Primer encuentro de empresas recuperadas
10/08/2003
- Opinión
Crisis y desindustrialización mediante, ya se acercan a la veintena las
empresas uruguayas cerradas por sus dueños que están siendo recuperadas por
sus trabajadores con el objetivo de mantener la fuente de trabajo. Entre el
31 de julio y el 1 de agosto se realizó el primer encuentro para poner en
común dificultades, fortalezas y expectativas.
Organizado por el PIT-CNT, la Federación de Cooperativas de Producción
(FCPU), la Universidad de la República y CUDECOOP, el Primer Encuentro sobre
Recuperación de Unidades Productivas se realizó en el salón de actos del
sindicato bancario con la asistencia de una decena larga de cooperativas
autogestionadas y empresas cerradas que pugnan por llegar a la reapertura en
manos de sus trabajadores. Tres grandes agrupamientos pueden diferenciarse
en estos nuevos emprendimientos –definidos por los participantes como la
segunda oleada de cooperativización de producción luego de la registrada en
los años sesenta–, según grados de desarrollo y formas de gestión adoptadas:
aquellas que como la fábrica de neumáticos FUNSA aún están en la etapa
previa a la puesta en marcha del proyecto productivo, las empresas de
servicios como la ex Brill, que dio paso a la creación de tres cooperativas
de limpieza, y las fábricas que fueron puestas en marcha por sus
trabajadores ante el cierre patronal o la quiebra. Este es el caso de Mak
(componentes eléctricos), y las cooperativas Niboplast y COPDY (ex DYMAC),
dedicadas a la producción de artículos de plástico y de confección, entre
las más conocidas.
Fortalezas y debilidades
La experiencia de empresas recuperadas por sus trabajadores tiene ya cierta
espesura temporal. Los casos de la textil La Aurora, una de las principales
empresas del país, y de la pesquera Promopes, que se remontan a los ochenta
y principios de los noventa y se saldaron con el fracaso básicamente por
razones de "mercado", brindan a los nuevos emprendimientos la posibilidad de
reflexionar sobre las dificultades que encontraron y que, finalmente, las
llevaron al cierre.
Por otro lado, existe una amplísima experiencia de cooperativas de
producción (sólo la FCPU congrega unas 200 cooperativas de ese tipo), entre
las que debería destacarse la emblemática Cololó, agroindustrial, fundada
hace ya cuatro décadas.
El encuentro se abrió con una mesa redonda. El economista del pit-cnt
Daniel Olesker desgranó un prolijo análisis sobre la situación que
atraviesan los emprendimientos productivos alternativos. Señaló que desde
1998 el 40 por ciento de las empresas del país cerraron, ya que "muchas
sufrieron el impacto del 'atraso cambiario' de los noventa y luego la crisis
a partir del 99 dio su puntada final".
Destacó cinco fortalezas de las unidades recuperadas: la voluntad de los
trabajadores de conservar el empleo y de emprender un largo camino de
esfuerzos; su conocimiento del proceso productivo, ya que suelen ser los
obreros manuales los que emprenden este camino; la inexistencia de un afán
de lucro, más allá de la propia supervivencia y de la obtención de ganancias
para reponer equipos; el frecuente legado tecnológico dejado por las
empresas cerradas y, por último, la solidaridad del movimiento obrero y
cooperativo, sin la cual no habrían podido ponerse en marcha.
En cuanto a las debilidades, apuntó otras cinco: la falta de financiamiento,
que redunda en la carencia de capital de giro, sobre todo en los tramos
iniciales de la recuperación productiva; la estructura tributaria del país,
que hace imposible que sean declaradas de interés nacional; las condiciones
de oligopolio que imponen las grandes empresas y dificultan a las
autogestionadas el acceso a los mercados; la legislación imperante que
requiere de largos trámites que conspiran contra la puesta en marcha del
proyecto; y las dificultades de los nuevos cooperativistas para gestionar y
administrar la empresa, ya que deben atender multitud de tareas en las que
no tienen experiencia.
Walter Rivero, secretario general de FCPU, recordó el caso de COPAY, una
cooperativa de Paysandú que cumple 50 años. Sin embargo, ahora no existe
mercado interno y "esta segunda ola se registra sobre todo en el área de
servicios, muy en particular en la limpieza, donde los 'medios de
producción' son escobas y trapos, y en menor medida en el área informática,
cuya fuerza de producción principal es el saber". Uno de los graves
problemas que enfrentan es "que no tienen el reconocimiento del Banco de
Previsión Social y no pueden beneficiarse de las exoneraciones patronales",
y concluyó que "sin la aprobación de leyes que los protejan, la mitad de
estos emprendimientos son inviables".
El dirigente metalúrgico Marcelo Abdala analizó las dificultades del
movimiento sindical para hacer frente a las nuevas realidades, para las que
aún la central no tiene una estrategia definida, habituada como está a
articular sus demandas en torno, sobre todo, al salario. Sin embargo,
enfatizó que hoy el problema principal no es el empleo, aún reconociendo que
se atraviesa una situación gravísima, "sino básicamente el modelo de país, o
sea saber a qué nos vamos a dedicar los uruguayos".
Antes, adentro y afuera
El segundo día el encuentro funcionó en tres talleres, que abordaron los
"problemas y las propuestas" antes de la reapertura, los del "adentro"
vinculados a la organización productiva y la gestión, la tecnología y las
relaciones laborales, y un tercero dedicado a los problemas del "afuera",
relacionados con la comercialización, el mercado y la tributación.
Como era de esperar, la mayoría de los asistentes al encuentro, unos 80,
colmaron el taller que abordó los problemas "internos" de los
emprendimientos, lo que Rivero había anotado como las dificultades "de pasar
de la relación de dependencia a la autogestión, ya que se nos ha inculcado
que los trabajadores sólo servimos para hacer funcionar las máquinas, y para
ese cambio es fundamental la educación y la formación".
Hugo Beloso, administrador de la cooperativa Niboplast, analizó en
profundidad la experiencia de una de las empresas recuperadas más
importantes. Recordó que esta firma, fundada en 1952, abastecía el 80 por
ciento del mercado nacional de cajonería y baldes de plástico hasta su
cierre sorpresivo en 1999. A partir de ese momento el sindicato ocupó la
planta para impedir el retiro de la maquinaria, tratar de cobrar los sueldos
adeudados y no perder la fuente de trabajo. Poco después se formó la
cooperativa con 25 socios y cinco socias. La Intendencia de Montevideo les
permitió depositar la maquinaria en el Parque Industrial Tecnológico, en el
predio del ex frigorífico EFCSA, en el Cerro, donde utilizan 2.500 metros
cuadrados en calidad de comodato. Durante dos años el único ingreso de los
trabajadores fue el seguro de desempleo individual.
Actualmente el municipio les entrega los envases desechables de plástico que
recolecta de los contenedores y la cooperativa los clasifica, prensa y
comercializa, con lo que obtiene dinero para el boleto de ómnibus y el
almuerzo de los socios. Para poner en marcha la producción de baldes y
cajones por inyección, debieron adquirir algunos moldes que les permiten
producir una línea muy reducida de productos. Pero –señala Beloso en su
ponencia "El caso Niboplast, una respuesta viable a la desocupación",
presentada a las III Jornadas de Historia Económica– "se necesitan entre 40
y 50 moldes debido a la variedad de los artículos que debe incluir cada
línea", y el precio de cada uno oscila entre 30 y 60 mil dólares, algo que
excede las posibilidades de la cooperativa.
Sin embargo, no terminan ahí los problemas de la nueva Niboplast. El 72 por
ciento de los socios tiene más de 40 años, y el 36 por ciento supera los 60;
el 41 por ciento no terminó la escuela primaria. La escasa capacitación y
las dificultades propias de la edad a la hora de reciclarse, llevaron a la
cooperativa a contratar un matricero, un dibujante y un vendedor. En la
interna, Beloso reconoció que "nos manejamos con mucha rigidez. Cada uno
tiene su responsabilidad. La asamblea se reúne una vez por mes y la
directiva una vez por semana. Hay un reglamento interno aprobado por todos
que es muy rígido, tipo servicio militar". Trabajan todos diez horas cinco
días a la semana y reciben un sueldo de 2 mil pesos mensuales. "Ahora
tenemos un comedor pero pasamos un mes a refuerzos de mortadela. Así son
las cosas, hay hambre, y algunos compañeros al mediodía se comen tres platos
de ensopado porque saben que de noche en la casa no hay nada para comer. A
veces, en las asambleas los hombres y las mujeres lloran porque sus hijos no
tienen para comer", asegura Beloso.
Entre el Estado y la autogestión
Los problemas que apuntan los cooperativistas de Niboplast pueden extenderse
al conjunto de las empresas recuperadas. Ciertamente, algunas que trabajan
en el área de los servicios tienen realidades parcialmente diferentes. Así
sucede con la cooperativa de limpieza de los ex trabajadores de Brill, unos
200 socios, que han ganado la licitación para efectuar los servicios de
limpieza y alimentación del Hospital Pereira Rossell. No afrontan problemas
en el área del mercado ni en cuanto a las inversiones en maquinaria o para
la compra de materias primas. Pero el Estado suele pagar a 60 o hasta 120
días, con lo que necesitan ayudas para subsistir durante esos lapsos. Así y
todo, van encontrando soluciones puntuales.
A grandes rasgos, los nuevos emprendimientos se mueven entre la demanda al
Estado (créditos, soluciones legales, mercados) y la tensión que genera la
autogesión. Curiosamente, en una sociedad tan estadocéntrica como la
uruguaya, ningún emprendimiento pretende la estatización de la empresa
recuperada, aunque no la descartan. La tradición estatista se manifiesta a
otro nivel: la esperanza de que un cambio de gobierno permitirá la puesta en
marcha de políticas diferentes a las neoliberales, a las que unánimemente
los trabajadores acusan de ser las causantes de la crisis que desembocó en
el cierre de las empresas en las que laboraban. En paralelo, la demanda
para que emerja una "voluntad política" que haga viables sus enormes
esfuerzos, es pronunciada a coro por todos los trabajadores de las unidades
recuperadas.
Pero existe un nivel en el que nadie, ni el más benefactor de los estados,
puede ingresar para resolver los problemas. "Muchas veces las cooperativas
reproducen la forma de gestión del sistema, y para no hacerlo necesitamos
reeducarnos", apunta Rivero, de la FCPU. "De los 25 que somos, cada uno
tiene una especialidad y no tiene la menor idea de lo que hace el que está
al lado", asegura Beloso, de Niboplast. "Estamos un poco perdidos, antes
teníamos una tarea asignada. Lo peor es que muchos cooperativistas ven en
la directiva a los nuevos patrones", dice Alicia Pioli, de DYMAC. "Que no
sean las directivas las que piensan y los obreros los que trabajan. Estamos
acostumbrados a recibir la educación del maestro y eso dificulta nuestra
autonomía", señaló por su lado la psicóloga Diana Noi.
La espinosa cuestión de la división del trabajo recorrió el encuentro.
¿Cómo no hacer lo mismo que hacían los patrones, con lo que terminaríamos
reproduciendo lo que nos oprime? La pregunta quedó en el aire; nadie tuvo
respuestas más allá de la apuesta, general y abstracta, a la educación y la
autoformación como forma de salir del atolladero. Pese a ello, el valor de
haberse formulado la pregunta, en voz alta y sin temores, buscando ir más
allá de lo heredado, es quizá uno de los resultados más positivos del primer
encuentro de unidades productivas recuperadas por sus trabajadores. Si han
sido capaces de crear alternativas en el vacío, desde la desocupación y el
hambre, lo demás puede llegar en cualquier momento.
*****************+
DYMAC, la mayor empresa de vestimenta
Ser patrón de uno mismo
Con 127 cooperativistas, es el mayor emprendimiento del sector de empresas
recuperadas, que enfrenta, no obstante haber demostrado la viabilidad del
proyecto, la amenaza del Banco República de licitar la cartera de acreedores
de los anteriores patrones, que destruiría dos años de duros esfuerzos.
No es una planta más. Una recorrida por las instalaciones permite comprobar
el elevado nivel tecnológico de buena parte de la maquinaria, adquirida en
los últimos años gracias a generosos créditos del Banco República a los
antiguos propietarios. La sección Corte, la que abre la línea de
producción, instalada en la planta alta del taller, aparece dominada por una
larga máquina computarizada –la llaman "el robot"– capaz de hacer el trabajo
de una decena larga de cortadores, pero con la precisión que le da el
potente láser que corta un fajo de telas a la vez.
De ahí, las telas cortadas descienden por una enorme canaleta hacia la
sección Preparación; luego comienza el armado de las diferentes prendas (en
general ternos y faldas), hasta la también computarizada sección
Terminación, donde el planchado está totalmente automatizado. La fábrica
tiene una capacidad de producción de hasta 200 sacos por día. Donde estaba
la temida Oficina de Personal, instalaron una guardería para los hijos de
los cooperativistas.
Desde que retomaron la producción, a mediados de mayo de este año, vienen
facturando unos 20 mil dólares mensuales, y están al día en todos los pagos,
a diferencia de lo que sucedió con la anterior patronal que dejó un tendal
de cuentas impagas. Pese a ello, y a que han demostrado que la empresa es
viable, el Banco República amenaza ser implacable: el próximo 21 de agosto
pone a licitación la cartera de acreedores de DYMAC, cuyos ex propietarios
deben más de cinco millones de dólares. Las autoridades del banco señalaron
que sólo van a tener en cuenta el aspecto financiero de los proyectos que se
presenten, sin la menor atención a los costos sociales. Algo que puede
llevar a que DYMAC retorne a manos de empresarios irresponsables, como los
anteriores, que falsificaron documentos e idearon una quiebra fraudulenta.
Igual salario
Pese a que la industria de la confección se caracteriza por las amplias
diferencias salariales entre las distintas categorías, los cooperativistas
de DYMAC cobran todos el mismo salario: 2.800 pesos. La comisión directiva
está integrada por cinco personas, pero cada vez que hay un problema, por
pequeño que sea, convocan una asamblea informal para tomar decisiones
puntuales. "A veces hacemos hasta dos asambleas diarias", apunta Alicia
Paiva, presidenta de la cooperativa. Algo que molesta a los clientes, que
creen tener la potestad para inmiscuirse en la forma como los actuales
gestores de DYMAC dirigen sus asuntos.
Como la cooperativa no tiene capital suficiente para comprar materias
primas, la mayor parte del trabajo lo realizan "a façon": una empresa les
entrega las telas cortadas y ellos hacen todo el trabajo de armado de las
prendas y la terminación. Un grave problema se suscita con los pagos. Les
entregan cheques a 60 o 90 días, pero no pueden esperar ese tiempo para
cobrar sus pequeños salarios, con lo que deben buscar alguien que los
cambie, a costa de pagar onerosas comisiones.
Pese a la crisis, trabajo no les falta. Tanto que al no dar abasto los 127
cooperatistas (de los cuales sólo 17 son varones) debieron contratar a 40
trabajadores más, algunos de los cuales pueden ingresar en la cooperativa en
los próximos meses. Suelen darle prioridad a los jóvenes, ya que más del 90
por ciento de las trabajadoras tienen más de 40 años. En este punto, Paiva
hace hincapié en los aspectos sociales del trabajo. En la antigua empresa,
el 90 por ciento eran mujeres, y entre ellas la mitad eran madres solas, lo
que desde el primer día les planteó un grave problema social que sólo pudo
solucionarse con generosas dosis de solidaridad.
Y es que la historia de DYMAC está atravesada de luchas. En 2001, cuando la
empresa envió a todos los trabajadores al seguro de desempleo, llevaron a
cabo la primera ocupación, el 10 de setiembre, que duró 17 días. Los
desalojaron. Reocuparon la planta un mes después y luego de 54 días
llegaron a un acuerdo con la patronal, que fue incumplido. Instalaron una
olla en una parroquia, para permanecer todos juntos, luego la trasladaron a
un club deportivo y más tarde recalaron en un sindicato que los cobijó. En
febrero de 2002 volvieron a ocupar, hasta que en agosto decidieron formar
una cooperativa autogestionada, que empezó la producción en mayo, luego de
que la justicia les entregara la planta en custodia.
Lo más difícil
Alicia Pioli, administrativa e integrante de la comisión fiscal de la
cooperativa, enfrentó en el encuentro de empresas recuperadas los
principales problemas internos que atraviesan: "Al principio idealizamos que
al ser cooperativistas y no trabajar para un patrón, la producción iba a ser
mayor. Pero no es tan fácil. Muchos compañeros tienen la misma mentalidad
de antes y además exigen a la directiva que se encargue de resolver todo".
Paiva coincide: "Tenemos que pelearnos con nosotras mismas para poder hacer
más y así cobrar más. Cuesta horrores pasar de la dependencia a
administrarnos nosotras". Un problema adicional es que deben seguir los
lineamientos de trabajo que les marcan los clientes, que envían supervisores
para evitar que hagan el trabajo a "su manera". "Podríamos cambiar el
armado de las prendas evitando operaciones innecesarias, podemos modificar
el proceso de trabajo para simplificarlo y hacerlo más ágil y menos
parcelado, pero los clientes nos imponen una forma que es la misma que
teníamos con la patronal", concluye Paiva.
La forma de producción no fue elegida al azar. "Recién empezamos a
conocernos en la primera ocupación. En la planta no se nos permitía hablar
entre nosotras, ni siquiera levantar la cabeza de la prenda, bajo pena de
sanciones y despidos", asegura Paiva. Un modo de producción que estaba
destinado a interiorizar la dependencia y la idea de que los obreros, solos,
nunca podrían hacer más que lo que les indicaran patrones y capataces.
Tienen claro que remontar esta cultura cuesta una vida.
https://www.alainet.org/es/active/4238?language=en
Del mismo autor
- Narco-estados contra la libertad 19/07/2018
- Juegos Olímpicos: La irresistible militarización del deporte 19/08/2016
- La minería es un mal negocio 02/12/2015
- Catalunya hacia la independencia 02/10/2015
- Humanitarian crisis: Solidarity below, business above 16/09/2015
- Crisis humanitaria: Solidaridad abajo, negocios arriba 11/09/2015
- Brazil-US Accords: Back to the Backyard? 04/09/2015
- Los recientes acuerdos Brasil-Estados Unidos ¿El retorno del patio trasero? 30/07/2015
- Las repercusiones del “acuerdo” entre Grecia y la troika 17/07/2015
- China reorganizes Latin America’s economic map 09/07/2015
