Mujica dispara contra la ultraizquierda, culpable del ascenso de Hitler
11/12/2010
- Opinión
En la audición "Habla el Presidente", que se trasmite por la emisora M24, el presidente José Mujica afirmó que el de los municipales montevideanos es un conflicto de naturaleza política. Dijo que es un asunto de "ultraizquierdismo contra la izquierda tradicional" que termina favoreciendo "lo peor de la derecha". Exhortó al Frente Amplio a unirse "para salvar al pueblo de esta eterna pesadilla de una práctica sindical que no tiene límites". Incluso advirtió que se trata de "una enfermedad muy vieja en la izquierda del mundo entero, es la historia de la revolución francesa, es la historia del izquierdismo alemán que terminó abriéndole las puertas a Hitler" (si, así como lo lee, aunque no lo crea).
Aquí el texto completo y unos comentarios primarios, que van entre paréntesis.
"Hace unos cuantos días nos hemos visto obligados a decretar mecanismos tratando de evitar la ocupación de locales públicos. En realidad eso mecanismos ya estaban presentes en las decisiones públicas desde gobiernos anteriores (debió decir: “desde el gobierno anterior”). Lo que hemos tenido que hacer es clarificarlos para hacerlos indiscutibles y hemos recibido críticas entre otros de muchas patronales que discrepan porque la medida no se aplica a la actividad privada y es cierto, es así, y de nuestra parte no se aplica, por qué tenemos, sin pretender convencer es notorio, una diferencia sobre filosofía de la propiedad y este es el punto de arranque.
En efecto, la propiedad pública para nosotros es una pertenencia global de la nación y tiene en gran medida fines específicos en su uso que tienen que ver con lo público, con volcar servicios múltiples para con el conjunto de la ciudadanía. No entendemos que podamos apropiarnos de esos eventuales locales o posesiones aunque sea temporalmente, porque sería como una apropiación que terminan impidiendo o simboliza impedir el cubrir necesidades que tienen otros. Los recintos públicos no existen, no es su función servir a la generación de plusvalía de quienes trabajan y que esa plusvalía pase luego a manos privadas. Los recintos públicos son para funciones que incluyen necesidades de toda la ciudadanía.
Las ideas de propiedad que nos trajo la revolución (debió decir: “Revolución Francesa”), búsqueda que sacudió y conmovió los cimientos de la civilización humana, constituyen inevitablemente una especie de lugar común en los reflejos culturales de toda nuestra época a tal punto que son idénticas en burgueses y en trabajadores corrientes. Por eso estas confusiones, sin embargo, para nosotros existe una gran diferencia entre propiedad pública y propiedad privada. Esta última está ligada a los fenómenos laborales que tienen que ver con la apropiación del excedente, en cambio la propiedad pública que se usa para trabajar supone indirectamente intereses sociales, y no supone efectos de reproducción de valor que se va a enajenar (debió omitirse, repite lo mismo que dijo en el párrafo anterior).
Claro está, reconocemos que en nuestra sociedad es común no respetar lo público, creer que como no es de nadie es de todos (debió decir: “lo que es de todos no es de nadie”) y en realidad ese en el sentido más profundo de nosotros, pero colectivamente, no como individuos o sectores, la propiedad pública debe colocarse al tope de las cosas respetadas sobre todo cuando es asiento para tareas imprescindibles a toda la sociedad. Así vista la propiedad pública debe estar siempre fuera de nuestros conflictos porque inevitablemente nuestros conflictos son sectoriales, jamás pueden representar al todo de la sociedad. Sé que no voy a convencer a muchos, pero por lo menos, lo que queremos dejar claro es que tenemos nuestras ideas y que naturalmente no podemos rehuir a ellas en nuestras decisiones.
Aclarado este punto, por lo menos nuestra forma de pensar, tenemos que manifestar con mucho dolor, en primer término nuestra solidaridad con la Intendencia de Montevideo (¿A Mujica le duele apoyar a Olivera?). No nos vamos a referir, ni por asomo, a la masa de trabajadores municipales que muy poco tienen que ver y no los ponemos de ninguna manera a todos en la misma bolsa. Quienes logran manejar desde hace unos cuentos años Adeom, y no la masa de municipales, tiene su estrategia, una estrategia de ultraizquierda.
Estamos frente a un conflicto de naturaleza política, hace años, su finalidad es mantener permanentemente el conflicto como método de desgaste de la fuerza política que encabeza la Intendencia. Hacer fracasar la administración municipal es su gran preocupación y eternamente, hace años (una de dos: o “eternamente” o “hace años”, “eternamente” es una mentira), logran imponer conflictos. Toman naturalmente de rehén lo que tienen más a mano: el pueblo de Montevideo que paga su salario con impuestos, y en vez de limpiar la ciudad su dedicación central es promover agitación desmoralizante.
Obviamente en su percepción política buscan ganar algunos incautos y desconformes frentistas, lo buscan, pero en el fondo, como puntería de fondo, persiguen que la derecha gane en la capital, porque en su manera de pensar, en sus análisis políticos, estamos hablando de militantes políticos, que usan la herramienta sindical, el interés es sacar de la escena a la izquierda amortiguadora (toda una definición, y toda una confesión, ya está), a esta izquierda que quiere con bonhomía que el país marche, que funcione, porque estorba, necesitan radicalización en su manera de pensar, cuanto peor le vaya a la suerte de la gente, va a ser mejor para su avance político.
Este es un conflicto de honda naturaleza política, que toma lo económico como excusa para poder conducir a la masa de trabajadores, permanentemente les va a prometer más y más y nada le va a ser suficiente, porque lo que necesita es el conflicto, vive del conflicto. Este tipo de dirigentes no puede vivir sin conflicto, son su razón de ser, cualquier aumento que recibiera le va a durar poco tiempo y no va a ser suficiente, pero por otro lado, si la Intendencia se quedara sin recursos para hacer obras, si cometiera el error de gastar el 100% como pretenden algunos de estos dirigentes, que todo el ingreso se vaya en sueldos, también por esa vía van a lograr el fracaso, porque la imagen de la Intendencia queda hecha trizas, sería igualmente insostenible (bueno, ya venía por ese camino aún sin conflicto…).
Es una enfermedad muy vieja en la izquierda del mundo entero, es la historia de la Revolución Francesa, es la historia del izquierdismo alemán que terminó abriéndole las puertas a Hitler (¿Cómo dijo? ¿de donde sacó eso? ¿Se olvida que el nazismo nació a partir del fracaso de la República de Weimar debido a la crisis del 29? ¿Se olvida que en 1919 la “izquierda amortiguadora” de Friedrich Ebert ya había mandado matar a la izquierdista Rosa Luxemburgo? ¿Piensa que la culpa fue de los comunistas (y de los judíos, como decía Hitler)? ¿Se olvida que quien abrió el camino a la derecha española fue el “amortiguador” Felipe González? ¿Cuál ultraizquierda infantil le abrió el camino a Piñera en Chile? ¿Quiere que le siga poniendo ejemplo tras ejemplo? La “izquierda amortiguadora” siempre fracasa, pero no por culpa de los izquierdistas revoltosos, sino porque el capitalismo permite que haya amortiguadores con bonhomía sólo el tiempo necesario para calmar las aguas, luego, siempre vuelve por sus fueros, de ahí, la democracia).
Desde posiciones de izquierda aparentemente contundentes se colabora para el avance de la derecha, y en general de la peor derecha porque se piensa que con una sociedad radicalizada sus posiciones políticas van a prosperar. Poco importa la opinión pública, por ahora, no importa dejar a la gente sin servicios fundamentales, se lo van a achacar a la Intendencia, al gobierno, al Espíritu Santo a lo que fuere, pero jamás esos dirigentes van a asumir la responsabilidad, van a decir que ofrecen diálogo, negociación, pero lo que están buscando es prensa para fustigar a los gobiernos del Frente. Pero repito, la esencia de este conflicto es de naturaleza política: ultraizquierdismo contra la izquierda tradicional.
No es un conflicto que arranque hoy, en los últimos 8 o 10 años ha sido el gran problema sin resolver de la IMM. Ha sido la eterna conflictividad, cuasi permanente o latente, con algunos hitos dramáticos sobre todo cuando se transforma la ciudad en un basural.
La señora intendenta, que tiene todo nuestro respaldo, llegó a la dirección de la Intendencia porque muchos de nosotros apostamos conscientemente a que la experiencia sindical comprobada de los compañeros de Ana Olivera podría contribuir a resolver problemas que muchos otros no pudimos. Hay que entender con nítida claridad, no se pelea porque se quiera, se pelea y se resiste porque nos imponen la pelea.
Todo el Frente Amplio debe entender, debe enterrar sus matices, sus sectarismos y unirse para salvar al pueblo montevideano de esta eterna pesadilla, una práctica sindical que no tiene límites para los sacrificios que le termina imponiendo a la gente. No hay que entender que este tipo de dirigentes, y separo a la masa de trabajadores de Adeom, impone los conflictos y cuando están en calma chicha, aparentemente, en realidad están acumulando fuerzas para desatar conflictos futuros, es su estrategia permanente y esto debe ser entendido como tal (tarde piaste: si los partidos que integran el Frente Amplio no hubieran abandonado el trabajo de base en sindicatos y comités de base, tal vez la correlación de fuerzas en esas internas serían otras ¿no le parece?).
Entonces, no es un aumento más o menos, eso es para justificar la conducción, es para que la gente diga: no estoy muy de acuerdo, pero me conviene. Es en todo caso una responsabilidad ultraizquierdista de gente que considera que su mayor enemigo es el Frente Amplio y está reflejando a nivel nacional una eterna contradicción y una enfermedad permanente de las izquierdas del mundo, la aparición en sus costados de posiciones ultra que practican el infantilismo y significan a la larga una enorme colaboración estratégica con lo peor de la derecha; no ponemos en la misma bolsa a la masa de trabajadores municipales ni en la misma bolsa, cuando decimos derecha, a toda la oposición, no se puede tener esa grosería de carácter intelectual (pero sí puede tener la grosería de achacar el avance de la derecha al accionar de la izquierda “no amortiguadora”, algo inaudito viniendo de quien viene, que no otra cosa decían del MLN sus ahora aliados del PCU).
Y recuerde el estimado lector: la culpa siempre es de “el otro”.
Fuente: COMCOSUR
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