Es la hora de estar junto a Cuba
26/04/2003
- Opinión
Muchas páginas de diarios y revistas en todo el mundo son
dedicadas hoy a condenar a Cuba, arguyendo una supuesta
violación de los derechos humanos de un grupo de
"disidentes". Al igual se le condena por haber ejercido
su legítimo derecho a defenderse del terrorismo al
condenar a la pena de muerte a tres delincuentes
secuestradores de una lancha cargada con pasajeros
inocentes, muchos de los cuales pudieron haber muerto en
alta mar. Sorprende ver cómo han coincidido en esa
campaña mediática un diverso número de personas: desde
gente confundida por la desinformación de los medios de
prensa al servicio del imperialismo hasta enemigos
acérrimos de la Revolución Cubana; voces embrolladas
sumadas a la mala intención, críticos vacilantes aupados
junto a detractores profesionales. Causa realmente
vergüenza que esto suceda en los difíciles momentos en
que la razón y la verdad son las únicas ofendidas.
Saramago ha dicho hasta aquí a Cuba desde sus posiciones
cargadas de prejuicios pequeño burgueses y de su propia
incapacidad por entender la realidad que critica y
abandona a voces destempladas. Lo mismo ha hecho Eduardo
Galeano, argumentando razones ideológicas y discursos
políticos que lo alejan aún más de la objetividad y la
praxis. Si uno se distancia a partir de eufemismos
filosóficos, el otro lo hace de forma más confusa y
detestable.
Se ha atrevido Galeano a decir: Cuba duele. Pero cabría
preguntarse si realmente le han dolido a él los muertos
que Cuba ha padecido durante todos estos años de ataques
terroristas financiados por los mismos a los que hoy se
alinea el esgrimir sus críticas ilegítimas. ¿Han estado
él o Saramago alguna vez cerca de Cuba? ¿Han escrito sus
libros entre apagones y limitaciones como lo hacen los
cubanos a causa de un bloqueo impuesto criminalmente
contra Cuba?
¿Han tenido ellos acaso la fortuna de compartir con este
pueblo su fe ciega en el provenir, su amor a la justicia
y su confianza en Fidel? ¿O nos les ha sido fácil
criticar desde la comodidad y el arrepentimiento? ¿Han
tenido cerca el peligro de morir en un hotel habanero, en
un teatro o un restaurante a causa de una bomba enviada
desde Miami por la mafia cubano americana con la
complicidad de los Estados Unidos?
Sólo cuando se ha vivido cerca de los cubanos, cuando se
ha compartido con ellos en una misma trinchera la
esperanza de vivir y de construir, cuando se ha padecido
junto a ellos el bloque asesino y las amenazas
constantes, cuando se ha comido el mismo pan racionado,
podría tenerse la honradez de criticarlos. Y aún así, al
hacer uso del ejercicio libre de la crítica, éste debería
hacerse para defender a la mayoría (que es todo el
pueblo) y a la verdad. Por tanto es injusto criticar
desde el bienestar y desde el compromiso incompleto. Yo
he estado junto a los cubanos en las horas difíciles y he
tenido el privilegio de ayudar a Cuba en el propósito de
detener las amenazas fraguadas por sus permanentes y
obcecados enemigos. Esos mismos contrincantes que usan
indiscriminadamente bombas y mentiras, falacias y
terrorismo, campañas difamatorias y atentados, son los
que hoy los han visto acercarse a sus filas para bochorno
y vergüenza de los verdaderos luchadores y de los justos.
¡Qué bueno que hubieran usado ustedes la misma fuerza en
sus argumentos para criticar a los terroristas y mafiosos
que agreden a Cuba! ¿No les apenan, acaso, las víctimas
más que sus victimarios?
¡Qué bueno que les hubieran dolido, al igual que los
sacrificados de las Torres Gemelas, los miles de muertos
y heridos provocados en Cuba por las agresiones
norteamericanas! ¿Es que son diferentes nuestros muertos
a los de New York?
¡Qué bueno que les hubieran dolido de la misma forma la
suerte corrida por los niños y mujeres secuestrados en
aviones y lanchas por terroristas, sometidos bajo
amenazas a un incalculable peligro, que la suerte corrida
por esos delincuentes comunes y potenciales asesinos!
¡Qué bueno que usaran ese ímpetu para reclamar la
excarcelación de los cinco cubanos injustamente
prisioneros en cárceles norteamericanas por el delito de
defender a su patria del terrorismo; para pedir juicios
justos a los afganos prisioneros y hacinados en
Guantánamo, o para pedir el cese de los maltratos que
sufren los latinos y negros en las cárceles gringas!
¡Qué bueno que hubiera realmente reclamo de justicia para
todos y no para unos pocos traidores que adoptan el
triste papel de traicionar a su pueblo a cambio de unos
dólares! La verdad puede escamotearse un día con frases
refinadas y cultas, con verborrea incomprensible y
argumentos cargados de dobleces y falta de compromiso.
Pero la verdad no se puede ocultar siempre.
Por eso me quedo con Cuba, como se queda su heroico
pueblo y como se quedan, sin lugar a dudas, quienes la
aman verdaderamente. Para nosotros el camino está claro:
seguir adelante a pesar de todo y sin miedo a las
amenazas y a los peligros. Algún día, señores, recibirán
ustedes la confirmación de que se equivocaron al rendirse
tempranamente ante las amenazas de una potencia que, a la
larga o a la corta, será vencida por la justicia y la
verdad. Mientras tanto, nosotros seguimos en combate:
luchando por la paz y la razón. No tenemos otra opción
como la que ustedes encontraron.
* Percy Francisco Alvarado Godoy es escritor
guatemalteco.
https://www.alainet.org/es/active/3628
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