Navidad: Haití
13/01/2010
- Opinión
Navidad es el nombre del primer asentamiento colonial en la isla de la Española, y desde entonces su hegemonía se fue expandiendo y dividiendo el territorio, hasta convertirse en epicentro de cruentas luchas imperiales, divisionismos raciales-sociales, guerras intestinas, dictaduras emblemáticas y múltiples “crisis” que devoraron historia y vida de sus hombres y mujeres, negros, blancos y mulatos, hasta los últimos tiempos en que su castrante situación política volvió esa tierra montañosa en un territorio estéril, degradado en su naturaleza, humanidad e institucionalidad, que actualmente depende casi exclusivamente de las remesas de los migrantes y la cooperación internacional, para sostener una casta mulata que explota lo poco que literalmente les cae en las manos; convirtiendo a Haití en el país más pobre del continente, apenas superado económicamente por Honduras. Ese sistema, muy parecido al nuestro, está nuevamente en crisis y la muerte ha enterrado las esperanzas de superación y seguramente lo que para unos es desgracia, para otros será lamentablemente, oportunidad. Lo mismo sucedió en Honduras.
Esa tierra montañosa (el vocablo Haití refiere a sus montañas), que en un momento de su historia produjo más de la mitad de todo el café y azúcar producidos en el mundo, que abolió antes que nadie la esclavitud en América, región que forjó los Bolívares negros, que valió estratégicamente más para los franceses que la misma Louisiana norteamericana, que consolidó una cultura africana con un sincretismo religioso profundo, que cría atletas de reconocimiento mundial, es ahora devastada por un sismo demoledor que cuenta ya más de trescientas mil víctimas y la otrora insuficiente infraestructura del país destruida. El único hospital plenamente activo está a cien kilómetros de Puerto Príncipe y la gente deambula por las calles del dolor y la impotencia. Pronto la situación sanitaria va a ser tremenda.
El caso es que mientras los países en el área próxima, pueblos y organismos sensibles a la tragedia establecen sendos sistemas de ayuda y asistencia, diversos medios, sin mayores detalles, han anunciado que Pat Robertson, influyente pastor evangélico norteamericano que lidera el popular “Club 700”, ex candidato a la presidencia de los Estados Unidos, ha sentenciado que Haití fue castigado porque su gente hizo un pacto con el diablo en el siglo XIX para independizarse de los franceses y por lo mismo será siempre una nación castigada por la pobreza.
"Es historia verdadera”. Y el diablo dijo, "OK, es un trato". Y desde entonces han sido malditos por una cosa tras otra"….
…"Algo pasó hace mucho tiempo en Haití y la gente no quiere hablar de eso", agregó… los haitianos buscaron su libertad y Satanás aceptó y expulsó a los franceses. (Cadena cristiana CBN).
Este pensamiento es el que actualmente nos gobierna aquí y ahora. Estamos frente a una espiritualidad más atrasada que los orígenes mismos del Vudú cuyas raíces datan de unos seis mil años atrás, en África, y cuya finalidad real es la sanación y la preservación de la salud por medios naturales; además de constituir como toda arquitectura religiosa, un código ético, una cosmovisión mágica que ordena el mundo y da sentido a sus manifestaciones simbólicas, arraigada a sus selvas y montañas, y a la naturaleza humana.
Es una percepción del mundo especulativa y fundamentalista a la vez; doctrinaria, dogmática y autócrata, dotada arbitrariamente de la tal infalibilidad pontificia por la cual sólo hay que escucharle para creerle. Es la mismísima contra-reforma “de facto” que asalta alma y espíritu de miles de millones de fieles y creyentes en el mundo, de todas las religiones y clases sociales, todos los días por emporios mediáticos disfrazados de templos. La misma que traicionó, maldijo y crucificó al Cristo que pregonaba la libertad de su gente, y que en su sentido más profundo significaba liberar, mediante su sacrificio, a la humanidad entera. Es así de falaz el sistema en que vivimos y morimos, contrario a la naturaleza de las cosas, inclemente y cruel ante cualquier expresión de sensibilidad humana. No debe extrañarnos, es la verdadera historia universal de la infamia.
- Tito Estrada A.
Teatro Laboratorio de Honduras
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