Pachakutik - Sociedad Patriótica: Las razones de la ruptura
06/08/2003
- Opinión
A fines del mes de octubre
del 2002, ganaba la presidencia del Ecuador, el coronel Lucio
Gutiérrez, del Partido Sociedad Patriótica. El proceso de
Gutiérrez recordaba mucho a aquel de Chávez en Venezuela.
Ambos militares se insurreccionaron en contra del régimen
político acusándolo de corrupto, ambos se situaron por fuera
de la clase política tradicional para lograr legitimidad y una
plataforma política electoral, ambos apelaron a sectores
sociales muy críticos al stablishment vigente, y ambos
mantuvieron durante su campaña discursos críticos y radicales
a las políticas de ajuste del FMI y del Banco Mundial. Pero
las semejanzas se detienen allí.
Apenas posesionado a inicios del 2003, el coronel Gutiérrez
estructuró su equipo económico con aquellos sectores que decía
combatir, los tecnócratas del FMI y los banqueros. El
stablishment ecuatoriano saludó las decisiones del Coronel
Gutiérrez como una sana dosis de pragmatismo en el ejercicio
del poder.
Esta decisión de Gutiérrez dejó sin piso la propuesta de
aquellos sectores de los movimientos sociales, especialmente
el movimiento indígena ecuatoriano, y de los sectores
sindicales y los partidos de izquierda que habían apoyado al
Coronel en su campaña electoral y que pensaron que desde el
nuevo gobierno eran posibles realizar cambios en función de
una agenda social y de redistribución del ingreso.
Apenas a tres semanas de haberse posesionado como Presidente
de la República, el coronel Gutiérrez, impone un duro paquete
de ajuste económico incrementando los precios de los
combustibles, de la energía eléctrica y de otros servicios,
como paso previo para la suscripción de una Carta de Intención
con el FMI, solicitando a éste la aprobación de un acuerdo de
derecho de giro (stand-by), por trece meses y por un monto de
151 millones de DEG (Derechos Especiales de Giro, la unidad de
cuenta del FMI), es decir, alrededor de 200 millones de
dólares, un monto si se quiere insignificante para una
economía que tiene un PIB de 26 mil millones de dólares.
Pero en realidad, lo que el nuevo gobierno del Ecuador buscaba
era el aval del FMI en el concierto internacional para lograr
la aprobación de nuevos créditos por parte de las
multilaterales, y una probable apertura de los mercados
financieros internacionales hacia el Ecuador. De hecho, el
Coronel Gutiérrez exhibió su acuerdo con el FMI como uno de
los logros más importantes de su gobierno. Una apuesta que, a
ese nivel, finalmente daría resultados.
En efecto, cuatro meses después, el Banco Mundial hacía
pública su "Estrategia de Asistencia al País" (Country
Assistance Strategy, CAS), en el cual manifestaba su voluntad
de abrir una cartera de créditos para un portafolio de
programas por más de mil millones de dólares a ser
desembolsados durante el periodo 2003-07, es decir, el periodo
de gobierno de Gutiérrez. Durante el mismo periodo de tiempo,
el Banco Interamericano de Desarrollo, BID, comprometía
recursos asimismo por algo más de mil millones de dólares. De
su parte, la multilateral regional, la Corporación Andina de
Fomento, CAF, se suma al coro de buenas intenciones y también
ofrecía un importante paquete de ayuda crediticia.
De esta manera, parecería que el gobierno del Coronel
Gutiérrez contaría con todos los auspicios, al menos de la
banca multilateral. Lo que animaba a las multilaterales de
crédito a auspiciar de manera tan decidida al Coronel
Gutiérrez era la presencia del movimiento indígena dentro de
su gobierno. En efecto, el mismo Banco Mundial, en su
Estrategia de Asistencia al País, párrafo Nº 5, señala que:
"El compromiso de la nueva Administración para reducir la
pobreza, la fuerte presencia indígena en el Gobierno, con sus
tradiciones de procesos participativos para asegurar la
concertación y de vigilancia pública para fortalecer la
transparencia ... son elementos que presentan una ruptura
significativa con el pasado, y que justifican mayor
colaboración y apoyo por parte del Banco para el Ecuador."
Era la primera vez que los indígenas accedían al gobierno en
una alianza y era necesario, entonces, consolidar su proceso
de institucionalización, es decir, convertirlos en partido de
gobierno para tener un mejor control sobre los alcances de su
proyecto político. Ahora bien, tanto la Carta de Intención
con el FMI, como la Estrategia de Asistencia al País del Banco
Mundial, radicalizan una agenda y un proyecto que habían sido
fuertemente cuestionados por el movimiento indígena, al
extremo de que sus mismos contenidos fueron la causa de las
movilizaciones indígenas y sociales que causaron la
destitución de dos gobernantes: Bucaram en 1997 y Mahuad en el
2000, así como una serie de levantamientos.
Desde el inicio de la alianza entre Pachakutik y el partido
del Coronel Gutiérrez, Sociedad Patriótica, se pudo comprobar
que el proyecto de Gutiérrez era incompatible con el
movimiento indígena y que la colisión era cuestión de tiempo.
Efectivamente, el Coronel Gutiérrez se hallaba empeñado en
cumplir a rajatabla sus compromisos con el FMI, porque éstos
eran el único soporte para su gobierno.
Esta agenda de Gutiérrez y del FMI comprendía, entre otros
aspectos: la privatización de la energía eléctrica, las
telefónicas, el petróleo; y varias propuestas de reformas
estructurales: reforma laboral, bajo el pretexto de
flexibilizar los mercados laborales, que desmantelaba todas
las garantías y derechos adquiridos por los trabajadores,
incluyendo el incremento de la jornada laboral sin incremento
salarial; reforma fiscal que comprendía ampliar la base
tributaria hacia abajo incorporando a los ecuatorianos más
pobres como sujetos de tributación, además de la tributación a
las remesas de los migrantes y la exoneración de impuestos a
los sectores más pudientes de la sociedad; reforma a la
seguridad social, que incluía su privatización y su probable
desmantelamiento al transferirla a los municipios; y, reforma
financiera, que incluía la privatización de los bancos que
habían sido rescatados por el Estado en la crisis de 1998-
1999.
Para Gutiérrez, la Carta de Intención con el FMI se había
convertido en realidad en su verdadero programa de gobierno.
De su fiel cumplimiento dependían los desembolsos anunciados
por las multilaterales, y esos recursos irían a financiar su
propuesta de desarrollo y por tanto la "gobernabilidad" de su
régimen, aunque al Ecuador le signifiquen un
sobreendeudamiento que a la larga ameriten nuevas políticas de
ajuste económico.
De su parte, el movimiento indígena, a través de su movimiento
político Pachakutik, pensó en un inicio que el gobierno bien
podría ser un "espacio en disputa" desde el cual se logre
presión por una agenda de reactivación productiva con equidad,
justicia social y redistribución del ingreso. Pero al
movimiento indígena no se le habían abierto ni se le habían
otorgado ni los espacios ni las capacidades institucionales
para, al menos, lograr un "efecto demostración" frente a la
sociedad de lo que significaba su propuesta de Estado y de
gobierno.
Durante los primeros seis meses de administración, y a medida
que tenía que cumplirse el cronograma de reformas acordados
con el FMI, el movimiento indígena comprendió que la alianza
era inviable políticamente y que el gobierno del Coronel
Gutiérrez, se había alineado de una manera tan radical con el
FMI y el Banco Mundial, que ya era imposible considerarlo como
un "gobierno en disputa".
La gota que derramó el vaso fue la oposición total de los
diputados del movimiento Pachakutik a suscribir la propuesta
de reforma laboral enviada al Congreso por el gobierno de
Gutiérrez. De haberla aprobado, el movimiento indígena habría
perdido de manera irremisible a uno de sus aliados
estratégicos más importantes, la clase obrera y habría
hipotecado los contenidos fundamentales de su proyecto
político al largo plazo.
Es sobre este contexto que se sitúa la ruptura de la alianza
entre el movimiento Pachakutik y el gobierno del Coronel
Gutiérrez. El tiempo futuro es un tiempo de confrontación.
El movimiento indígena no va a resignar su capacidad de
movilización en este enfrentamiento. El gobierno de
Gutiérrez, que ahora busca una base de sustentación política
con las oligarquías de la costa, los banqueros y el partido de
derecha, Partido Social Cristiano, sale de la ruptura
seriamente debilitado y comprometida su capacidad de conseguir
los recursos necesarios por parte de las multilaterales para
su programa de gobierno.
De hecho, el movimiento indígena ha logrado suspender la
reforma laboral, y es probable que en sus estrategias
políticas del mediano plazo, se logren desmantelar los
acuerdos y el cronograma de acción previstos con el FMI. La
"estabilidad y reforma estructural", que es el proyecto
político de Gutiérrez, y también del FMI y del Banco Mundial,
corren el riesgo de quedarse a medio camino al igual que su
gobierno.
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