Calidad de la educación
27/05/2010
- Opinión
Durante este mes, mayo/10, se han celebrado foros en unas 50 ciudades de Colombia con el objetivo de examinar la calidad de nuestra educación elemental, media y secundaria. Sea ésta la oportunidad para reflexionar un poco en tan importante asunto.
Seguramente, como sobre la mayoría de nuestros problemas nacionales, la discusión no pasará de la consabida e interminable exposición de formalismos teóricos alrededor de las consecuencias derivadas de los enfoques mediocres, superficiales e insuficientes de los respectivos currículos en todos los niveles de la educación formal. Las causas o no importan o se guardan en los lúcidos cerebros al servicio de la burguesía, por ejemplo en el de Antanas Mockus, quien afirma que la desigualdad social no es generadora de violencia. Y ni se hable de la educación informal, pues todo indica que ni siquiera existen los debidos controles sobre los medios de comunicación.
Los educadores y los guionistas de telenovelas y realities figuran entre los autores materiales del atraso académico y moral de nuestra población. Obviamente los autores intelectuales son el gobierno y su clase social, de la cual hacen parte los propietarios y directivos de los distintos medios impresos, radiales, televisivos….Ellos necesitan mantener la población alienada ideológicamente, embrutecida, y de esta forma sometida a sus intereses. Por ello determinan los contenidos de la enseñanza y las formas de orientar la niñez y la juventud, de modo que se reproduzca fácil e incesantemente el sistema socioeconómico que les conviene. Esta situación la analizó con propiedad Luis Althusser en el ensayo “Los aparatos ideológicos del Estado”.
Empecemos por la negación de los derechos de los niños y niñas. El principio # 7 de la Declaración Universal de los derechos del niño dice: “El niño tiene derecho a recibir educación, que será gratuita y obligatoria por lo menos en las etapas elementales. Se le dará una educación que favorezca su cultura general y le permita, en condiciones de igualdad de oportunidades, desarrollar sus aptitudes y su juicio individual, su sentido de responsabilidad moral y social, y llegar a ser un miembro útil de la sociedad”.
Al respecto, saltan preguntas: ¿Poseerá aceptable cultura general una persona que desconoce los diversos enfoques filosóficos en la interpretación del mundo y la sociedad humana?, ¿Es suficiente una formación religiosa que ignora la historia real de las religiones, sus dogmas y sus cultos?, ¿Podrá elaborar un juicio individual consecuente al escoger su militancia política quien desconoce la diversidad de enfoques socio económicos, políticos y culturales existentes en el planeta tierra?, ¿Será culta la persona que ignora el Materialismo Dialéctico y el Materialismo Histórico?, ¿Cómo se permite exigirle a un niño o niña enrolarse en una religión o en un partido político cuando aún ignora las opciones alternativas?
Las falencias en este sentido obedecen a la carencia de una auténtica formación integral, no parcial. Bajo el sofisma de que la niñez y la juventud, sobre todo pertenecientes a familias de precarios recursos económicos, necesitan capacitarse para el trabajo, para aprender a hacer, pues como no podrán ingresar a la Universidad, se les exonera de aprender a ser, de pensar en ideas sublimes, no generadoras de ingresos tangibles pero sí de insumos para la autorrealización humana. Nuestros gobiernos burgueses han decidido que sólo los hijos e hijas de los ricos deben aprender a pensar, los demás deberán contentarse con la realización de oficios materiales.
Los docentes universitarios se quejan porque la mayoría de los primíparos universitarios no saben leer, son incapaces de interpretar textos, así sepan copiar y pegar en el ordenador y enviar montones de mensajes a través del móvil. Y muchos nos lamentamos de la pobreza en el análisis de los problemas colombianos, de sus causas y soluciones, principiando por algunos candidatos presidenciales, entre quienes los más superficiales son los que gozan de mayor favorabilidad electoral.
Nos dicen que en Colombia gozamos de democracia. ¿Cómo vamos a tenerla si el pueblo carece de las condiciones necesarias para aprovechar las posibilidades ofrecidas por el Estado, las cuales siempre son inferiores a las demandadas?, ¿Pueden expresarse aquí los opositores al gobierno cuando los pobres, sus principales víctimas, no poseen periódicos, ni revistas, ni cadenas radiales, ni canales televisivos, a través de las cuales exponer públicamente sus opiniones? En un Estado democrático tienen que existir espacios para el Gobierno y sus opositores, medios financiados por el Estado con igualdad de posibilidades para los pro y los anti Gobierno o los anti Régimen. Pero si la oposición apenas puede expresarse marginalmente, como sucede en Colombia, de cuál democracia se ufanan, dónde está la libertad de difundir libremente las ideas?. A un Estado donde el ejercicio de los derechos es cuantitativamente proporcional a los patrimonios o activos de los usuarios, no le cabe la denominación de democrático. La ausencia de medios mediante los cuales pueda expresarse la oposición es un factor altamente incidente en la baja calidad de la educación colombiana.
Armenia, 27 de mayo de 2010.
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