Tan lejos de la felicidad y tan cerca del desencanto
02/09/2010
- Opinión
¿Cuántas personas queremos caminar por las calles, caminos de herradura, avenidas, veredas de este país sin temor a nada? Yo diría que es una ilusión que nos abarca a casi todas las personas. ¿Y cuántas queremos que cada niña y niño que nace cada día, pueda alimentarse sana y nutritivamente? Muchas diríamos que también es una ilusión. Vivir en un país en que todas y todos coexistamos sin temor al aniquilamiento físico por razones económicas o políticas y que las niñas y niños no se desvanezcan ni mueran por falta de una alimentación sana y nutritiva son sueños compartidos por la mayor parte de quienes habitamos en este país.
Me da mucho coraje reconocer que ambas ilusiones y otras, que son parte de nuestro anhelo de vivir dignamente, no se puedan concretar por nuestra incapacidad de construir un marco de relaciones políticas, económicas, culturales, sociales desde el criterio ético del bien común. Esta incapacidad comienza desde quién ejerce el poder público. Si hay alguna duda, lean el diario la Hora del 23 de agosto. Ahí encontrarán una extensa entrevista al presidente de la República Álvaro Colom. A la pregunta si cree que se tiene un Estado débil o prácticamente fallido, el presidente nos revela su poca capacidad de escucha (o su cinismo) pues su respuesta indica que no entendió la pregunta. El afirma que estamos lejos de ser un Estado fallido, pues Guatemala tiene una economía fuerte y un sector privado vigoroso, fuerte en todo el sentido de la palabra.
Por mi trabajo en investigación social tengo la posibilidad de acercarme a indicadores económicos, demográficos, sociales, ambientales, de producción y fiscales, y mirar las estadísticas me produce un gran desencanto, me alejan profundamente de un estado de felicidad.
Si el Producto Interno Bruto (PIB) muestra un crecimiento, entonces la alegría de cafetaleros, industriales, banqueros y azucareros aparece. Esta alegría también es extensiva al presidente de la República y a los funcionarios públicos, principalmente quienes tienen bajo su cargo las carteras de economías y finanzas. No hay que olvidar que la estabilidad macroeconómica es condición de posibilidad para que haya crecimiento.
Leí en un artículo de la economista Alicia Gariazzo, publicado en Chile, que el PIB, que mide el valor de la producción de bienes y servicios en un año – y al compararlo con el año anterior nos mostraría el crecimiento o decrecimiento de la economía de un país, región o sector -, está siendo seriamente cuestionado por destacados economistas como Sen y Stiglitz, reconocidos por la academia sueca con el Nobel en Economía. Gariazzo refiere que ambos economistas afirman que no hay crecimiento en un país si no mejoran correspondientemente los niveles de empleo, la calidad de vida de sus ciudadanos y ciudadanas y la distribución del ingreso. Gariazzo agrega que no se puede hablar de crecimiento cuando un país destruye o agota sus bienes naturales, avasalla a la población con la basura y los deshechos tóxicos que genera y arriesga el futuro de las nuevas generaciones por la extracción indiscriminada de dichos bienes.
Me pregunto cómo podemos estar tan conformes y doblegados, cuando leemos en el Perfil Ambiental de Guatemala 2008-2009, que el modelo económico que han construido el puñado de familias ricas y poderosas, en alianza con algunas empresas transnacionales, es tan ineficiente social, económica y ambientalmente que extrae una cifra promedio anual de 9.0 toneladas de bienes naturales por hectárea superior a la media mundial de 3.6 t/ha/año. El Perfil elaborado por la Universidad Rafael Landívar asocia estos niveles de extracción con la erosión de lo suelos, equivalente a 3.4 toneladas de suelo por cada tonelada de biomasa extraída. Y luego, con cinismo e hipocresía, los funcionarios públicos explican los desastres naturales considerando sólo los efectos del calentamiento global. Si alguien tiene duda, sugiero que lea y analice “Después de Agatha y Pacaya: Juntos hacia una plan de recuperación y reconstrucción con transformación”, del gobierno de Álvaro Colom.
Cuando analizamos de manera comparativa con otros países del área latinoamericana el gasto público en educación, salud, seguridad social y desarrollo rural, el desencanto crece, crece y crece. ¿Cómo es posible que esta sociedad pueda tolerar que sólo el 8.2% del ingreso nacional corresponda a impuestos y que 60.9% se lo apropie el capital? Comparto la recomendación del Perfil Ambiental cuando señala que “transitar hacia el desarrollo implica generar condiciones para mejorar las proporciones equivalentes al empleo y a los impuestos, pero sobre todo, modificar los criterios de inversión pública”.
Jefefrey Sachs, profesor de economía de la universidad de Columbia aconseja que el resto del mundo debiera hacer lo mismo que Bután. En este país el desafío económico no es el crecimiento del producto interno bruto, sino de la felicidad interna bruta. La clave de Bután consiste en considerar la felicidad interna bruta como una búsqueda perdurable y no como una simple lista de control. La tradición budista de Bután entiende la felicidad no como un apego a los bienes y servicios, sino como el resultado de un trabajo serio de reflexión interior y compasión hacia los demás (el periódico, edición dominical 29 de agosto 2010)
Así, mientras la élite económica y política sonríe cuando el PIB crece, las personas de a pie, de camionetas, nos enmendamos a la providencia para huir de la muerte. No pierdo la esperanza, aún, de que el liderazgo social, como buenos alquimistas, combinen ingenio, audacia, lucidez, voluntad unitaria y flexibilidad para construir espacios políticos multidentitarios, con capacidad de generar un efecto de poder efectivo y transformador de las opresiones de género, clase, étnica y de los bienes naturales. Ya es tiempo de que el liderazgo mire hacia adentro, neutralice la seducción del dinero y el protagonismo que les ofrecen los gobiernos de turno y cierre esa gran brecha que existe entre lo que se dice y lo que se hace.
Guatemala, 30 de Agosto del 2010.
Eugenio Incer Munguía
Área de Estudios sobre el Campesinado
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