La Cumbre del Grupo de Río y la turbulencia social
27/05/2003
- Opinión
La reciente XVII Cumbre de los presidentes y jefes de
Estado del Grupo de Río, entre el 23 y 24 de mayo en el
Cusco, se realizó en un contexto de conmoción social y
política en el Perú, que de alguna manera es el reflejo
de lo que ocurre en muchos otros países latinoamericanos,
en los que la crisis económica y la pobreza generalizada,
ponen en riesgo permanente la gobernabilidad.
Y ha sido justamente el presidente peruano, Alejandro
Toledo -quien atraviesa una de los momentos más difíciles
y dramáticos en lo que va de su mandato- quien buscó
llamar la atención sobre el tema de la gobernabilidad y
su relación con el tema de la pobreza. Sin embargo su
propuesta más importante presentada en la Cumbre, de
plantear a los acreedores, que reinviertan el 20 por
ciento del servicio de la deuda externa en
infraestructura en los países de la región, no parece
haber generado mucho entusiasmo.
Por ello, que la declaración final denominada "Consenso
del Cusco";, reitera apenas la generalidad de establecer
mecanismos financieros innovadores destinados a
fortalecer la gobernabilidad democrática y hacer frente a
la pobreza "a través de la captación de nuevos recursos
que tengan por destino la inversión productiva y la
generación de empleo".
Por su puesto que los otros puntos de la llamada agenda
estratégica para la acción del grupo de Río, está también
llena de generalidades relacionadas al desarrollo y
promoción de un sistema internacional de comercio libre y
equitativo; ello implica que se sigue apostando por el
ALCA. Hubo declaraciones complementarias como las que se
refiere a la situación de Colombia y de Venezuela;
propuestas que merecieron además la pública discrepancia
del mandatario venezolano, Hugo Chávez.
Justamente, Hugo Chávez, expresó a su llegada a Cusco
"nosotros -los presidentes- andamos de cumbre en cumbre y
nuestros pueblos de abismos en abismo";. Dos días
después de culminada la Cumbre, un diario limeño publicó
una caricatura que expresaba el contexto en el que se
realizaba el evento: una inmensa ola compuesta de gente
protestando que amenazaba hundir la embarcación sobre la
que estaban los presidentes latinoamericanos.
Tanto lo manifestado por Hugo Chávez como por la referida
caricatura, expresan de manea elocuente la situación
social y política que atraviesa gran parte de América
Latina y que en Cusco se sintetizaron con la grandes
marchas de protesta de gremios en huelga y una ciudad que
prácticamente fue sitiada para impedir que los ilustres
mandatarios puedan percibir el clima social que se vive
en el Perú.
La situación post Cumbre, en el Perú se ha complicado de
tal manera que puesto al país al borde de una crisis de
dimensiones imprevistas. A la huelga indefinida de los
maestros que lleva más de medio mes, se ha sumado un paro
agrario nacional indefinido, que se inició el 26 de mayo
y que ha paralizado el país con bloqueo de las
principales carreteras. Y como si fuera poco, han
empezado también huelgas de los trabajadores del sistema
de seguridad social denominado EsSalud y los empleados
administrativos del poder judicial. Todos estos reclamos
que son por mejoras de los salarios y en el caso de los
agricultores, exigiendo la rebaja del impuesto general a
las ventas (IGV), tienen una base común: la aplicación de
un modelo económico que mantiene los ejes del pasado
fujimorismo y que privilegia el pago de la deuda externa
que es más del 20 por ciento del presupuesto nacional
(unos 2 mil 250 millones de dólares).
Por ello, una reunión de dirigentes de los Frentes
Regionales, que se realizó paralela a la Cumbre del
Cusco, remitieron una carta abierta a los mandatarios en
las que demandaban justamente, hacer cambios en sus
políticas económicas y sobre todo en el tratamiento de la
deuda externa; como una forma de enfrentar la grave
situación de pobreza de la región.
En su evento, los dirigentes de estos frentes regionales
-que jugaron un rol importante en la lucha contra la
dictadura y la privatización- han demandado la aplicación
de políticas económicas y sociales que redistribuyan la
riqueza y que disminuyan las distancias sociales.
Plantearon también una acción unitaria con el Brasil,
para poder renegociar mejores condiciones sobre la deuda
externa. Asimismo, han definido un plan de acción entre
los que destaca una consulta para un paro nacional.
La miopía política mostrada por el gobierno de Toledo así
como por sus principales ministros, no han hecho sino que
el vasto movimiento social de protesta se hagan mucho más
grande e involucre a diversos sectores. Para el régimen,
estos movimientos ponen en riesgo la gobernabilidad. No
quieren asumir que son las políticas neoliberales en
cursos en el Perú y otros países, las principales
generadoras de inestabilidad política e ingobernabilidad.
Si no hay cambios concretos que vayan más allá de las
declaraciones formales y oficiales, la situación de las
grandes mayorías -como dijo Hugo Chávez- no sólo irá de
abismo en abismo, sino que arrastrará a tales abismos a
todos aquellos gobernantes que pretenden seguir aplicando
modelos económicos que ya han dado más de una muestra de
su total fracaso. O si no habría que preguntarles a los
argentinos.
https://www.alainet.org/es/active/3793
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