Perú

Las calenturas del poder

Javier Diez Canseco

16/02/2010

Opinión

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Dura pugna, primero sorda y hoy muy sonora, se vive en las alturas del poder. En el centro: Giampietri y García, vicepresidente y presidente del mismo gobierno. Viejos lazos de sangre los unieron en la matanza de los penales el 86, hecho brutal que dio a Sendero Luminoso un argumento para justificar una escalada en su insania terrorista. El 2006, se reencontraron en campaña electoral. Entonces, García jugó sus cartas desde el inicio para perfilarse como la única cabeza viable para que la derecha y los talibanes neoliberales mantengan el poder. Si bien jugó a representar el “cambio responsable”, levantó banderas sociales y de reforma tributaria, y se centró en sacar del juego a la “candidata de los ricos”, su plan fue una inteligente fórmula para mostrarse como el único capaz de controlar las fuerzas sociales que reclamaban un cambio de rumbo y habían encontrado en Ollanta Humala su canal de expresión más evidente, al que debía frenar, constituyéndose en cabeza del continuismo neoliberal.

Su primera señal fue la lista presidencial. Jugó a una alianza con Alex Kouri, echándole un cabo al fujimontecinismo para cogobernar, llevando como primer vicepresidente a Luis Giampietri, coautor de la matanza de El Frontón. Claro mensaje a sectores militaristas comprometidos en la guerra sucia de que sería un muro de contención frente al Informe de la Comisión de la Verdad y garante de impunidad frente a los procesos abiertos por delitos de lesa humanidad. Señal, también, de que estaría dispuesto a la mano dura y a criminalizar la protesta social, lo que comenzó a proponer y aprobar la bancada aprista en los últimos meses del Congreso anterior con leyes de altas penas por interrumpir el tránsito, etc.

Apoyándose en los propios errores de Lourdes Flores, situándola como una pituca incapaz de manejar las cosas por ser la cara de los ricos, el señor de los 12 apóstoles se ubicó como la dirección del proyecto neoliberal y garante del continuismo. Luego de la segunda vuelta, en la que armó el monigote chavista para usarlo como piñata, evidenció su verdadera faz: la del “Perro del Hortelano”. Es hoy el más fiel de los conversos: comprometido a exterminar el rol del Estado, a privatizarlo todo y demoler la administración pública y las condiciones de sus trabajadores e instituciones; a eliminar las comunidades campesinas y nativas como “expresión de atraso”; a entregar nuestros recursos naturales y la Amazonía al gran capital extranjero; a santificar el dominio aéreo, portuario, comercial y financiero de la gran burguesía chilena; a imponer un Estado servil a los poderosos y ajeno a las mayorías. Pero en su fundamentalismo neoliberal se olvidó de uno de sus más importantes aliados: las FFAA y Policiales.

Giampietri se mostró como aliado poco confiable. Primero lo acorraló con sus amigos marinos, armó una amenaza psicosocial y lo rodeó de las empresas privadas de seguridad como consejeras políticas, junto a los Favre y Vega Llona (empresarios-puente con el militarismo). Luego le ofreció apoyo de inteligencia e información, y terminó chuponeado él mismo por Business Track, cuyos dueños son del cogollo de su vice. Además le torpedeó el consenso sobre un Museo de la Memoria que desarticule la muestra fotográfica elaborada por la CVR, encargado a Vargas Llosa. Finalmente, se enfrenta abiertamente con él en relación con el Bono Militar Policial y defiende la cédula viva a policías y militares que su ministra de Economía, Miss Bagua-TLC, quiere eliminar.

Está caliente en las alturas. Pero también abajo, porque la prisión del suboficial PNP Edward Casas en Piedras Gordas y del suboficial Abel Hallasi en Cusco, por expresar demandas justas, indigna a muchos. El paro anunciado para el 5 de abril parece tomar cuerpo. El malestar frente a la indolencia gubernamental en las zonas de desastre crece, mientras García hace donaciones humanitarias en el extranjero. Este verano puede alargarse.

La República, 15 de febrero de 2010

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