Colombia

Definición en primera vuelta?

Alejo Vargas Velásquez

13/04/2010

Opinión

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El debate presidencial adquirió gran dinamismo y fluidez en la medida en que igualmente lo acompaña un alto nivel de incertidumbre; esto es característico de las democracias modernas y lo resume la fórmula muy conocida de “reglas ciertas y resultados inciertos”.

Lo anterior parece asociado a varios aspectos, la inexistencia de partidos políticos sólidos y con adscripciones claras de tipo político-ideológico de sus militantes y seguidores –tenemos partidos políticos con altas votaciones en las elecciones de Congreso y no registran igual intención de voto frente a su candidato presidencial-, una sociedad predominantemente urbana con un electorado mejor informado, en la cual el escenario fundamental de la política ya no es la plaza pública, sino los medios de comunicación de masas y los debates entre los candidatos, lo cual convierte a los sondeos de opinión o encuestas –que cada vez se hacen de manera más técnica, con las obvias diferencias metodológicas en cuanto a tamaño de muestra, modalidad de la pregunta, etc- en el principal referente acerca de cómo van las campañas presidenciales y las preferencias de los potenciales votantes.

Si bien tenemos un conjunto de candidatos presidenciales competentes y que podrían ejercer muy bien la Presidencia, lo cual es un buen desmentido a las inclinaciones caudillistas, obviamente cada cual desde sus posiciones político-ideológicas, la contienda presidencial parece estar tomando una dinámica que llevaría a que en primera vuelta se decida la elección presidencial. Recordemos que tradicionalmente se afirma que en primera vuelta los electores votan por preferencias y en la segunda vuelta por conveniencia; la verdad es que parece estar tomando la campaña una tendencia de polarización entre dos opciones la de Juan Manuel Santos y la de Antanas Mockus.

No sólo lo muestran las encuestas, una tendencia mayoritaria a inclinarse por estas dos fórmulas presidenciales, sino además una estrategia de campaña en ambos casos tendiente a la victoria en primera vuelta. Alrededor de Juan Manuel Santos, que representa la continuidad de las políticas del actual gobierno, mejorándolas para orientarlas a la “prosperidad democrática”, ha dicho el candidato, se está progresivamente agrupando todo el uribismo. Alrededor de la propuesta de “legalidad democrática” de Antanas Mockus, quién reconociendo las bondades de la seguridad democrática señala que lo siguiente es fortalecer la legalidad y la idea que no todo se vale para obtener los objetivos –adicionalmente presentándose como un equipo con experiencia en gestión positiva de gobiernos locales con el candidato vicepresidencial Sergio Fajardo y los exalcaldes Lucho Garzón y Enrique Peñaloza-, se ha venido generando la llamada ‘ola verde’ que ha generado entusiasmos evidentes en redes sociales de Internet, en jóvenes y capas medias urbanas, que no son ni de izquierda ni antiuribistas, pero que quieren un cambio de política y que ven en Juan Manuel Santos una candidatura muy ‘guerrerista’ (especialmente pensando en los escenarios regionales).

El debate está siendo muy dinámico, como mencionamos; está por verse si prima el discurso de “la culebra está viva” y se requiere más mano dura y continuar la polarización amigo-enemigo, o el discurso del cambio, que parte de considerar que ya las guerrillas fueron derrotadas estratégica y políticamente –ahora son un problema de seguridad pública solamente- y que la prioridad es seguir marginalizándolas y atender crecientemente los temas de inseguridad urbana y fortalecer la cultura de la legalidad y de la democracia.

Esto conllevaría el costo del debilitamiento y arrinconamiento de las demás candidaturas, que en una especie de lógica de ‘voto útil’ propio de segundas vueltas presidenciales, lleve a los votantes a alinearse detrás de las dos opciones que consideran potencialmente ganadoras y dejando sin chance las otras candidaturas, sin descartar que algunas de ellas puedan llegar a procesos de alianzas antes de primera vuelta. Pero debemos decir, con el adagio popular, amanecerá y veremos.

- Alejo Vargas Velásquez es Profesor Universidad Nacional

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