Diciembre: distrito federal, la duodecima estela (Imagen Primera: la ciudad entre el espejismo y la realidad)
22/02/2003
- Opinión
Es de nuevo madrugada cuando la mano y la mirada tocan el
calendario. Arriba se lee "Diciembre" y abajo "México Distrito
Federal".
No sin trabajos, nube y piedra ascienden de la tierra de
Zapata hasta los límites del Distrito Federal. El frío de la
madrugada las saluda cuando llegan a Malacachtepec Momozco,
que es como los antiguos llamaron a Milpa Alta. La rebelde
resistencia de los pobladores de estas tierras logró que, en
1529, la Real Audiencia reconociera sus propiedades comunales
y su derecho a elegir gobernantes. La historia de lucha se
alargó hasta 1914, cuando los zapatistas ratifican el Plan de
Ayala en el cuartel de Oztotepec, y sigue. Ambicionadas por
los poderosos, estas tierras han sido defendidas por sus
habitantes a lo largo de todo el siglo XX. Y el amanecer del
siglo XXI alumbra a los milpaltenses haciendo lo mismo que
hace 500 años: resistiendo.
Organizados en torno a la Representación de Bienes Comunales
de Milpa Alta y Pueblos Anexos, los pobladores de esta zona
han formado el Frente Contra la Imposición y el Despojo de las
Tierras. De la mano y la palabra del representante comunal de
más de 80 años, don Julián, camina la sabiduría de los más
anteriores que reiteran dos banderas: resistencia y rebeldía.
Así, los milpaltenses repiten la historia de resistencia
frente a la corona española y recuerdan, sin nombrarlo, al
recientemente fallecido Ramiro Taboada y a la Alianza de
Pueblos del Anáhuac.
El despojo de tierras es algo que une a Milpa Alta con buena
parte de la periferia de la ciudad de México. Aquí y en todo
el flanco poniente de la ciudad se resiente la voracidad de
quienes son Poder. El gobierno de la ciudad insiste en
superponer sus consejos vecinales (de lógica urbana) a las
estructuras comunales (de lógica campesina indígena). Lo ajeno
a la comunidad es siempre extranjero, aunque el acta de
nacimiento diga lo contrario.
Siguiendo la sierra de Chichinautzin y el trazo de la
carretera que golpea y divide los pueblos de San Mateo
Tlaltenango, Santa Rosa Xochiac, San Bartolo Ameyalco, San
Nicolás Totolapan, Ajusco y Contreras, para unir el Colegio
Militar con Cuajimalpa, la piedra llega a esta última.
Cuauximalpan o Cuajimalpa alberga el llamado Desierto de los
Leones y el Bosque del Cedral. Este bosque cuenta con 331 mil
443 metros cuadrados y fue comprado en 1982 por Emilio
Azcárraga Milmo, Guillermo Cañedo de la Bárcena y Guillermo
Barroso Chávez, entre otros, por la cantidad de 16 y medio
millones de pesos. A pesar de que la ley prohíbe las
construcciones con fines de lucro, quienes son gobierno la
tuercen para favorecer a los empresarios.
En los planes del dinero, el poniente del Distrito Federal
será la sede de su sueño: vivir en una ciudad norteamericana.
¿Su nombre? Santa Fe. Así que los espacios cercanos a esa
metrópoli del futuro valen oro... Bueno, más bien dólares,
porque en Cuajimalpa los terrenos no se venden en pesos sino
en dólares. La nube se detiene frente a un letrero que anuncia
un departamento a precio de ganga: sólo vale 400 mil dólares.
La estrategia de despojo envuelve al Distrito Federal. Es la
lógica del dinero la que está destruyendo y reconstruyendo el
entorno, como en una guerra. Cuajimalpa, Huixquilucan, La
Marquesa, Toluca, Atizapán, San Salvador Atenco. ¿Le suenan
los nombres? Tienen como común denominador la guerra del
capital para conquistar esos territorios, pero también la
resistencia y la rebeldía de quienes se oponen a la
destrucción.
En el norte, en la colonia Progreso, proyectos de urbanización
y ejes viales expulsan a los pobladores. En Azcapotzalco, la
delegada llamada Saldaña y perteneciente al PAN (ella, sin
ninguna pena, declara que "tratar con la chusma le provoca
migraña") sacrifica obras sociales para poder gastar más en
las campañas electorales y hace del nepotismo su programa de
gobierno. Demostrando que puede emular a los priístas, la
delegada condiciona la regularización del comercio informal a
la afiliación al Partido Acción Nacional. Además, toda la
delegación está siendo reordenada para que las industrias (y
no los habitantes) cuenten con todas las facilidades. El
antiguo rastro de Ferrería se convertirá en parque industrial
para maquiladoras; las vialidades se remodelan para favorecer
a estas plantas industriales; la empresa Metrogas amenaza de
muerte a vecinas de la colonia Nueva Santa Marta que
expresaban dudas sobre la seguridad y eficiencia del servicio
que pretende imponérseles; los ejidatarios de San Juan
Tlilhuaca resisten al robo de sus tierras; en la Unidad
Cuitláhuac y en la Unidad Pantaco, los ex ferrocarrileros se
organizan para evitar el desalojo.
Vuela alto la nube para mejor mirar la ciudad de México, ahora
llamada "la ciudad de la esperanza". Sí, pero la esperanza de
Andrés Manuel López Obrador, la esperanza de llegar a la
Presidencia de la República en el 2006.
Aunque se supone que faltan tres años para las elecciones
presidenciales, las campañas para el 2006 iniciaron el día en
que Jorge Castañeda G. renunció a la Secretaría de Relaciones
Exteriores y se fue "a la sociedad civil". El señor Castañeda
apostó a obtener del gobierno estadunidense el visto bueno a
su candidatura. La "prueba de amor" fue el viraje radical en
la política exterior, particularmente en lo que se refiere a
Cuba. Después del "affaire Monterrey", los gringos se
mostraron más que satisfechos y Castañeda recibió la
recomendación de salirse del gabinete para no someterse más al
desgaste. Desde afuera puede repetir el camino de Fox: llegar
a Los Pinos sin un partido político, pero con amigos como Elba
Esther Gordillo y, of course, el señor Garza, embajador de
Estados Unidos en México.
Casi en forma paralela arrancó Marta Sahagún de Fox, quien
ahora se encuentra en una reñida competencia... entre su
ambición y su torpeza, ambas son ya parte de la picardía
mexicana y, es seguro, harán leyenda. Lo que sea de cada
quien, la señora Sahagún ya tiene, además de mal gusto para
vestir, un programa de gobierno: convertir a 80 millones de
mexicanos en limosneros agradecidos.
Aún haciendo cuentas está La Coyota, Diego Fernández de
Cevallos. Aunque desde los tiempos de Salinas de Gortari ha
vivido en Los Pinos, La Coyota hace cálculos monetarios sobre
la rentabilidad de estar en el Poder o detrás de él. Mientras,
con la misma indecisión con la que enfrenta su guardarropa
cada mañana, el "psicópata mexicano", Santiago Creel, deshoja
una margarita que nadie le ha ofrecido.
Muy lejos, y aún en la línea de arranque, se encuentran: Pablo
Salazar M., en Chiapas; Miguel Alemán Velasco en Veracruz
(quien, falto de luces, pensó que lo de poner "Valdés" en la
carta era un error, cuando en realidad era una delicadeza -
porque era mejor mentarle el padre y no la madre-); Murat en
Oaxaca, y Monreal en Zacatecas.
¿Madrazo Pintado? Acaso apenas se esté dando cuenta de que
preside un partido que ya no existe más (cuando menos ya no
como antes, por eso recurre continuamente a la nostalgia en
sus discursos), y además no tiene tiempo de ocuparse de sus
contrincantes, pues debe vigilar los arrumacos descarados que
su secretaria general le prodiga a la primera dama.
¿Qué? ¿Le parece que "la caballada está flaca"? No se
sorprenda. La gran lección del proceso electoral de 1994
(cuando Zedillo llegó a la Presidencia) es que cualquier
imbécil puede ser titular del Ejecutivo federal.
A diferencia de todos sus contrincantes actuales, López
Obrador tiene en su haber el porvenir de un movimiento social.
Conocedor de cómo surgen estos movimientos, qué los alienta y
a qué aspiran sus dirigentes, López Obrador conoce también los
mecanismos para cooptarlos y controlarlos.
Hombre extraordinariamente hábil y pragmático, López Obrador
ha concebido (al igual que en su tiempo Cárdenas Solórzano) la
jefatura del Gobierno del Distrito Federal como trampolín para
la silla presidencial. Pero hay una diferencia fundamental
respecto a Cárdenas: López Obrador gobierna, y gobernando
construye alianzas y pactos, coopta o destruye críticas y
oposiciones, cultiva contactos, halaga pensamientos que
pudieran cuestionarlo y, sobre todo, hace méritos para
convencer al gran elector: el poder del dinero.
Al frente del gobierno de la ciudad de México, López Obrador
está demostrando que una de las artes de la política moderna,
el arte de la simulación, puede ser todavía efectiva. Sobre
todo si se tienen cómplices tan eficientes como sus rivales:
Fox y el PAN. Si nadie recuerda el falaz ofrecimiento
electoral de López Obrador ("por el bien de todos, primero los
pobres"), es porque las mentiras de Fox no dejan espacio para
nada más.
Viejo zorro, López Obrador contempla a distancia la carnicería
que se da al interior del PRD. Sabe que un partido político
débil es un partido que no puede ponerse exigente. Y no sólo
eso, cobijados en la imagen de López Obrador, los candidatos
perredistas tienen más debes que haberes en las cuentas por
venir.
¿El PAN?, bueno, ya sólo el PRI lo iguala en su nula capacidad
de movilización y resistencia. Incapaz de oponerse desde abajo
(los jefes panistas de delegaciones acaban de descubrir que no
pueden hacer "cacerolismo" de masas, porque sus "bases" usan
hornos de microondas), el PAN ha recurrido a los escándalos en
la prensa (que ya le dieron buenos resultados frente a Rosario
Robles, cuando ésta sucedió a Cárdenas en el gobierno del
Distrito Federal). Sin embargo, bueno para aprender de todos
lados -incluso de sus críticos y opositores-, López Obrador ha
resistido los embates mediáticos y dosifica sus palabras y sus
silencios.
Además ha descubierto algo que ha escapado a todos los
"analistas políticos", a saber, que las campañas de
desprestigio en los medios alcanzan un punto máximo, pasado el
cual se convierten, sin quererlo, en campañas de promoción
involuntaria.
Mientras sus detractores concentraban sus esfuerzos en la
prensa, López Obrador echó mano del antiguo andamiaje
corporativo del PRI en el Distrito Federal, y lo "reorientó"
con un plusvalor: la incorporación del Movimiento Urbano
Popular, aquel que en algún momento hizo temblar a los señores
del dinero y que hoy, dócilmente, hace cola para una
candidatura que, basta verlo, no llegará.
En paciente espera, en la sede del Poder del Dinero hay una
balanza romana. En uno de los platillos está la Presidencia de
México. El otro está vacío. Quienes quieran comprar el puesto
de Ejecutivo federal deben poner en el platillo vacío algo que
lo iguale o supere en peso.
Si Jorge Castañeda G. puso en la balanza la solidaridad con
Cuba y la política exterior mexicana entera, Marta Sahagún de
Fox la fuerza del clero reaccionario y La Coyota Fernández de
Cevallos el poder del narcotráfico, López Obrador ha colocado
en el platillo a la ciudad más grande del mundo.
El poder que realmente vale en la política moderna, el poder
del dinero, no ha decidido todavía. Pero no porque dude. Es
porque está todavía haciendo cuentas...
Sigue su vuelo la nube. Allá abajo se ve la colonia Guerrero.
Ahí, el 3 de agosto de 1911 nació el maestro Manuel Esperón,
que no sólo creó la canción No volveré, sino que confeccionó
muchas de las mejores canciones de Pedro Infante (y Jorge
Negrete), entre ellas Amorcito corazón, que todavía se silba
en las carpinterías de la ciudad de México. Con Enrique
Granados, Ernesto Cortázar y Octavio Paz, el maestro Manuel
Esperón compuso la música de una película en 1943, producida
por Aguila Films y Oscar Dancigers, dirigida por Jaime
Salvador, y con Jorge Negrete, María Elena Márquez, Julio
Villarreal, Federico Piñeiro, Miguel Angel Freís y Felipe
Montoya como actores principales. ¿El título? El rebelde.
Con ese título, y saldada una deuda de honor, nube y piedra
toman altura para asomarse a otras partes de la ciudad de
México.
Esta ciudad ofrece un espejismo. Parece habitada sólo por
automóviles fastidiados; centros comerciales asépticos;
noticieros que se debaten entre la mentira y el escándalo
fácil (aunque algunos los sintetizan); programas de televisión
que premian el ridículo en horario triple A; raudos convoyes
repletos de guardaespaldas trasladando funcionarios o magnates
que no van a ninguna parte, pero se mueven porque consideran
necesario recordarle a la ciudad que existen.
La ciudad de México. Una multitud de ciudades en tránsito a
otras ciudades (a ratos propias y siempre ajenas). Una ciudad
que ha perdido su capacidad de asombro ante el cinismo y la
corrupción. Una ciudad a la que, sin embargo, la madrugada
sigue sorprendiendo desnuda. Una ciudad a la que todos han
querido domar, domesticar, matar. Y que, sin embargo, continúa
rebelde, indómita, impredecible. Porque esta ciudad tiene la
virtud de tener el sueño ligero. Y rápido despierta si la
desgracia propia o la ajena enturbian los días y las noches
que los espejismos escamotean.
Pero ahora, a esta hora de la madrugada, parece vacía...
¿Dónde están quienes la hacen caminar? ¿Dónde están quienes la
alimentan, le dan luz, color, ritmo, vida?
¿Dónde se encuentran los hermanos y hermanas que, generosos e
incondicionales, voltearon el corazón y la mirada a quienes,
como ellos y ellas, son el color que son de la tierra? ¿Dónde
están quienes en aquel Zócalo de marzo de 2001 escucharon
aquello de "No permitas que vuelva a amanecer sin que esa
bandera tenga un lugar para quienes somos el color de la
tierra"?
¿Dónde quedó la ciudad rebelde y solidaria?
¿Dónde los movimientos sociales que acuerpaban y cobijaban las
resistencias y rebeldías que surgían en todas partes del
México de abajo?
¿Dónde está la gente humilde que, teniendo poco, da todo al
que lo necesita?
Busca la nube y busca la piedra. Buscan y, buscando,
encuentran. Dispersas y fragmentadas, no porque sea su
destino, sino porque así nacen, la rebeldía y la resistencia
están cobijadas en quienes, siendo abajo, no cuentan para
quienes arriba son.
Es difícil orientarse, pero viendo arriba y viendo abajo,
piedra y nube aprenden a distinguir entre las luces y los
meros reflejos que regala un charco de agua sucia.
Esa luz aún pálida, por ejemplo, se esfuerza en construir una
alternativa cultural que, por definición, es crítica y
construye sus preguntas con ingenio e imaginación. Y son
muchos sus colores. Desde el arcoiris que, a veces con el
ropaje del Hábito, reivindica no sólo la libre preferencia
sexual, también el derecho a ser sin máscaras ni clósets;
hasta quienes juntan el Machete y el Arte para dar voz y oído
a los marginados; pasando por los grupos y espacios culturales
que, fuera de los circuitos oficiales, ejercen el viejo y
olvidado derecho de aprender y enseñar divirtiendo y
conviviendo, como en aquel multiforo donde Alicia nos
contempla a través del espejo.
Ya es de noche en la ciudad.
Una voz anónima declama en una esquina: "En el inicio fue la
palabra y la palabra se hizo verbo y, para mejor andar el
mundo, el verbo se hizo... rock and roll" y entonces, a falta
de guitarra, el declamador sin maestro ni público requintea el
chicle con los dientes y ahora se distingue perfectamente la
"tonelada" de ésa que dice "Papa was a rolling stone". Y
contoneándose con un ritmo que ya quisieran en cualquier
table-dance, "like a rolling stone", nube y piedra siguen
buscando y encuentran más luces.
Allá, escapando continuamente a esquemas y presupuestos, los
jóvenes hacen de su atuendo, su baile y su hablar un
performance continuo que reitera la rebeldía. Y ahí están los
darketos, los banda, los punks, los skins, los metaleros, los
skateros, los tecnos, los roqueros, los muchos nombres con los
que los jóvenes se visten. Y así defienden una identidad que
les es arrebatada por una sociedad que criminaliza, más que la
vestimenta o el corte y el color del cabello, la edad.
Y hablando de jóvenes y de rebeldía, allá están las luces de
la UNAM, la UAM, la ENAH, el Poli, la UPN. Como adoloridas
están, como heridas. Como olvidadas sí, pero no derrotadas.
Apenas un "pérame güey me cai que no manches porque nomás
naranjas podridas, y tomar aire, y si alcanza el varo, pos una
torta y un refresco y a darle compañeros y pido la palabra y
resulta que la mesa, nomás por joder, la concede sin moción
alguna y es increíble pero todos parecen estar escuchando y
entonces un joven sin rebeldía es, ¿cómo te diré mano?...
mmh... ¿como un baile sin música?... ¿como una torta sin
jamón?... ¿como una mesa sin asamblea?... ¿como un volante sin
causa que le dé vida?... ¿como un mitin sin banderas?... ¿o,
mejor aún, como un libro sin nadie que lo lea, lo subraye, le
haga el resumen-y-crítica-personal-máximo-dos- cuartillas-
arriba-su-nombre-y-número-de-cuenta-y-ahora-nos-vamos-o-nos-
venimos-a-la- página-69-porque-cada-quien-su-modo-o-qué...?"
Los jóvenes, que para el sistema son basura reciclable cada
periodo electoral. Los jóvenes, que cargan, como credencial de
identificación, su desconfianza. Los jóvenes, que se niegan a
comprar la vida con la falsa moneda del cinismo. Los jóvenes,
carne de presidio, de redada, de golpes, de violaciones, de
desprecio, de humillación, de mentira, de muerte. Los jóvenes
irreverentes, irreductibles... invencibles mientras no olviden
que un joven sin rebeldía es... ¿cómo te diré mano?...
Avanza la madrugada y la ciudad desnuda empieza a vestirse con
el ropaje modesto de los puestos ambulantes.
Aferrados a construirse un modo de vida honesto, en las calles
y mercados los pequeños comerciantes no sólo deben resistir a
la policía y los inspectores. También a los grandes centros
comerciales que, sabiendo que es de mejor calidad y precio la
mercancía del ambulantaje, emplean todos sus recursos para
eliminarlos y orillarlos o a la indigencia o al crimen.
Ahí se ve Viana que, por supuesto, no vende más barato. Más
allá está el Wal-Mart cómplice de la señora Sahagún en el
engaño a los consumidores. Además de robar en los precios y en
la calidad de los productos, Wal-Mart arrebata centavos a
quienes caen en sus redes. La propaganda dice que esos
centavos (que se convierten en millones al paso de los días y
de los clientes) son para educación, pero en realidad son para
la Fundación Vamos México, esa supersecretaría de Estado
dirigida por Marta Sahagún de Fox.
Entre los grandes centros comerciales y las tienditas de la
esquina, son mejores y más baratas (y mucho más honestas) las
misceláneas y las tiendas de abarrotes.
Si algún recuerdo tienen la nube y la piedra de lo que es la
solidaridad con el desconocido en desgracia, está entre la
gente más pobre y más perseguida de esta ciudad. Puesteras,
taxistas, transportistas, prostitutas, meseras, luchadores (de
lucha libre y de la vida), voceadores y boxeadores,
tragafuegos-payasos-limpiaparabrisas de esquina, homosexuales,
travestis, transexuales, vendedoras de helados, tortas, hot
dogs, licuados-uno-de-nuez-por- favor-hoy-no-se-fía-mañana-
quién-sabe-dama-caballero-por-esta-única-ocasión-le-vengo-a-
ofrecer-esta-oportunidad-llévese-10-plumas-10-calidad-de-
importación-a-solo-10-pesitos- próxima-parada-estación-indios-
verdes-tiruri...
¿Por qué a la hora de ayudar da más quien menos tiene? Cuando
huracanes, sequías y terremotos pintan de miseria la tierra de
los humildes de cualquier parte de México, es la gente más
pobre la que hace cola para entregar, en los puestos de
acopio, el arroz, el frijol, el aceite y la sal que
seguramente hacen falta en su propia mesa. Mientras, en los
teletones de la limosna, los poderosos reparten cheques con
muchos ceros y ninguna dignidad.
El humilde da lo que tiene, reflexionan piedra y nube, y el
poderoso da lo que le sobra, lo que le estorba, lo ya usado,
lo caduco, lo inservible.
Camina la piedra. Vuela la nube. ¡Cuántas ciudades esconde
esta ciudad! ¡Cuántas de ellas tienen la dignidad que al
poderoso le falta!
¡Y cuántas ciudades dentro de esta ciudad maquinan y festinan
el crimen! Pero a ellas las visitaremos mañana. Seguramente
esconden más de lo que muestran...
(Continuará)
Desde las montañas del Sureste Mexicano.
Subcomandante Insurgente Marcos
México, enero de 2003.
https://www.alainet.org/es/active/4314
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