos “entre los ríos” y el primer motor de la civilización mundial por su alto nivel de producción alimenticia.
 
Similarmente a la antigua medialuna que impulsó la primitiva civilización, América Latina constituye el sistema de países más virtuosos para la producción de alimentos y materias primas en el nuevo escenario que está ya avanzando. En lograr su alta producción e industrialización en el grado adecuado para la competitividad y la mayor calidad de vida, reside el camino de su progreso. En especial en Sudamérica se encuentran grandes cuencas hidrográficas: la primera del mundo, como es la cuenca del río Amazonas, la quinta, que es la del Plata, junto con otras destacadas como la del Orinoco, San Francisco, etc. En especial la Cuenca del Plata, muy similar a la cuenca del Mississipi en EEUU, puede ser la gran proveedora de alimentos para el mundo, sin olvidar que asimismo el conjunto fluvial y lacustre de la Cuenca del Plata forma el principal sistema de recarga del Acuífero Guaraní, uno de los mayores reservorios continentales de agua potable del mundo unido a los sistemas de transporte fluvial como la Hidrovía Paraná-Tieté (HPT) y la Hidrovía Paraná-Paraguay (HPP).
 
La producción agrícola ganadera ha hecho mundialmente conocida esta parte del mundo. Las praderas han sido y continúan siendo la base sobre la que se ha desarrollado esa actividad. En la Argentina, la región pampeana es la zona ganadera por excelencia; en segundo lugar está el noreste, también dentro de la cuenca del Plata. Ambas regiones alcanzan en conjunto el 85 % del stock ganadero vacuno de Argentina. Entre las oleaginosas, el principal cultivo de la región es la soja, que ha ocupado las tierras más fértiles del corazón de la Pampa Húmeda, a las que se suman ahora tierras del oeste invernador y campos del NEA y NOA argentinos. El área cerealera está en buena medida dentro de la región y se puede decir que casi la totalidad de la producción triguera se siembra aquí.
 
Del total de la producción de alimentos, el subcontinente genera ya el 25 por ciento de los cereales, el 34 de las oleaginosas, el 25 de las frutas, el 11 de las raíces y tubérculos, el 31 de la carne y el 24 por ciento de la leche. Es decir, América Latina, por su abundancia de aguas y de tierras en explotación todavía no a pleno y muchas tierras sin explotar, puede responder por ello al desafío de multiplicar acentuadamente en pocos años su producción de alimentos para lograr satisfacer la demanda mundial.
La demanda de alimentos frente a la incorporación de nuevos solicitantes de materias primas y de mejores alimentos por el aumento de la población industrial en Asia (China, India y sudeste asiático) despliega un nuevo escenario, con una gran oportunidad para América Latina, que es una de las pocas regiones que aún puede aumentar su producción del suelo y subsuelo.
 
Sintetizando, nuestros países, que en conjunto tienen más del doble de la superficie de grandes países, como EUA o China, y muy superior a las de la UE, con tierras y climas más aptos para la producción del suelo, deben buscar todas las posibilidades para aprovechar la enorme superficie agrícola que disponemos para convertirse en su conjunto en las grandes potencias agroalimentarias, que provean los alimentos que cada día serán más necesarios e importantes por el incremento del consumo de mejores alimentos que indudablemente demandarán sectores pobres y medios de China, India y el Sudeste Asiático, en donde se concentra la mitad de la población mundial. De ahí que sea necesario que frente al escenario que se nos presenta, se diseñen nuevas políticas de Estado para el sector agrario y las agroindustrias, y que entidades como nuestra CLER propicien e impulsen “el desarrollo de usos productivos de la energía que aporten a la sostenibilidad de los sistemas rurales” y del medio rural, a efectos que estas condiciones permitan al subcontinente ser el gran exportador al mundo de alimentos competitivos, con alto valor agregado y alcanzar con ello el desarrollo y nivel de alta calidad de vida que aspiramos.
 
En cuanto a las políticas de Estado al respecto, podemos recordar algunas reflexiones proclamadas recientemente por el actual Papa: “El mercado único de nuestros días no elimina el papel de los estados, más bien obliga a los gobiernos a una colaboración recíproca más estrecha. La sabiduría y la prudencia aconsejan no proclamar apresuradamente la desaparición del Estado. Con relación a la solución de la crisis actual, su papel parece destinado a crecer, recuperando muchas competencias. Hay naciones donde la construcción o reconstrucción del Estado sigue siendo un elemento clave para su desarrollo” (Caritas in veritate n° 41). Es indudable que “el orden justo de la sociedad y del Estado es una tarea principal de la política”, pues la realización del bien común se verifica en la comunidad política y corresponde al Estado defender y promover el bien común de la sociedad civil, de los ciudadanos y de las instituciones intermedias.
 
La electrificacion y las comunicaciones rurales como medio del desarrollo rural sostenible y de alta calidad de vida, frente al nuevo escenario mundial demandante de alimentos y materias primas
 
Como surge de la Introducción y como requiere el descrito escenario mundial que se nos presenta, por promover la electrificación rural debemos entender entonces, no solamente promover el suministro, o sea la oferta de energía eléctrica al medio rural, sino además propiciar la utilización intensa y eficaz de la energía eléctrica, es decir propiciar la demanda provechosa para la producción por parte de los productores rurales, para así hacer posible el desarrollo sostenible esperado, tanto del medio rural como de los sistemas de electrificación en sí mismos. Sin la aplicación intensa a la producción, el servicio de electricidad rural con muy baja demanda se puede transformar en una carga para los distribuidores, como ocurre en diversos sistemas, y en consecuencia resultar una carga para la sociedad en perjuicio del buen funcionamiento y de la sostenibilidad de los sistemas eléctricos y sociales.
 
A su vez, por las telecomunicaciones rurales, a parte de su utilización para incrementar el confort y la producción, debemos sobre-entender que no son sustitutivas ni excluyentes, sino complementarias de la red de caminos rurales transitables todo el año y de las redes viales troncales óptimas, de manera que los enlaces de todo tipo para la producción, comercialización, manejo y el nivel de vida en el medio rural resulten plenamente equiparables a las correspondientes facilidades de las ciudades.
Ambas facetas, de suministro y de utilización intensa v eficiente de la electrificación rural y de las telecomunicaciones por parte del medio rural han estado y siguen estando siempre presentes en la razón de ser de la CLER, como surge de sus bases liminares, su misión y visión, y como claramente consta en sus objetivos de lograr el desarrollo económico y social en el medio rural de todos los países latino americanos y del Caribe.
Si bien en todos los países de la región se vienen realizando desde hace mucho importantes esfuerzos y grandes avances en pro de lograr adecuados niveles de suministro de energía eléctrica, y sin dejar de continuar esfuerzos para cubrir los lugares en los que todavía faltan los servicios de electricidad o de comunicaciones, surge ahora con particular fuerza la necesidad de atender con más vigor la segunda faceta, dedicándose a la etapa de impulsar la utilización para aumentar la producción rural y agregarle valor en el mismo medio rural. Una faceta o etapa que es una suerte de reafirmación y de renovación de los objetivos y esfuerzos de la CLER, y a la
vez una renovada bocanada de aire fresco en su transitar, que impulse ahora a dar mayor énfasis a la buena, intensa y eficiente utilización de la energía, a fin de asegurar la continuación y sostenibilidad del progreso social y económico en el medio rural. Poner tal énfasis requiere avanzar definitivamente por el camino de lo que en rigor no sería otra cosa que propiciar e impulsar la Industrialización Rural (IR), como la manera eficaz de aumentar la producción, de hacerla competitiva y de agregarle valor en el propio medio rural, frente al escenario de mayor demanda de alimentos.
 
Mencionar y pretender industrialización rural no es una quimera, sino una actual necesidad y también una realidad ya en proceso de formación y de crecimiento, que requiere ser entendida en su necesidad actual de promoción, aliento y fomento. La simple producción primaria moderna de la tierra es ya una industria verdadera en sí misma, por las exigencias tecnológicas, administrativas y empresarias que actualmente deben satisfacer los productores rurales, pero la incorporación de la energía y de las telecomunicaciones brinda muchas posibilidades de agregar valor a la producción primaria en el mismo medio rural, posibilidades que se deben promover y apoyar, para reafirmar así que entendemos y compartimos el carácter de verdadera industria de la producción rural.
 
Para fundamentar el concepto de la necesidad y conveniencia de la industrialización rural, parece oportuno tener en cuenta, no sólo los crecientes requerimientos de mejoramientos económicos para el desarrollo del medio rural, sino también la concurrencia de varios fenómenos actuales; entre ellos, el fenómeno de la despoblación rural que ocurre en la mayoría de nuestros países.
 
En efecto, la dinámica demográfica rural, con la consiguiente división de la tierra por herencias tiende a generar minifundios no sustentables con la sola producción tradicional, favoreciendo la emigración a las ciudades de un alto porcentaje de las nuevas generaciones rurales.
 
Por otra parte, el necesario aumento de la productividad del campo por la incorporación de tecnología, es paradójicamente expulsor de mano de obra cuando la economía rural sólo contempla la producción primaria sin un posterior agregado de valor in-situ. En países exportadores, esto sin duda equivale a la exportación de mano de obra y de riqueza hacia los países que procesarán esa producción, concretando allí el agregado de valor, y el balance final para la sociedad en general termina siendo negativo e injusto.
Esta dinámica da origen a diferentes problemáticas económicas de ocupación y producción, y a varias y diferentes problemáticas sociales; entre estas últimas, origina un negativo desequilibrio de género, al no ofrecer suficientes actividades a las mujeres en el medio rural, con el resultado de una creciente despoblación rural femenina.
Tal fenómeno de creciente despoblación rural, de creciente sobre-concentración en ciudades, de minifundismo y de desequilibrio de género, conduce inexorablemente al empobrecimiento, tanto en el medio rural como en las mismas ciudades (como ya vemos que ocurre en numerosas lugares). Ello requiere compensar ese proceso y sus efectos negativos, no con grandes concentraciones de producción en pocas manos en perjuicio de los pequeños productores que abandonan su labor (como también está ocurriendo), sino con la creatividad del propio medio rural, de la ciudadanía en general y de las organizaciones vinculadas al mismo, como la CLER.
 
En ese sentido, pensamos que una adecuada respuesta a esta problemática pasa por compensar concretamente los procesos y efectos negativos con políticas y acciones adecuadas que conduzcan al agregado de valor a la producción rural en el mismo medio rural, y así contribuir a la equidad y equilibrio económico y social con la generación de nueva oferta de empleo y creación de riqueza genuinos.
 
Es precisamente en este aspecto donde la electrificación y telecomunicaciones rurales se hacen indispensables para brindar como primer resultado, y en su primer etapa, algunas comodidades de las ciudades al medio rural, el confort muy merecido por los pobladores rurales, y en segundo lugar, en la segunda etapa, brindar algo sumamente importante, permitir la sostenibilidad y progreso creciente de las explotaciones rurales mediante el agregado de valor a su producción primaria en el mismo medio rural; es decir, permitir el avance en el proceso de industrialización rural. Se trata pues, de no sólo lograr el desarrollo económico mediante el aumento de la producción, sino también de agregar valor a la producción rural en su propio medio, y además, lograr el desarrollo social y la equidad de género también en el medio rural, fomentando la ocupación en el mismo.
 
El agregado de valor en las explotaciones rurales puede concebirse tanto para la elaboración de numerosos productos finales, como para la producción de otros numerosos productos intermedios destinados a sucesiva industrialización terminada en establecimientos mayores de ciudades cercanas o más alejadas. A la vez, este aspecto de industria intermedia rural, desarrollada merced a la aplicación eficaz de la electrificación y comunicaciones rurales, se puede complementar y acrecer acentuadamente con el aprovechamiento de la muy significativa energía disponible en los residuos agropecuarios no aprovechados.
 
El aprovechamiento energético de los residuos agropecuarios no utilizados, tiene la gran ventaja de no competir con alimentos u otros usos, por ser precisamente residuos no utilizados y brindar en consecuencia valores agregados intrínsecamente competitivos, lo cual, por lo tanto constituye un valiosísimo recurso rural.
 
Antes de entrar a concretar ejemplos de utilizaciones de la electrificación rural y del aprovechamiento de residuos para el desarrollo económico y social, debemos mencionar otro fenómeno que ocurre en perjuicio del progreso del medio rural y señalar el aspecto compensador económico y social de gran significado que daría la industrialización rural, particularmente en Argentina y posiblemente en otros varios países latinoamericanos. Como es sabido, aquí en nuestro país ha ido creciendo una gran diferencia natural entre la eficiencia de la producción primaria rural y la de la gran mayoría de otras industrias por múltiples razones, entre ellas por la alta y económica producción agropecuaria y su excelente desarrollo tecnológico, en contraste con los comparativamente más costosos bienes intermedios que procesa la industria no alimenticia.
 
Tal situación, de enorme diferencia de eficiencia económica entre el medio rural (que sin embargo retiene poca mano de obra) y la industria no alimenticia en general, obliga a proteger esta última con relaciones altas de cambio que le permitan la exportación y a su vez contengan las importaciones competitivas, a efectos de mantener el alto nivel de ocupación imprescindible para la equidad social. Esto, que tiene un alto costo económico y social, se agudiza con la creciente inmigración a las ciudades de población rural que llega a ellas demandando trabajo.
 
Tal protección a la industria, que resulta imprescindible en las condiciones actuales, podría sin duda mejorarse, y con mucha mayor eficiencia económica, favoreciendo la industrialización de la producción primaria en origen, y logrando así nueva oferta de trabajo y de riqueza genuinos en el campo.
 
Dentro de lo expuesto y para empezar a concretar ideas con algunos ejemplos en lo que se refiere en primer término a residuos agropecuarios no aprovechados, se pueden incluir dentro de los mismos (sin ser exhaustivos y dentro de los de buena capacidad energética) a una cierta proporción (a definir por los expertos en función de los requerimientos particulares a dejar en cada suelo) de la paja de cosechas y rastrojos, granzas y cascarillas, chalas, marlos de las mazorcas de maíz y ramajes de cultivos de granos y frutas, desechos de podas, carozos, frutos desechables, etc., etc., sin dejar de mencionar los residuos muy elevados en porcentaje de la actividad forestal y los residuos de explotación animal, como estiércol, plumas, etc. Todos esos residuos tienen valor energético y son aprovechables para ese fin. Por otro lado, es de hacer notar que si en lugar de transporte en vivo de los animales a los grandes frigoríficos y centros de
gran consumo, o en lugar del transporte y exportación en bruto de granos y frutos, se hicieran mayores procesamientos preliminares de esas producciones en industrias intermedias rurales con utilización energética, resultarían costos de transporte menores por disminución del volumen de los productos de comercialización masiva, conjuntamente con mayor precio de los productos intermedios clasificados por calidades, y quedarían residuos totalmente aprovechables en el medio rural, con apreciable ventaja económica para los productores. Sin embargo, también es de hacer notar que lograr tales mejoras en el proceso productivo y comercializador requiere políticas y medidas adecuadas a tal fin, e incentivos a los productores rurales y en la cadena productiva y comercializadora (conviene aclarar que en el caso de producción frutícola en Argentina, ya se realiza en buena parte este proceso de clasificación, aunque no siempre aprovechando todo el potencial). Es también de hacer mención que la generación distribuida de electricidad mediante biomasas tiene la importante ventaja de disminución de la contaminación ambiental y califica para la obtención de créditos especiales que existen con tal objeto.
 
En el mismo tren de concretar ideas, con algunos ejemplos en segundo término en cuanto a las industrias rurales intermedias mediante la utilización de energía, también sin ser ni remotamente exhaustivos, podemos incluir a:
 
- limpieza de granos y frutos, clasificándolos por grados de calidad, para mejorar su precio, disminuir la incidencia del costo de transporte y aprovechar los no vendibles o de menor precio para alimento local de aves y ganado, o extracción de subproductos;
- elaboración de piensos y mezclas forrajeras;
- picado y pelleteado de paja para forrajes;
- pelleteado de desechos forestales y de podas para su uso energético;
- procesos de predigestión de celulosas para mejorar sus cualidades alimenticias;
- consecuente producción masiva de aves, ganado, porcinos, etc. con residuos de limpieza de granos y de frutos;
 
- procesamientos o pre-procesamientos de aves, porcinos, ganado y animales en general;
 
- premoliendas de cereales y granos a nivel de mini-industrias;
 
- producción de calor, vapor y energía eléctrica utilizando residuos;
 
- lavado, secado, escaldado y acondicionamiento de granos, frutos y hortalizas;
 
- precocidos de granos, frutos y hortalizas, enfriamientos y venta a mayoristas y comerciantes;
 
- elaboración de dulces, concentrados y patés;
 
- pasteurización de alimentos;
 
- elaboración de hojuelas, pellets, etc. de granos;
 
- elaboración de subproductos de granos, aceites, esencias gluten, almidones y sus derivados;
-           
- elaboración de subproductos de lechería;
 
- pre-elaboraciones para hilados y textiles (algodón, lana, hilados de lino inexistentes en Argentina);
 
- extracción de jugos y subproductos bioquímicos;
 
- la industria bioquímica que puede reemplazar a buena parte de la petroquímica con gran ahorro de hidrocarburos (planes ya en marcha en países del primer mundo);
 
- extracción de esencias;
 
- desalinizacíón de aguas duras para consumo y riegos; desarrollo de invernaderos y secaderos;
 
- destilación; liofilización, etc.
 
- enfriamiento y congelación de productos y subproductos;
 
- elaboración de alcoholes y bioetanol;
 
- producción de biocombustibles;
 
- generación de energía eléctrica distribuida, para uso propio y para la red;
 
- gasificación para motores de combustión;
 
- fuerza motriz para talleres y mini-industrias;
 
- producción de abonos orgánicos;
 
-          etc., etc. hasta infinita creatividad para cada diferente producción primaria.
 
Indiscutiblemente, tanto la industrialización final como la intermedia rural, destinada a concentrarse en grandes comercializadores internacionales o grandes industrias terminales, requerirá la indispensable normalización o estandarización en cuanto a especificaciones, calidad, empaques, etc. y los controles necesarios al respecto, a efectos de su comerciabilidad.
 
Obviamente también, el desarrollo de la industria intermedia rural que agregue valor en el propio medio rural con mayor contribución de energía, requiere que los sistemas de electrificación rural sean aptos para mayor demanda que la requerida por el simple confort, o que sean expandibles con facilidad a medida que la demanda rural crece. Tal concepción, que debería tenerse en cuenta al diseñar y construir los sistemas de electrificación rural, redundará también en beneficio del propio servicio al aumentar la demanda, con la mejora de los resultados operativos y permitir con ello los mejoramientos tecnológicos modernos para manejo del servicio.
 
Es de hacer notar que el enorme espectro de posibilidades de industrialización rural requiere la sinergia con las fuerzas tecnológicas de cada país para el desarrollo y crecimiento conjunto con antiguas y nuevas tecnologías. Así por ejemplo, en el caso de Argentina resultará indudable la conveniencia de la sinergia de la industria rural con el INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria), el INTI (Instituto Nacional de Tecnología Industrial), Autoridades de Ciencia y Tecnología, Universidades y otros Centros de Investigación y Desarrollo e Industrias Principales. Naturalmente, el proceso de industrialización intermedia rural que proporcione sustentabilidad al desarrollo rural, además de las sinergias para el desarrollo tecnológico y las infraestructuras de electrificación rural y de comunicaciones compatibles con tal desarrollo, requiere la coherencia legislativa e institucional y financiera que promocione, incentive y apoye la creatividad, la producción y la comercialización con valor rural agregado. Sin duda todo un gran desafío para establecer las políticas necesarias, implementar planes y concretar la acción; un llamado al respecto que planteamos desde esta XXII CLER.
 
Conclusión
 
La capacidad para la producción agropecuaria, frutícola y forestal de las numerosas áreas y cuencas virtuosas para ello que cuenta América Latina y el Caribe, frente al escenario de la creciente y sostenida demanda mundial de alimentos, el inigualable virtuosismo productivo, energético, de facilidad de transporte y humano de las cuencas sureñas de! Mercosur, que yendo desde muy adentro y gran parte de Brasil, continúa por Paraguay, Bolivia y Uruguay, hasta extenderse por la Argentina verde y la irrigable, con la gran Cuenca del Plata e intervínculos con Chile, y luego la América Latina toda y el Caribe, proporcionan claramente la visión de un futuro brillante para el medio rural de nuestros países, si entendemos y cumplimos la misión que nace y tenemos de esa visión. Futuro promisorio que podemos alcanzar con el espíritu de nuestros próceres fundadores, con la creatividad y esfuerzo de nuestros habitantes para producir más y para agregar valor a la producción primaria en el mismo medio rural, mediante la utilización intensa en el mismo de la energía y comunicaciones.
 
En síntesis, la batalla para lograr la electrificación rural y comunicaciones rurales en la mayoría de los países debe continuar e intensificarse en su etapa de asegurar el suministro, pero debemos iniciar la batalla que requiere la segunda faceta, la fase de la utilización intensiva de las comunicaciones y de la energía en el medio rural para así incrementar la producción de la tierra en la región y para su industrialización intermedia en los lugares de producción. Esto nos ayudará a impedir el vaciamiento de la población rural y evitaremos también el hacinamiento de pobrezas en las grandes ciudades. Ciertamente esta política de fuerte desarrollo agroindustrial de la región deberá alentarse a partir de una política enfocada en el bien público, la equidad y la justicia social sostenibles, a partir de políticas proactivas del Estado en ese sentido. Pero en ello tienen una función importante a desempeñar no sólo el Estado, sino también los propios productores y todas las entidades públicas y privadas. Las entidades privadas y los particulares, sus pymes (pequeñas y medianas empresas) y sus cooperativas, entendiendo que el destino de progreso transita en muchos de nuestros países por la creatividad de su gente y de sus entidades, por desarrollar la creación de continua mayor actividad en el propio medio rural; las entidades públicas, actuando coherentemente en pro del desarrollo rural; y el Estado haciendo de esta orientación una política precisamente de Estado, y apoyando fiscal y financieramente el agregado de valor a la producción rural en el propio medio rural, y sin descuidar a los pequeños productores.
Por lo tanto, considerando que uno de los objetivos de la CLER es "propiciar c! desarrollo económico y social de América Latina y el Caribe..." y teniendo en cuenta la íntima vinculación e incidencia fundamental de la electrificación y telecomunicaciones rurales para desarrollar una industrialización intermedia que asegure la sustentabilidad del progreso y de la equidad en el desarrollo rural, que a su vez mitigue y evite la concentración de pobreza en las grandes ciudades, y con ello contribuya a un futuro venturoso de nuestros países, proponemos “propiciar con énfasis desde esta XXII CLER en adelante, el fomento y apoyo a la mayor y creciente utilización productiva, eficiente y eficaz de la energía y comunicaciones en el medio rural, como la plataforma para su progreso con industrialización rural, lo que por sencillez, brevedad y fácil recordación sugerimos llamar IR (Industrialización Rural)”.
 
Un muy simple paso inicial, pero simultáneamente un muy significativo llamado hacia una posible CLER-IR., hacia el posible progreso sostenible de nuestras naciones y sus pueblos.
 
Nota: Este artículo ha sido escrito por Antonio A. Cadenas, Miguel Cortez y Juan C. Cortiñas. Responde al Temario de la XXII CLER de Políticas Públicas (Estrategias de promoción y fomento) y al Temario de Aspectos Económicos, Financieros y de Gestión (Los proyectos rurales en el contexto de las tendencias de la economía mundial y Desarrollo de usos productivos de la energía que aporten a la sostenibilidad de los sistemas rurales); responde también al Temario de Aspectos Ambientales, Sociales y Culturales, aspirando contribuir también a la Equidad de Género.   Publicado en MERCOSUR Noticias.
https://www.alainet.org/es/active/34120
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