Prisioneros políticos mapuche: 55 días en huelga de hambre

03/09/2010
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Hoy 4 de Septiembre y cuando se cumplen 40 años de la victoria democrática que llevó a Salvador Allende a la presidencia de Chile, 32 comuneros mapuche, prisioneros políticos a merced de las arbitrariedades del Estado chileno, cumplen 55 días en Huelga de Hambre. ¿Cuáles son los efectos de un ayuno tan prolongado? Según especialistas médicos a partir de la sexta semana de ayuno el riesgo de daños irreversibles es de un 90%. El órgano más afectado es el cerebro que requiere 120 gramos diarios de glucosa. La confusión mental es uno de los principales síntomas que indican el deterioro irreversible, sí, irreversible.
 
Ayer 3 de Septiembre, el presidente chileno Sebastián Piñera se refirió por primera vez a la Huelga de Hambre sostenida por los comuneros mapuche, y anunció el envío al parlamento de dos iniciativas legales: una que “moderniza y modifica la justicia militar” (entre las muchas falencias de Piñera está el desconocer el pensamiento de Charles Louis de Secondant, Barón de Montesquieu, el gran precursor de la separación de los poderes, que sostuvo: “la justicia militar es para la justicia tan nociva como la música militar para la música”), y otra para “perfeccionar y tipificar mejor el delito antiterrorista”. El lenguaje tampoco es un aliado fiel de Piñera, ¿o alguien puede explicar qué es un delito antiterrorista?
 
Al quinto día de Huelga de Hambre los comuneros mapuche empezaron a sufrir daños en órganos importantes como el hígado y riñones. El organismo deja de consumir la glucosa y el glucógeno almacenados, y empieza a consumir las grasas que son la despensa energética de los seres humanos. La reserva de grasas se agota a los 40 días de ayuno.
 
A los comuneros mapuche se les aplica una legislación antiterrorista que les priva de los derechos fundamentales garantizados por el Estado de Derecho, y para justificar la medida se alude a informaciones “clasificadas” que, eventualmente, dicen que dicen que dijeron, vincularían, por ejemplo, a los mapuche con las FARC de Colombia. Estas informaciones mantenidas en riguroso secreto fueron proporcionadas por el ex presidente colombiano Álvaro Uribe, un sujeto que se despidió de la presidencia dejando un legado de 32.000 desaparecidos, una cifra superior a la suma de todas las desapariciones en todas las dictaduras de América Latina. Al menos 1.700 de estos desaparecidos son los llamados “falsos positivos”, jóvenes asesinados por el ejército y policía colombiana, presentados como guerrilleros muertos en enfrentamientos. Toda la gestión de Álvaro Uribe, sus dos mandatos, contaron con el apoyo y beneplácito del gobierno de los Estados Unidos. ¿Qué credibilidad puede tener la información proporcionada por un sujeto de la calaña de Álvaro Uribe? Hace poco más de un año, el Batallón Boyacá presentó a la prensa los cadáveres de veinte guerrilleros caídos en combate. Todos eran campesinos e indigentes cazados al azar y asesinados para justificar las medidas antiterroristas del gobierno. Uno de ellos era un discapacitado que no podía mover los brazos pero fue presentado con un fusil en las manos. ¿Qué valor legal puede tener la información entregada por genocida? Pero esta información es uno de los motivos que según el gobierno chileno, el de hoy y el de ayer, justifica la aplicación de las leyes antiterroristas a los mapuche.
 
A partir del día 30 en Huelga de Hambre, los comuneros mapuche empezaron a sentir un cansancio desmesurado que casi impide hablar. La desnutrición afecta a todos los sistemas del organismo. A partir del día 40 –y ya llevan 55- el deterioro se hace notable por el desgaste físico, produciendo inmovilidad, pérdidas de conciencia y apatía generalizada, síntomas de los daños irreversibles por la falta de energía.
 
Ayer, al finalizar un encuentro entre el presidente Sebastián Piñera y los partidos con representación parlamentaria, la líder del PPD, ex ministra portavoz de gobierno y vocera de la concertación, Carolina Tohá, valoró el encuentro y la disposición del jefe del Estado de buscar na solución al “conflicto protagonizado por los mapuche”. Y agregó: “ vamos a apoyar una instancia de diálogo que establezca puentes con los comuneros que están en huelga de hambre”.
 
Carolina Tohá sabe que durante el gobierno del que fue ministra, y durante el anterior, y así remontándonos hasta la dictadura, y más aún, hasta el año 1810 cuando los hijos y nietos de los encomenderos decidieron la independencia de Chile, sabe que nunca se hizo nada para detener el saqueo de tierras, el expolio y la humillación del pueblo mapuche.
 
Para todos los gobiernos de Chile los mapuche fueron siempre unos potenciales alzados a los que había que mantener sumisos y reprimidos. En Chile, por lo menos la derecha expresa con claridad su ideario de matones, y así lo dio a entender en la reunión con el jefe del Estado el vocero de la UDI, Juan Antonio Coloma: indicó que su colectividad “hará un esfuerzo para resolver este conflicto”, pero subrayó que se trata “ de un problema heredado de las administraciones anteriores y que no amerita una reforma a la ley antiterrorista”. El cinismo es la gramática del racismo chileno.
 
Escribo estas líneas hoy que es 4 de Septiembre y a mi memoria llegan el aroma de una noche casi primaveral, una noche de serena alegría y cuando tenía 20 años. Una multitud de mujeres y hombres humildes, la mayoría jóvenes, nos abrazábamos frente a la casa de la Federación de Estudiantes de Chile. Esperábamos a Salvador Allende, a que diera por iniciado nuestro sueño revolucionario y transformador de la sociedad. No lo conseguimos. No pudimos. Pero nos dimos por entero y ese es nuestro orgullo. Muchos pagaron con sus vidas el intento por hacer de Chile un país justo, un país que también considerase desde el respeto las legítimas reivindicaciones del pueblo mapuche.
 
Quisiera recordar con alegría, pero no puedo, porque hoy que es 4 de Septiembre un grupo de 32 comuneros mapuche, de la Gente de la Tierra, prisioneros políticos del capital, se juegan la vida en una Huelga de Hambre que se prolonga por 54 días. Piden justicia, y para la nación mapuche la justicia es mucho más que un atado de normas legales.
 
Es su tierra, su sagrada tierra, su bendita tierra, su amada tierra, y esa es la cuestión de fondo que los descendientes de los encomenderos y de los europeos de cualquier latitud que llegaron a usurpar su territorio se niegan a entender.
 
Luis Sepúlveda, Gijón, 4 de septiembre de 2010
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