Las Fuerzas Armadas Argentinas entre la dignidad y la deshonra
07/08/2003
- Opinión
Las nuevas generaciones de las FF.AA. deben mirar con
preocupación los acontecimientos de un pasado reciente
marcado por la tragedia de miles de desaparecidos,
muertos, torturados, niños secuestrados y desaparecidos,
violaciones, cárceles, "el reparto del botín de guerra",
y el saqueo sin piedad de los recursos del pueblo;
sumándose a esta trágica etapa la guerra de las Islas
Malvinas, provocada por la irresponsabilidad de la
dictadura militar, quien trató de manipular un
sentimiento profundo del pueblo argentino para consolidar
su frente interno que se estaba desmoronando.
Aunque no vivieron esa dolorosa época, no ignoran la
resistencia y el reclamo de los organismos de derechos
humanos a la Verdad y Justicia; no ignoran las grandes
movilizaciones sociales, y saben que perduran las heridas
no cerradas en la sociedad.
Se sienten preocupados y cuestionados por el accionar y
políticas impuestas de quienes fueron los altos jefes de
las tres fuerzas; reclamados por graves violaciones de
los derechos humanos durante la dictadura militar que
asoló al país desde 1976 a 1983.
Es necesario tener conciencia crítica para un correcto
discernir entre los verdaderos valores y los anti-
valores. Algunos sectores partidarios del olvido y la
impunidad, opinan que existe malestar en las FF.AA.;
frente a la política del gobierno en poner las cosas en
el lugar que corresponde. Es saludable esa preocupación
porque les permite hacer memoria y conocer la verdad y si
tiende a recuperar el derecho y la dignidad perdida.
Es saludable que piensen porque del reclamo de otros
países para ser juzgados a quienes violaron los derechos
humanos de sus ciudadanos. Algunos ya fueron juzgados en
ausencia, como en Italia y Francia, y otros en procesos
judiciales, como en España, Alemania y Suecia.
Es necesario tener conciencia crítica frente a la
negación de justicia en el país, a través de las leyes de
impunidad, como las de Punto Final o Obediencia Debida,
sancionadas durante el gobierno de Raul Alfonsín,
sometido a fuertes amenazas y presión militar, como de la
complicidad de legisladores y sectores cómplices que
buscaron el silencio y el olvido.
Es necesario que las FF.AA., en particular los jóvenes
analicen cual es la misión que deben cumplir en un país
democrático. Lo que significa la "obediencia ciega" que
los lleva a condicionarse a las órdenes fuera del Estado
de Derecho y que arrastró a la mayoría a cometer acciones
fuera de toda ley. Sometieron a la suspensión de las
conciencias.
Y lo que es la "obediencia en libertad", la
responsabilidad, la ética y valores que todo soldado debe
tener al servicio de su pueblo. No pueden ignorar que
también algunos altos oficiales y jóvenes subtenientes y
tenientes se negaron someterse a la obediencia ciega, y
fueron sancionados, pero nunca claudicaron a su
responsabilidad y principios que debe tener todos los
miembros de las FF.AA.
No pueden ignorar la resistencia social y la fuerte
presión de los organismos de DD.HH. y de organizaciones
internacionales humanitarias y gobiernos; que logran con
gran esfuerzo llevar a juicio a las tres primeras Juntas
Militares, con la condena de los altos mandos después de
casi tres años de fuertes presiones; a pesar que el
gobierno de Raúl Alfonsín enviara las causas al Consejo
Supremo de las Fuerzas Armadas, para que todo quede en la
total impunidad.
Los mecanismos de impunidad se vanfortaleciendo durante
los gobiernos que se sucedieron, como el de Menem y De la
Rua , quienes negaron la cooperación con la justicia de
los países que reclamaban la extradición de los
genocidas; y que aún hoy tratan de evitar que se abran
los procesos a los responsables de graves violaciones de
los DD.HH, aduciendo que es el regreso al pasado. No hay
pasado sin presente, y no hay presente sin futuro.
Nadie puede ignorar que hubo guerrillas, secuestros y
asesinatos, de militares y fuerzas de seguridad, y actos
terroristas, que el Estado y las FF.AA. debieron
combatir a través de la legalidad y la justicia y no
recurrir a actos aberrantes, violando los derechos de las
personas y el pueblo. Un mal no se resuelve con otro
mal.
Hacia un nuevo entendimiento
El gobierno que preside Nestor Kirchner trata de
recuperar la credibilidad y los valores de las
instituciones del Estado; el fortalecimiento democrático,
jurídico y el derecho e igual para todos. Busca
clarificar y poner en su lugar correcto el rol que cada
instancia del Estado debe tener. Son signos de esperanza
que el país se fortalezca en sus instituciones
democráticas.
Las FF.AA. se encuentran en una encrucijada, entre el
ocultamiento, la complicidad, el corporativismo y
aislamiento del pueblo; la decisión y coraje de buscar la
verdad y reparación del daño hecho a la sociedad y lo que
es fundamental volver a sentirse parte del pueblo.
Tienen que asumir la responsabilidad de la Verdad a fin
de alcanzar la Justicia y poder cerrar las heridas que
duelen profundamente. Deben asumir el desafío de
recuperar la dignidad como personas y como instituciones
del Estado al servicio de la soberanía del pueblo;
entendiendo que no hay Patria sin Pueblo, que no existe
soberanía cuando el patrimonio del pueblo se ha entregado
a la voracidad de los mercados y la especulación
financiera; como al saqueo permanente que sufre el pueblo
argentino.
Los hechos son muy claros y contundentes; ésta situación
ha llevado a que más de 20 millones de argentinos viven
en situación de pobreza; más de 10 millones están bajo el
nivel de pobreza y se mueren cerca de cien niños por día
de hambre y enfermedades evitables en un país como la
Argentina potencialmente rico, pero empobrecido, por la
voracidad de quienes, sin escrúpulos continúan su obra
devastadora, iniciada durante la dictadura militar; como
la creciente e injusta deuda externa que generaron, y el
enriquecimiento ilícito de los genocidas y sus cómplices.
La deshonra de las FF.AA. es ocultar la verdad y
proteger a los militares que violaron los derechos
humanos y dañaron profundamente al país y a las mismas
instituciones armadas, que traicionaron los valores
fundamentales que les dieron origen, y transformaron a
las instituciones armadas en tropas de ocupación del
propio pueblo; con las graves consecuencias que todos
sabemos y sufrimos.
Las nuevas generaciones que integran las fuerzas armadas
no pueden cerrar los ojos y ser cómplices de las violaciones
de derechos humanos y el saqueo del país impuesto por una
generación de represores y cómplices que se enriquecieron
y se vendieron por 30 monedas.
El gobierno tiene la voluntad política de buscar los
caminos que puedan llevar a la Verdad y la Justicia con
la nulidad de las leyes de impunidad como las de Punto
Final y Obediencia Debida, leyes que han dañado
profundamente al país. La Corte Suprema de Justicia debe
tener conciencia de su responsabilidad histórica y
determinar la nulidad de las leyes injustas y reparar el
daño hecho al país.
Soy partidario que la justicia argentina funcione
correctamente y se lleve a cabo en el país los juicios a
los represores, en lugar de las extradiciones a países
extranjeros.
Pero es necesario que las FF.AA. comiencen un cambio
constructivo y revisen los planes de estudios y las
hipótesis de conflictos, impuestos a través de la
Doctrina de la Seguridad Nacional y que lamentablemente
continúan vigentes.
Ha cambiado la situación internacional, pero no han
cambiando los ejes que consideran al pueblo como el
enemigo real o potencial. Basta ver la hipótesis de
conflicto en las maniobras que vienen realizando, como
Los Operativos Cabaña 2000 y 2001, y las previstas en la
Provincia de Mendoza, entre otras. Bien saben que más de
80 mil militares latinoamericanos fueron adoctrinados y
formados en las Escuelas de las Américas y en las
Academias militares de los EE.UU., para imponer las
dictaduras en todo el continente latinoamericano.
Debieran reflexionar si ese es el camino que deben seguir
o romper ese mecanismo perverso y trabajar en nuevas
alternativas de seguridad, defensa nacional, regional y
hemisférica.
Existen muchas asignaturas pendientes con el pueblo, la
memoria, la recuperación del derecho de Verdad y
Justicia. Es necesario escuchar el clamor profundo que
surge de las entrañas del pueblo, reclamando sus derechos
a una vida digna y a la libertad.
Tengo la esperanza que llegará el momento que volveremos
a recuperar el respeto que nos debemos unos a otros y la
posibilidad de compartir la misma mesa de la fraternidad.
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