Entre el oscurantismo y la democracia

01/03/2010
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No deja de sorprender la frase retadora del presidente Uribe durante la reunión privada de jefes de Estado, en el marco de la Quinta Cumbre de Las Américas. La sorpresa no es por las palabras utilizadas por el Presidente, ya que en varios capítulos de la política nacional le hemos escuchado frases similares, lo que sorprende es que un sector de la ciudadanía colombiana considere el hecho cómo algo positivo y señale de “berraco” al Presidente: la verdad incluso esto tampoco nos debería sorprender, lo que está en el transfondo del asunto es la arraigada cultura autoritaria de una gran parte de la ciudadanía colombiana que considera como digno acto de la diplomacia por parte de nada más y nada menos que el Primer Mandatario de Colombia, retar a otro cómo si se tratara de un episodio digno de una barriada lumpen, o tan propio de una pandilla criminal que no encuentra más camino que retar al otro para resolver las diferencias.
 
Sorprende constatar que en un país como el colombiano donde la mayor parte de la población ha sido victimizada por este y otros gobiernos; ya sea por el desplazamiento forzado, el asesinato político, la persecución política, la vulneración de los derechos a la salud, la educación el trabajo entre otros muchos, se valore positivamente y ensalce el autoritarismo con que este Gobierno suele actuar. ¿O será que los casi ya ocho años de Uribe en el poder, donde la parapolítica, las chuzadas del DAS, los falsos positivos, el surgimiento de las nuevas bandas criminales, y la reciente puesta en marcha de los decretos de emergencia social, para no mencionar más, sin encontrar soluciones dignas, le han enseñado a esta ciudadanía que no hay otro camino posible sino el autismo autoritarista del Presidente?
 
Mientras parte de nuestros ciudadanos se embeben con la imagen de un Presidente berraco con pantalones, que defiende la dignidad de los colombianos tan vilipendiados por el absurdo Chávez, otra parte de esos ciudadanos, entre los que me cuento, nos cuestionamos por el desatino presidencial que prefiere espetar a Chávez en una cumbre a crear soluciones reales para la superación de las diferencias entre los dos países.
 
Cuando ustedes eligieron a Uribe, por que yo no vote por él, les encantó la decidida resolución que mostró para acabar de una vez y para siempre con los problemas de “seguridad”, les encantó su autoritarismo que le da la imagen de un hombre berraco. El problema es que Uribe si es un berraco y lo ha demostrado por ejemplo con los decretos de emergencia social, se necesita ser berraco para pasar por encima de todos e imponer su voluntad, ha tenido que recular en cosas pero nadie le quita lo berraco, pero perdónenme, su berraquera en el tema de la seguridad queda cuestionada, si lo ha intentado incluso con los falsos positivos, pero la guerrilla y las nuevas bandas criminales surgidas del desastroso proceso de justicia y paz, están ahí y creo que a Uribe no le hace falta pronunciar su frase “Sea varón y quédese a discutir de frente…” o “Le voy a dar en la cara marica…” Para que ellas le recuerden que aún están ahí y que le falta mucho más que berraquera para poder eliminarlas.
 
Este capítulo de nuestra actualidad política llama a la evocación de la edad media donde el poder se logra por la capacidad belicosa y militar de los reyes y nobles, donde para cada habitante era incuestionable que el poder provenía de la fuerza (de la berraquera) y no de la razón, época por muchos asociada al oscurantismo y especialmente al poder indiscutible de la Iglesia, que bajo su manto asolo pueblos enteros y entregó a la hoguera a quienes se atrevían a cuestionarla –cualquier parecido con la realidad actual sólo es histórico-. Nos dice la historia que las monarquías feudales se transformaron en monarquías autoritarias y que estas terminaron prefigurando el Estado moderno, es decir, tenemos esperanza. Pero para pasar del oscurantismo uribista y prefigurar los lineamientos del Estado moderno sustentado en la razón y el derecho, no en la berraquera, (aunque sea para devolvernos a la Constitución de 1991) hace falta mucho más que elegir un Gobierno distinto y es transformar esa gente que se deleita y se identifica con los actos grotescos del autoritarismo en una ciudadanía conciente de sus derechos solidaria y responsable en lo social, una ciudadanía que sea capaz de avizorar los peligros que encarna suplantar los métodos e instrumentos democráticos por los autoritarios, y esto es válido no sólo para Colombia.
 
- Carlos Alberto Lerma es Asesor estrategia de Lobbying Corporación Viva la Ciudadanía
 
Fuente: Semanario Virtual Caja de Herramientas Nº 196, Corporación Viva la Ciudadanía. www.vivalaciudadania.org
https://www.alainet.org/es/active/36442
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