Impulsar a los “verdes” para desenredar el ovillo

13/04/2010
  • Español
  • English
  • Français
  • Deutsch
  • Português
  • Opinión
-A +A
¿Hay ejemplos históricos en que sectores populares y de izquierda revolucionaria - por necesidades estratégicas - hayan apoyado de manera consciente (“empujar”, es la palabra que utilizo para mayor precisión) a una fuerza o persona que no representa sus intereses, sino que hace parte de las fuerzas contra las que se lucha?
 
Sí, hay muchos ejemplos. A nivel mundial los más notables son: cuando los bolcheviques rusos apoyaron la revolución democrática de febrero de 1917 que era dirigida por el burgués Kerenski; la decisión de Gandhi, de no continuar con la campaña de independencia mientras Inglaterra enfrentaba la agresión alemana, o la alianza largamente sostenida por el Partido Comunista Chino con el Kuomintang que era encabezado por Chiang Kai-shek.
 
En todos los casos el argumento era muy sencillo. Priorizamos la derrota del enemigo principal, apoyamos en forma autónoma - sin perder nuestra independencia -, a quien consideramos un contradictor menor o secundario. La fuerza popular que se desarrolle con nuestra influencia hará cumplir la palabra (propuestas programáticas o acuerdos, si los hay). Si no cumplen, nosotros avanzamos. “Coger la caña”, reza el dicho popular.
 
Lenin se esforzó porque el apoyo a Kerenski fuera público, sin componendas, con la única condición que cuando éste mostrara una actitud contrarrevolucionaria contra los trabajadores y el pueblo, el apoyo terminaría y el pueblo lo enfrentaría.
 
Gandhi con su actitud, no sólo se ganó el respeto y apoyo del pueblo inglés, sino que mostró que hasta con un enemigo (que era un imperio criminal) se puede actuar con decencia y ética política. Y triunfó.
 
Mao mantuvo esa alianza a lo largo de 25 años, y eso que el Kuomintang los traicionó en más de una ocasión, pero sólo rompió la alianza cuando el pueblo pudo entender qué representaba Chiang Kai-shek. Hizo pedagogía revolucionaria.
 
En Colombia el enemigo principal de nuestro pueblo es la mafia-uribista que se ha incrustado en el Estado y en amplios sectores de la sociedad. A su sombra el imperio ha hecho su agosto, toda clase de criminales se han trepado en ese concierto de corrupción, y se han cometido las más terribles atrocidades contra el pueblo colombiano.
 
Pero este fenómeno no es obra de una persona, es la confluencia de intereses dominantes. Las transnacionales capitalistas, los terratenientes mafiosos, la oligarquía financiera monopólica antinacional, y amplios sectores de burócratas corruptos de los partidos tradicionales, alimentaron el proyecto uribista y han usufructuado su poder.
 
Es visible que amplios sectores oligárquicos e incluso del imperio, quieren salir de Uribe. Intentaron posicionar otros proyectos político-electorales para hacer un reemplazo no traumático (Nohemí, Vargas LL.). Pero como Santos sigue fuerte, ellos juegan con quien se imponga. El candidato-encubridor tiene una maquinaria bien aceitada, los cebados por el poder no van a querer soltar ese hueso y Uribe cuida sus espaldas. Hará hasta lo imposible para imponer a Santos. Ya lo está haciendo.
 
Paralelamente surgió y se ha fortalecido (¡y de qué manera!) el Partido Verde, encabezado por cuatro ex-alcaldes. Dos de ellos, de claro perfil neoliberal (Fajardo, Peñalosa); otro, híbrido, no fácilmente encuadrable, con tintes de demócrata participativo, amante de la pedagogía y cultura ciudadana, no muy amigo de las empresas estatales, que prioriza la lucha contra la corrupción, la ética pública y la legalidad democrática, y es calificado como neoliberal en lo económico (Mockus); y uno más, de corte socialdemócrata (“Lucho” Garzón).
 
Ellos han logrado generar mística entre la juventud y entre amplios sectores citadinos. Es una “ola verde” que va a ser un “tsunami”, que ya ha polarizado la campaña electoral. La votación se va a dividir entre los continuistas corruptos (Santos) y los ético-ciudadanos (Mockus). Hay llamados al “voto útil”, “a buscar el mal menor” o “apoyar el menos malo”, es parte de ese proceso. Yo llamo al voto consciente pero no ingenuo, no endoso nada. Gloria Gaitán dice: “Lamentablemente el nivel de aceptación de Petro no está en condiciones de poder derrotar a la oligarquía”. Estoy de acuerdo.
 
Es posible – como afirman algunos analistas – que el imperio y la oligarquía plutocrática, aspiren a encuadrar, contener y utilizar a la dirigencia del Partido Verde, para hacer una transición “insípida”, tapar todos sus crímenes incluyendo los de Uribe, y “aconductar” a los ciudadanos en una nueva civilidad autoritaria que acepte - “por las buenas” - las nuevas reformas neoliberales, que efectivamente necesita el gran capital.
 
Esa es la lucha, esos son los riesgos. Lo importante es tener claro… ¿Qué es lo que quiere nuestro pueblo, a qué aspiran esos millones de personas que ya hacen parte de esa “marea verde”? ¿Qué ha logrado entusiasmarlos?
 
Moralizar la administración pública es la consigna. Eso ya es una verdadera revolución en Colombia. Y la única forma de derrotar la corrupción es mediante la implementación del control social (masificación de las veedurías ciudadanas). No hay otra fórmula. Ello exige democracia y participación. Es lo que debemos impulsar al calor del entusiasmo que va a generar la caída de uno de los regímenes políticos más oprobiosos que hayamos sufrido los colombianos.
 
Apoyamos la “revolución verde” para construir la “legalidad democrática” y la democracia participativa. Y para ello, no necesitamos acuerdos ni pactos. Podemos hacerlo con nuestra propia política, autónoma, diferenciada, apoyándonos en los movimientos sociales y en la misma gente congregada.
 
El imperio y la oligarquía colombiana empiezan a tenerla difícil en esta ocasión. Los millones de jóvenes que se movilizaron contra las FARC - porque quieren la Paz -, son hoy los mismos que, en gran medida, están con Mockus y contra el candidato de Uribe (Santos). Mientras la izquierda siga mirando la vida en blanco y negro, no podrá avizorar esos cambios. Les parece una evolución impredecible, porque no perciben los fenómenos en movimiento, en permanente desarrollo.
 
Una vez que se rompa el statu quo, se van a seguir despertando energías dormidas y reprimidas, y después los "verdes" - además de la moralización de la nación - tendrán que frenar o ponerse a la cabeza de las oleadas populares que empujarán por ideas-fuerza, como la Segunda Independencia, el Nuevo País, la Democracia Participativa, la Equidad Social y Económica.
 
En fin, hay que desenredar el ovillo y estar allí para jalar de la pita.
 
Popayán, 14 de abril de 2010
https://www.alainet.org/es/active/37359
Suscribirse a America Latina en Movimiento - RSS