Se mueve la política

26/11/2010
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Hacer agenda política para un mes en Colombia es demasiado tiempo. Con todo y el marasmo que el uribismo logró imprimirle al proselitismo en el país, que hacía previsible toda leguleyada al ritmo de las encuestas, de todas maneras se mantiene la tendencia a la dinámica política no mayor a 8 días. En una semana, como consecuencia del “I to Panamá de Uribe”, la ecuación politiquera se modificó de manera ostensible.
 
Actores que en el pasado reciente sellaban su devoción al credo uribista se les ve distanciarse de este sin la prudencia del disimulo. Ni que hablar de quienes ofrecían su sangre mientras acariciaban los puestos y los contratos, para no hablar de negociados y vulgares prebendas.
 
Ahora lo que se ve es a los inefables del primer escudo de “la inteligencia superior” saltar matones a cual más de aeropuerto en aeropuerto contactando funcionarios o movilizándose sigilosos por atajos o “caminos verdes” tratando de ponerse a buen recaudo.
 
Mientras tanto se acelera la fusión Partido Liberal -Cambio Radical y, de contera, a manera de escarceo se sugiere un acercamiento Conservatismo-Partido de la U. Hasta el Polo habla de alianzas o coaliciones en la medida en que se evaporan sus activos al compás de dogmatismos y comisiones por debajo de la mesa.
 
 Sin que el país se percate, en todas las regiones los barones electorales cierran negocios con miras a las elecciones del año próximo. No prosperó, como se creía en un primer momento, la idea lanzada con efectismos del expresidente Uribe de venir a elaborar las listas de candidatos de su parcialidad llamada a “barrer” en todo el territorio nacional. Lo que se observa ahora es una realinderamiento y una segmentación. Tampoco el santismo tiene asegurado el vapor de su locomotora electoral de la Unidad Nacional.
 
 En Bogotá, por citar un ejemplo, si Uribe no es el hombre, se abre el juego para todos y hasta los verdes podrían nuclear un frente electoral para suceder a Samuel Moreno. Ni que pensar en la obsesión de Pachito Santos por reinar en la capital, a duras penas busca corregir su dislexia ante el micrófono, mientras Caracol se traga a RCN. Ese mismo partido (el Verde) cuenta con Fajardo que adelanta en las intenciones de voto a todas las expresiones en la cuna del uribismo en Antioquia. En ciudades como Cali, Pasto, Bucaramanga y no pocas de la costa Caribe ni el uribismo ni el santismo pueden garantizar el triunfo. En la medida en que pasa el tiempo se evapora vertiginosamente el legado de Uribe “llamado a perdurar 100 años” y el santismo aunque holgado en la maniobra legislativa tiene problemas al momento de moverse en el tablero de las elecciones regionales.
 
Quien lo creyera, a un año de los comicios, es evidente que el gran elector, el monstruo en las encuestas, puede quedar como un simple opinador marginal. El partido liberal “recargado” buscará cobrar revancha en las regiones a su par el conservador, el santismo intentará aflorar al ritmo de la nómina, mientras el Verde se engulle al Polo. Esto es, en Colombia pasan cosas todos los días, pero nunca sucede nada. Es el mismo país desde cuando Santander tramaba como sacar de la plaza a “longanizo”.
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