Un pueblo que desde sus cenizas desafía lo imposible

15/09/2010
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El 12 de septiembre quedará como un hito inolvidable en el histórico proceso de transformación que comienza en Honduras. El pueblo, venciendo sus limitaciones materiales y culturales, logró la adhesión de 1’270,000 de hondureños/as conscientes al sueño de la nueva Honduras. Sí, aunque Ud. no lo crea. En la Honduras feudal, de la intimidación, represión y asesinatos selectivos, se logró superar la meta del 1’250,000 firmas que el Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP) se había propuesto como meta para exigir la convocatoria a la Asamblea Constituyente Popular. El actual Presidente de la República fue electo con 1’215,000 votos.
 
¿Qué dirán, ahora, los patrones del país que sistemáticamente intentaron convencer al país y al mundo que el FNRP era una mara de 10 ó 20 pelagatos? El 28 de junio del 2009, dieron el vergonzante golpe de Estado para evitar que el pueblo se expresara en las urnas a favor del proceso constituyente. ¿Cómo silenciarán y esconderán, ahora, a este cerca del 30% del electorado hondureño que con su impronta exige la refundación del país? Esto es un golpe duro contra el golpismo enredado en sus propias contradicciones internas. Ellos reprimieron y reprimen en las calles. Pero, ahora, son reprimidos por el inesperado y caudaloso aluvión de firmas de los repudia exigiendo una nueva Honduras.
 
Esta cantidad de firmas ratifica que son millones las y los hondureños en resistencia. Las firmas sólo se recogieron en algunas zonas geográficas del país, porque el FNRP carece de recursos financieros, logísticos y humanos para cubrir todo el territorio nacional. El FNRP aún no se ha consolidado en los 298 municipios del país. Pero, incluso, con estas limitaciones lo imposible se hizo posible.
 
Para la dirigencia nacional del FNRP este logro es una gran responsabilidad sociopolítica. ¡Es el momento de convertir esta mayoría demográfica de hondureños/as en resistencia en una mayoría política! Esto pasa necesariamente por la organización/articulación y formación de esos millones de resistentes declarados en todo el territorio nacional. Está claro que la demanda aglutinadora de la resistencia es la Asamblea Constituyente. Ahora, es el momento de pasar de la resistencia en protesta a la resistencia con propuestas. ¡El FNRP tiene que idear (juntamente con el pueblo) la nueva Honduras que será plasmada en la nueva Constitución Política! No es el momento de tomar el poder, sino de construir el poder desde lo local.
 
Para los sectores de la clase media, ONGs, iglesias, organizaciones de la sociedad civil, etc., es el momento de tomar decisiones. Este pueblo que, ahora, desde sus cenizas se levanta lamiendo sus heridas, jamás perdonará la indiferencia o la falsa prudencia de cuantos con su silencio cómplice legitiman el sistema de la agonía implantado en Honduras. El pueblo ha abierto los ojos, y como un león herido va directo a conseguir su objetivo: la construcción de la nueva Honduras posible.
 
Para los patrones del país, enquistados en las estructuras del Estado en crisis, en las dirigencias de los moribundos partidos políticos tradicionales, en las fuerza armadas, en las jerarquías religiosas y en todo el empresariado y terratenientes del país, el mensaje es claro. Ahora es cuando tienen la oportunidad para prevenir posteriores lamentos irremediables. Esta élite debe aprender de lo que ocurrió con sus similares obstinados en Bolivia, Ecuador y Venezuela. En estos países, el pueblo consciente les dio oportunidades para que dichas élites recapacitaran en su momento. Pero, el egoísmo y el desprecio hacia el pueblo pudieron más que la sensatez en los patrones. Por eso, ahora, aquellos patrones andan errantes en el autoexilio porque el pueblo despierto y empoderado muy difícilmente perdona a sus verdugos.
 
Los resultados del escrutinio de las declaratorias del 12 de septiembre son campanazos que anuncian el galopante clarear del nuevo amanecer de la nueva Honduras. Si nos mantenemos sordos/as a estos campanazos preventivos, el reflujo de las fuerzas sociales del país nos arrojarán fuera de los destinos de Honduras, y, entonces, nuestro destino será el lamento inconsolable.
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