Frente Indígena de Organizaciones Binacionales y la migración oaxaqueña

Experiencias que rebasan fronteras (I)

01/03/2010
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Este boletín intenta retratar la experiencia de las y los migrantes oaxaqueños en torno al Frente Indígena de Organizaciones Binacionales, organización de base presente en ambos lados de la frontera cuya plataforma política abarca desde la lucha por los derechos humanos, las reivindicaciones laborales y la defensa de la cultura, hasta la construcción de nuevas formas de ciudadanía. Se trata de una experiencia organizativa innovadora donde la defensa de los derechos de las y los migrantes en Estados Unidos converge con la defensa de los derechos humanos en sus comunidades de origen en México.
 
Introducción
 
Santiago Juxtlahuaca es una pequeña ciudad del estado de Oaxaca. Se encuentra al sur de la región mixteca y al noroeste de la Ciudad de Oaxaca. En lengua mixteca, su nombre significa "Llano verde". Entre montañas y valles, su gente habita una de las regiones de mayor marginación de México. Gran parte de sus habitantes siempre ha vivido del maíz y el frijol. Hoy en día, muchos de ellos, eligen la opción de migrar. La profunda crisis que atraviesa el campo mexicano los ha orillado a abandonar sus comunidades para sumarse a las miles de personas que migran buscando otras formas de subsistencia para sí mismas y sus familias.
 
Cuatro mil kilómetros al norte, del otro lado de la frontera, se encuentra la ciudad de Los Ángeles, en el estado de California, Estados Unidos. ¿Qué pueden tener en común estas dos ciudades geográfica y políticamente tan distantes? Existe una respuesta: ambos sitios forman parte de un espacio transnacionalizado donde miles de oaxaqueños y oaxaqueñas articulan sus vidas y construyen nuevas prácticas políticas, espacio que no sólo rompe las fronteras geográficas y políticas, sino también las fronteras conceptuales acerca de la migración misma. Formas de vida, concepciones sociales y políticas construidas en comunidades indígenas de Oaxaca, son constantemente reconstruidas y recreadas a miles de kilómetros en contextos tan distintos como la ciudad de Los Ángeles, en California.
 
Junto a Chiapas y Guerrero, Oaxaca pertenece a la triada de estados más pobres de México. A su vez, Oaxaca es el estado con mayor población indígena: 1.6 millones, aproximadamente. Con presencia de por lo menos16 grupos etnolingüísticos, el 37 % de la población habla lenguas indígenas, siendo el estado que alcanza el mayor porcentaje en comparación con el 24% presente en Chiapas. Se estima que por lo menos 50.000 migrantes de origen mixteco trabajan en campos agrícolas en el estado de California(1). En este sentido, los datos del Banco Mundial revelaban que en 2007 México se había convertido en el mayor expulsor de trabajadores migrantes del planeta.
 
La historia migratoria de las y los oaxaqueños tiene una larga trayectoria. Durante décadas, la población oaxaqueña se ha desplazado por estados dentro de México, como Veracruz, Sinaloa, Sonora, Baja California, Distrito Federal y estado de México. El valle de San Quintín, en Baja California, ha atraído a miles de trabajadores y trabajadoras agrícolas de Oaxaca y otros estados mexicanos. Sin embargo, al finalizar el Programa Bracero (1942 a 1964), la migración oaxaqueña comenzó a tomar nuevos rumbos, cruzando las fronteras nacionales y convirtiéndose los Estados Unidos en destino para miles de oaxaqueños y oaxaqueñas, que en su mayor parte se asentaron en el estado de California, para trabajar como jornaleros agrícolas en campos como los de tomate en San Diego y los viñedos en el Valle de San Joaquín.
 
Asimismo, varias investigaciones sostienen que durante las últimas dos décadas, la población migrante mexicana que cruza la frontera norte se ha diversificado en varios sentidos: en cuanto al origen, al destino, y sobretodo a su composición. En primer lugar, cada vez es más diverso el abanico de regiones y estados origen: hoy en día existen en la ciudad de Los Ángeles federaciones de asociaciones de migrantes de al menos trece diferentes estados de México(2). A su vez, las y los migrantes están cubriendo cada vez más regiones del estado de California y están abarcando nuevos estados como Oregón, Georgia y Nueva York.
 
En cuanto a su composición, podemos hablar de un cambio del patrón tradicional del migrante mexicano(3). La crisis económica, que siempre ha sido la causa principal de la expulsión de trabajadores y trabajadoras, pero que en la década de los 80s afectó de forma más profunda al campo mexicano, ya no sólo provocó la migración de campesinos, sino que se agregaron nuevos sujetos que hasta ese momento no habían tenido una participación sustancial: los y las indígenas, las mujeres, y los niños y niñas. Desde hace tres décadas, la población migrante que vive al otro lado de la frontera ha estado tornándose cada vez más multiétnica. Durante muchos años, las y los migrantes indígenas habían tenido como destino las grandes urbes de México y las zonas agroindustriales del norte del país. En los últimos años, cada vez más migrantes de comunidades indígenas de México están estableciéndose al otro lado de la frontera. Se estima que hoy en día, unos 500 mil indígenas oaxaqueños viven en Estados Unidos. Un 70% de ellos vive en el estado de California.
 
Cuando la defensa de los derechos traspasa fronteras
 
Cientos de hombres y mujeres de diferentes comunidades de "la mixteca" llegan a la oficina del Frente Indígena de Organizaciones Binacionales (FIOB) en la ciudad de Santiago Juxtlahuaca, Oaxaca. Algunos se acercan para asistir a algún taller, otras para gestionar algún proyecto productivo. También desde las oficinas del FIOB, pero a miles de kilómetros hacia el norte, desde Los Ángeles, California, Gaspar Rivera Salgado(4) nos cuenta cuál fue el sueño que dio nacimiento a esta organización: "El FIOB nace con el sueño de defender los derechos de los pueblos indígenas en ambos lados de la frontera. Dentro de poquito, vamos a celebrar los 20 años".
 
Gaspar Rivera Salgado fue fundador del FIOB y hoy es el coordinador general binacional. También fue migrante. Nació en un pueblito de la mixteca oaxaqueña llamado Santa Cruz Rancho Viejo, municipio de San Sebastián Tecomaxtlahuaca, zona montañosa caracterizada por su alta marginación y donde el 80% de sus aproximadamente 7 mil habitantes se dedica a la siembra de maíz, chile y frijol. "Soy de una familia típica mixteca, mi papá fue migrante a Veracruz y fue bracero aquí en los Estados Unidos. Eventualmente nos asentamos en Netzahualcóyotl, estado de México, que es otro destino también muy común para los indígenas oaxaqueños, y de ahí me vine a los Estados Unidos a los 20 años". Hoy, a sus 44, Gaspar lleva 24 años "yendo y viniendo".
 
Era el año 1991 y en todo el mundo se avecinaban los festejos por los 500 años del "encuentro de dos mundos". Fue en ese año que un grupo de migrantes mixtecos y zapotecos fundaron en Los Ángeles el Frente Mixteco-Zapoteco Binacional (FM-ZB). Se unieron con el objetivo de protestar por el genocidio de los grupos indígenas y por la discriminación y el abandono del cual han sido sujetos los pueblos indígenas durante siglos(5). El fin último era coordinarse con otras organizaciones indígenas para oponerse a las celebraciones oficiales por los 500 años. Frente al éxito de este objetivo, la organización decidió continuar con otros proyectos. En aquel tiempo "queríamos tener voz en el movimiento continental de resistencia por los 500 años y luego comenzamos también a trabajar en lo que era el movimiento por los derechos de los inmigrantes", comenta Gaspar. El primer logro de la organización fue en 1993, cuando comenzó a implementarse el Proyecto de Orientación y Educación Laboral de la mano de la Asistencia Legal Rural de California (CRLA), con el fin de que los propios migrantes pudieran brindar orientación a los trabajadores indígenas de California en su propia lengua. Ese mismo año varios líderes de la organización regresaron a Oaxaca y a Baja California para organizar a las comunidades y de este modo "surge la primera organización realmente binacional para atender los problemas de los migrantes oaxaqueños en los lugares donde trabajamos y vivimos".
 
Un año después, el FM-ZB se transformó en el Frente Indígena Oaxaqueño Binacional, para que pudiera representar no sólo a mixtecos y zapotecos sino también a otros grupos indígenas que comenzaban a llegar a Estados Unidos: los triquis y los chatinos. Once años después, el nombre volvió a quedar chico. Frente a la solicitud de incorporación de varias organizaciones indígenas de Guerrero y Michoacán, el FIOB pasaría de llamarse "Frente Indígena Oaxaqueño Binacional" a "Frente Indígena de Organizaciones Binacionales". A su vez, el FIOB fundó el Centro Binacional para el Desarrollo Indígena Oaxaqueño (CBDIO), organización no lucrativa sujeta a la legislación estadounidense, cuyo fin es el de recibir recursos para poder implementar los diferentes proyectos.
 
"Fundamos las oficinas del FIOB en Juxtlahuaca y comenzamos a organizar nuestras comunidades de origen, y ya para el 95 teníamos el trabajo organizativo en Tijuana. Esto nos llevó a tener una estructura binacional, con oficinas y comités de base en Oaxaca, en el norte de México y en los Estados Unidos. Pero fue un proceso gradual, de crecimiento y expansión en las comunidades donde estábamos trabajando", relata Gaspar.
 
El FIOB se describe a sí mismo como "una organización de base y una coalición de organizaciones, comunidades e individuos indígenas asentados tanto en Oaxaca y en Baja California, México, como en California, Estados Unidos". Se define como una organización que busca "contribuir al desarrollo y autodeterminación de los pueblos indígenas migrantes y no migrantes, así como luchar por la defensa de los derechos humanos con justicia y equidad de género a nivel binacional". ¿Por qué el carácter binacional de esta organización? ¿Por qué la necesidad de defender los derechos indígenas en ambos lados de la frontera? La respuesta parece ser obvia. El que existan este tipo de organizaciones binacionales nos habla de un hecho irrefutable: el patrón de opresión se repite a ambos lados de la frontera. Tanto en México como en Estados Unidos, la población indígena encuentra explotación económica, opresión política y exclusión, en definitiva, una situación de injusticia social.
 
De este lado de la frontera: cuando el hambre empuja a salir
 
Hace aproximadamente ocho décadas que las y los oaxaqueños vienen soportando al gobierno autoritario y anti-democrático del PRI. Desde que asumió como gobernador en diciembre de 2004, el gobierno del priísta Ulises Ruiz Ortiz se ha caracterizado por el autoritarismo y la represión, con el fin de imponer a toda costa un modelo económico neoliberal contra el cual las y los oaxaqueños vienen batallando hace décadas. En junio de 2006, la ofensiva represiva tomó nueva dimensión cuando el gobierno de Ulises Ruiz intentó desalojar el plantón que mantenían los maestros de la Sección 22 en demanda de mejores condiciones de trabajo. Como respuesta a la represión, miles de oaxaqueñas y oaxaqueños tomaron las calles, formaron barricadas y exigieron la salida de Ulises Ruiz, de lo cual derivó la conformación de la Asamblea Popular de los Pueblos (APPO).
 
En el aspecto económico, no hay dudas de que el campo mexicano atraviesa una de sus peores crisis en la historia nacional. El Tratado de Libre Comercio de América del Norte ha inundado el país de productos agrícolas a muy bajo costo subsidiados por el gobierno norteamericano, dejando en la ruina a millones de campesinos y campesinas cuyos productos quedan fuera de toda competencia. Según el estudio "Pobreza, Migración y Remesas en México"(6), elaborado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en el año 2009 más de 500 mil campesinos y campesinas se quedaron sin empleo, al tiempo que el 35% de la población rural no recibe ingreso alguno. El mismo estudio señala la creciente opción por migrar fuera de las comunidades como medio para detener el progresivo deterioro de las condiciones de vida en el campo, lo cual refleja un incremento del fenómeno migratorio del 40% en los últimos seis años.
 
La política de abandono que vive el mundo rural hace décadas no ha provocado más que el vaciamiento de la valiosísima y milenaria tradición campesino-indígena presente no sólo en Oaxaca sino en gran parte de los estados de México. Sumado a ello, el famoso Plan Puebla Panamá, hoy Proyecto Mesoamérica, ha sido claro ejemplo del despojo del territorio y los recursos naturales para dar lugar a los megaproyectos de las grandes empresas, como la instalación de los parques eólicos en La Ventosa que han afectado a cientos de habitantes de comunidades indígenas y campesinas.
 
Según la Secretaría de Desarrollo Social, 58 de los 100 municipios con mayor marginación del país se encuentran en Oaxaca. Diez de ellos están en la región mixteca(7). Todos estos factores confluyen para convertir al estado de Oaxaca en uno de los mayores expulsores de población
 
Frente a esta situación, el FIOB ha sido un elemento aglutinador de esperanzas, sueños y voluntad de cambio de miles de oaxaqueños y oaxaqueñas. Son hombres y mujeres migrantes, o que nunca lo han hecho, o que algún día lo harán. O que tienen un esposo, una madre, un primo o un tío que se fue "pal norte" y quién sabe cuando regrese. En definitiva, son hombres y mujeres explorando un poquito más allá de la opción de migrar, rasgando en sus causas, "buscándole por dónde". Se trata de un desafío a la situación de injusticia, de una profunda necesidad de cambio social. Es la búsqueda de la defensa del derecho a no migrar, que el irse sea una opción y no la única forma de sobrevivencia. Es un reto grandísimo en comunidades tan fuertemente dependientes de la migración, donde la posibilidad de ir al norte significa poder mandar a los niños a la escuela, o dejar de trabajar la tierra horas y horas para que el poco maíz que de ya no sirva ni para venderse por lo mismo que costó sembrarlo.
 
Según Gaspar Rivera Salgado, el FIOB ha jugado un papel fundamental en la oposición política al gobierno priísta en Oaxaca(8). Durante sus más de quince años de existencia, esta organización ha sido un actor clave en demandar y presionar al gobierno para que deje de dar su espalda a las comunidades indígenas, caracterizadas por la carencia de servicios básicos, de infraestructura y empleos. Sin embargo, según Bertha Rodríguez Santos(9), coordinadora de Comunicación Binacional del FIOB, "por la experiencia de enfrentar gobiernos autoritarios y que no han respondido a los planteamientos de los pueblos indígenas, las comunidades han buscado sus propias formas de desarrollo, sin estar cien por ciento esperanzadas a que venga el gobierno a resolverles los problemas".
 
Rufino Domínguez(10), representante del Centro Binacional para el Desarrollo Indígena Oaxaqueño (CBDIO), señala cómo "a partir de 2006 la represión, la persecución, los encarcelamientos y las amenazas empujaron a muchos activistas, a muchas personas a migrar dentro de y fuera de México. Hemos hallado maestros y gente de la APPO que ahora andan por aquí".
 
Gaspar afirma: "Encontraremos la respuesta a la migración en nuestras comunidades de origen. Para hacer del derecho a no migrar algo concreto, necesitamos organizar la fuerza que tenemos en nuestras comunidades y combinarla con los recursos y la experiencia que hemos acumulado en 16 años de organización en ambos lados de la frontera"(11). Es por ello que, en 2009, el FIOB lanzó un programa a nivel binacional llamado "El derecho a no migrar", el cual busca construir alternativas económicas en las comunidades de origen. "No se trata nomás de impulsar un proyecto productivo sino de tratar de hacer algo por cambiar la situación política", afirma Gaspar. "Nos estamos vinculando mucho con los que regresan, buscando alternativas económicas y tratando de hacer que la migración no sea la única alternativa para sobrevivir, ese es nuestro reto. Si la gente quiere migrar, pues órale, pero que no sea esa la única estrategia de sobrevivencia".
 
En este sentido, el FIOB ha impulsado proyectos para generar empleos como la Unión de Transportistas de Pasaje y Carga Ñuu Davi y la Unión de Taxistas Ituvi Shaa A.C., que ofrecen servicio de transporte desde las comunidades rurales hacia las cabeceras municipales, o los proyectos productivos como la siembra de nopal, la granada china, la fresa o el hongo seta.
 
Otro de los proyectos del FIOB en México es el "Proyecto de Educación y Entrenamiento sobre Derechos Humanos, Trabajo Organizativo y Abogacía" cuyo objetivo primordial es fomentar la "justicia y dignidad para los indígenas migrantes oaxaqueños desde sus comunidades de origen hasta los lugares donde emigran."(12) El proyecto consiste en la educación sobre los derechos humanos tanto en el ámbito nacional como en el internacional.
 
Del otro lado de la frontera: cuando el sueño americano se vuelve pesadilla
 
Cirila Baltazar Cruz es una mujer indígena chatina que vive en una ciudad del estado de Mississippi, Estados Unidos. Allí trabajaba en un restaurante chino y compartía habitación con otros migrantes. Hace dos años dejó su comunidad en Oaxaca para migrar del otro lado de la frontera. Una noche de noviembre de 2008 Cirila sintió que había llegado la hora de que naciera el bebe que estaba esperando, salió a la calle y hablando nada de inglés, apenas algunas palabras de español, se dio a entender frente a una patrulla que la llevó al hospital. Después del parto, donde dio a luz a Rubí Juana Baltazar Cruz, se le acercó una traductora puertorriqueña que le hizo varias preguntas a sobre su situación socio económica, a las que Cirila no pudo responder porque "la señora hablaba muy rápido y yo no entendía"(13).
 
La traductora puertorriqueña determinó que Cirila no era apta para ser madre, por lo tanto la mujer tuvo que irse del hospital sin su hija. Al segundo día de nacimiento, la niña fue entregada a una pareja adinerada que no podía tener hijos. El caso fue llevado a la corte, donde la traductora citó como razones de negligencia infantil que la paciente a cambio de habitación ofrecía sexo, que su esposo la abandonó, que ella quería dar a su hija en adopción e irse de regreso a México, que la paciente era una inmigrante ilegal y que ya había "abandonado" a dos hijos en México. Para Cirila, comenzó un proceso engorroso de audiencias donde ni siquiera contaba con un intérprete de la lengua chatina, la única que ella maneja. Gracias a la intervención de la organización Mississippi Immigrant Rights Association (MIRA), que el FIOB contactó en California y que rápidamente encontró un intérprete, Cirila pudo explicar que ella nunca dijo que quería dar en adopción a su niña y que jamás había abandonado a sus hijos en México sino que los había dejado a cuidado de su madre para "poder venir a trabajar a este país y darles una mejor vida". La corte local ordenó la cancelación de los derechos de maternidad de Cirila, incluidas las visitas. Rufino se refiere a este caso como el "robo de niños amparado por la ley".
 
El de Cirila es sólo un caso de los miles que padece la población migrante en Estados Unidos, por el hecho de ser pobre, indígena, ilegal, y en este caso mujer. El no hablar ni el inglés ni el español les representa una enorme barrera para desenvolverse, y es muchas veces causa de conflicto. En el estado de Oaxaca, más del 35% de la población habla por lo menos una lengua indígena, y el 14% no habla español. Esta cifra aumenta en las mujeres, ya que de cada diez personas que solamente hablan una lengua indígena, seis son mujeres.
 
En el estado de California abundan casos de mujeres y hombres que han sido condenados y encarcelados por la falta de entendimiento y una comunicación efectiva y fluida entre las partes y las instancias de impartición de justicia(14). Fue por ello que el CBDIO, brazo legal del FIOB, creó en 1996 el Proyecto de Intérpretes Indígenas, con el objetivo de capacitar a migrantes indígenas en las técnicas de interpretación, términos legales y ética profesional. Como parte de estas capacitaciones, en 2006, doce mujeres indígenas que hablaban las lenguas mixteca, zapoteca, triqui y chatina, aparte de español y en algunos casos inglés, recibieron capacitación para ser interpretes, con un énfasis en el área de salud, con el fin de desempeñarse en clínicas y hospitales, donde muchas veces la comunicación entre el médico y el o la paciente depende cien por ciento de las interpretes. "El principal problema que encuentran los migrantes en Estados Unidos sigue siendo la barrera del idioma", señala Rufino. "Mientras no sabes un idioma no conoces cuales son los derechos y responsabilidades que tienes en ese lugar, y de ahí se deriva el acceso a la salud y a los servicios".
 
A través del Proyecto de Intérpretes Indígenas, se ha logrado colocar intérpretes en lengua mixteca y zapoteca fungiendo como puentes de comunicación en espacios tan vitales para las y los migrantes como son los hospitales, las cortes judiciales y las oficinas de inmigración.
 
Pero la barrera del idioma es sólo el primero de una larga lista de problemas y derechos humanos violentados por ser migrantes en Estados Unidos. Al ocupar los puestos más bajos en el trabajo agrícola, la precariedad de las condiciones laborales los hace sumamente vulnerables a la explotación laboral, a los abusos en los pagos y la desprotección frente a situaciones riesgosas como la aplicación de agrotóxicos en los campos agrícolas.
 
Transversal a todos estos problemas se encuentra la discriminación racial, lingüística y cultural. La barrera de la cultura les trae aparejados muchos problemas al toparse con pautas culturales muchas veces abismalmente diferentes. "Hay muchos paisanos que están en la cárcel por hechos que aquí no son delito y allí sí", comenta Bernardo Ramírez Bautista, coordinador del FIOB a nivel Oaxaca(15). En 1989, Bernardo migró por primera vez a Estados Unidos porque sus padres eran campesinos y no tenían dinero para mantenerlo en la escuela. "Y así sucesivamente venía yo a estudiar y regresaba, trabajaba en el campo agrícola con la uva, el durazno. Era trabajo muy duro". A mediados de los 90s conoció al FIOB a través de sus hermanos, quienes habían acudido a la organización por una cuestión laboral. "Un patrón los había engañado, trabajaron más días y no les quisieron pagar. Eso fue en el corte de olivo, por California. El FIOB intervino para resolver el problema".
 
Los tratos discriminatorios hacen aún más difícil la vida de las y los migrantes. Gaspar relata que hay un alto índice de mujeres que llevan a sus hijos al hospital o a las clínicas y reciben un trato humillante. "Hay mucho racismo, mucha discriminación". La precariedad habitacional, la falta de acceso a la salud y la educación vienen a engrosar la lista de violaciones a sus derechos más elementales. Todo esto agravado por la situación de indocumentados.
 
Es en este escenario donde organizaciones de migrantes como el FIOB intentan incidir a través de proyectos y programas. En el caso particular del Frente, su estructura binacional ha sido de gran utilidad para programas como el de Registro Civil. "Hay muchas personas que no están registradas, que no tienen acta de nacimiento, no tienen nacionalidad. No solamente son indocumentadas allí en Estados Unidos sino también en México", cuenta Bernardo. Por medio de gestiones del CBDIO, la directora del registro civil del gobierno del estado de Oaxaca realizó un viaje a California para atender a entre 700 y 800 personas y aún tiene el compromiso de entregar otras 500 actas de nacimiento, requisito indispensable a la hora de regularizar la situación migratoria. "Desde Oaxaca, somos un apoyo muy importante para California, porque nosotros desde aquí tenemos que hacer el trámite y mandar los papeles que ellos necesitan." Existen muchos casos de hijos e hijas de migrantes que no están registrados y eso les imposibilita inscribirse en las escuelas por no tener actas de nacimiento. El FIOB muchas veces les facilita estos trámites sin que estas personas tengan que volver a sus comunidades de origen.
 
Asimismo, muchos migrantes se acercan a las oficinas del FIOB y del CBDIO para participar en los talleres de capacitación y formación. Destaca el Proyecto de Salud Para los Indígenas Migrantes, que consiste en talleres de capacitación y prevención sobre diabetes, VIH y otras enfermedades de transmisión sexual, y la organización de sesiones de exámenes médicos en los hospitales. Este proyecto surgió en un primer momento junto a la organización californiana Lideres Campesinas con el fin de capacitar a mujeres indígenas en la prevención de enfermedades, el peligro de los agroquímicos en los campos y la violencia doméstica. Con el tiempo fue creciendo para abarcar la salud de hombres y mujeres, organizar ferias de salud y jornadas de entrenamiento sobre medicina tradicional indígena para médicos y personal de salud(16).
 
Otros proyectos incluyen talleres de Participación Cívica, donde se capacita sobre temáticas relacionadas con el funcionamiento del gobierno y las escuelas, las responsabilidades, derechos y obligaciones en el ámbito político, social y cultural, y las campañas de educación por los derechos de los migrantes.
 
A través de los talleres el FIOB busca formar liderazgos fuertes que permita acceder al "conocimiento de nuestra historia, de nuestras raíces, para poder enfrentarnos a todos los retos que vivimos." Gaspar menciona los "talleres de Descolonización" como espacios para reflexionar sobre interrogantes como ¿de dónde proviene el racismo?, ¿cuál es el origen histórico de la opresión de los pueblos indígenas?, "¿qué significa ser indio en el umbral del siglo XXI? "Entonces enfatizamos mucho esto de cómo deshacernos de la internalización de la opresión, producto de la colonización".
 
Bertha cuenta que "el FIOB y el CBDIO han jugado un papel muy importante para facilitar procesos que permitan a los indígenas involucrarse en actividades que busquen cambiar o incidir en el mejoramiento de sus condiciones de vida en los lugares de residencia." Y pone como ejemplo el Censo 2010, en donde la organización está impulsando una campaña para exhortar a la población indígena que participe en el censo especificando su origen indígena. "De esa manera podemos tener una cifra más aproximada de los residentes indígenas en Estados Unidos. La información del censo, también sirve para asignar las representaciones en el Congreso y para la distribución de servicios (escuelas, hospitales, tiendas, estaciones de policía, etc.) que las comunidades requieran". La campaña consiste en la difusión de información por medio de volantes y materiales educativos, distribuidos en talleres y foros públicos, y la asistencia para llenar el cuestionario en lengua mixteca, zapoteca y triqui, en caso de ser necesario.
 
Igual importancia reviste el impulso de eventos culturales como el festejo de la Guelaguetza que el CBDIO impulsa cada año, tradición que simboliza el encuentro de las comunidades a través de danzas regionales y que se convierte en un espacio para la reafirmación de sus identidades como indígenas. También se impulsa el evento deportivo anual de basquetbol llamado "Copa Benito Juárez", que no sólo es una práctica deportiva de recreación sino que forma parte de una serie de eventos que devienen en espacios para el intercambio y el reencuentro cultural, y a la vez momentos para la práctica y conservación de las lenguas indígenas.
 
Este esfuerzo por conservar y defender las lenguas indígenas y las prácticas culturales ha derivado en una lucha más amplia por la defensa de los derechos como sujetos migrantes. Como lo resume Rufino: "Nuestra misión como organización es implementar programas que impulsen la participación cívica y el desarrollo económico, social, y cultural de las comunidades indígenas aquí en California. Lograr el bienestar, la equidad y autodeterminación de las comunidades indígenas. Esa es nuestra razón de ser como organización."
 
Continuará...
 
Notas:
 
1. "La migración transnacional de Oaxaca y Tlaxcala: las organizaciones de migrantes en Estados Unidos", Ulises Revilla López, Fondo Indígena, 2007.
 
2. "Construyendo sociedad civil entre migrantes indígenas" Jonathan Fox, Gaspar Rivera-Salgado, Informe especial, Programa de las Américas (Silver City, NM: Interhemispheric Resource Center, octubre de 2004). 3. "Ciudadanos inconformes. Nuevas formas de representación política en el marco de la experiencia migratoria: el caso de los migrantes mexicanos", Leticia Calderón Chelius, Frontera Norte, Vol. II, número 21, enero-junio de 1999.
 
4. Entrevista con Gaspar Rivera Salgado para CIEPAC A.C., realizada el 19 de noviembre de 2009.
 
5. "Los Migrantes Oaxaqueños: Un ejemplo de Organización y Activismo Transfronterizo", Leoncio Vazquez y Nayamin Martinez, 24 Diciembre 1998, Centro de Estudios Oaxacalifornianos.
 
6. "Más crisis en el campo", por CIMAC, en El Oaxaqueño, 15 de enero de 2010.
 
7. "10 de los Municipios más pobres según la SEDESOL, son de la Mixteca", MTI/Texcoco Mass Media/Jaime Santiago Méndez, 15/08/09. 8. "El derecho a permanecer en casa", David Bacon, La Jornada Migración, 9 de septiembre de 2008.
 
9. Entrevista con Bertha Rodríguez Santos para CIEPAC A.C., realizada el 9 de noviembre de 2009
 
10. Entrevista con Rufino Domínguez para CIEPAC A.C., realizada el 15 de octubre de 2009.
 
11. "El derecho a permanecer en casa", David Bacon, La Jornada Migración, 9 de septiembre de 2008.
 
12. "La experiencia del FIOB, crisis interna y futuros retos", Rufino Domínguez Santos, Centro de Estudios Oaxacalifornianos, 11 de octubre de 2002.
 
13. "Pierde a su hija por no hablar español ni inglés", L. Miranda, El Oaxaqueño, 28 de agosto de 2009.
 
14. "Intérpretes Indígenas: Puente Imprescindible Entre Culturas","La migración transnacional de Oaxaca y Tlaxcala: las organizaciones de migrantes en Estados Unidos", Ulises Revilla López, Fondo Indígena, 2007 en página web del FIOB: www.centrobinacional.org/programas/interpretes
 
15. Entrevista con Bernardo Ramírez Bautista para CIEPAC A.C., realizada el 7 de diciembre de 2009.
 
16. "Los Migrantes Oaxaqueños: Un ejemplo de Organización y Activismo Transfronterizo", Leoncio Vazquez y Nayamin Martinez,, Centro de Estudios Oaxacalifornianos, 24 Diciembre 1998.
 
- Boletín "Chiapas al Día" No. 581, 26-febrero-2010, Centro de Investigaciones Económicas y Políticas de Acción Comunitaria, A.C. Calle de La Primavera # 6 Barrio de La Merced C.P. 29240 San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, México Teléfono y Fax: +52 (967) 6745168
CIEPAC, CHIAPAS; MEXICO. (26 de febrero de 2010)
https://www.alainet.org/es/active/36464?language=en
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