Inadmisible la persecución

05/11/2010
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Me hastía la persecución electrónica, el eco de mi voz en el otro teléfono, el silencio antes de que caiga la llamada, la palabra subversiva que activa el acecho automático, el saqueo en mi ordenador tras activar la red. No hay hora para perseguir al disidente, la dictadura vigila permanentemente hasta hastiarnos.
 
Somos marginales, casi nadie, en la resistencia; sin embargo, se nos persigue electrónicamente.
 
¿Cuál es el delito? Luchar por la democracia. Aspiramos a erigir una estructura organizativa que derrote a las fuerzas del atraso, utilizando las mismas herramientas del sistema capitalista: los procesos electorales.
 
Queremos –si se nos permite- derrotar a las fuerzas oligarcas en las urnas, con el voto en la mano. Esta es nuestra lucha, la lucha cívica.
 
Aquí nadie busca el poder por la vía armada, por eso es que es inamisible que el Estado oligárquico despliegue todo su poderío para liquidar a quienes nos oponemos desarmados a las injusticias que hoy privan en la nación.
 
Nuestra arma es el pensamiento, no son balas; de aquí que los contendientes oligárquicos, deben anteponer pensamiento y no tanquetas y toletes.
 
Es inaudito: nosotros somos partidarios de la lucha pacífica y ellos, los oligarcas, de la lucha armada. Desde este ángulo disparamos palabras, ellos, desde sus barricadas clandestinas, disparan balas vivas.
 
De aquí el hastío, de observar el anacronismo de una oligarquía que le tiene miedo a las mismas prácticas que ellos se inventaron para el control del aparato económico político e ideológico de la nación.
 
No tiene sentido montar un aparato de represión estatal, incluido el sicariato, cuando las luchas son pacíficas, cívicas, y en el marco de la democracia burguesa. Por supuesto, entiendo el carácter de clase de las acciones emprendidas contra la resistencia: Este es el trasfondo de esta lucha.
 
En realidad, la oligarquía le teme a la contienda cívica, por ésta razón adoptan la lucha armada contra el pueblo hondureño, impuesta por un creciente militarismo recién inaugurado en Honduras.
 
Sola la rotunda mezquindad de la avaricia elevada a la enésima potencia es capaz de perseguir y liquidar a quienes solo poseemos por escudo el don de la palabra, el don de la escritura.
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