La democracia asamblearia de los pueblos indígenas y negros
21/02/2011
- Opinión
Las teorías políticas modernas asumieron la democracia representativa como el único mecanismo políticamente correcto. El argumento principal fue: “La multitud puede deliberar, pero es casi imposible que se ponga de acuerdo para tomar decisiones, si no es mediante sus representantes”. De esta manera, todas las otras formas de democracia se invisibilizaron. Pero las consecuencias fueron fatales. La democracia se convirtió en un rito de las urnas, vacío de contenidos. La corrupción pública fue y es el negocio más seguro lucrativo para los funcionarios públicos. Y la participación política retrocedió en la ciudadanía.
En estos días se reúnen, en San Juan, Tela, más de 1500 representantes indígenas y negros/as de Honduras en una Asamblea Constituyente Refundacional. Según las teorías políticas tradicionales sería descabellado convocar y reunir a esta cantidad de gente para debatir y consensuar los contenidos de una nueva Constitución Política de Estado. Además, para cualquier dirigente social o político, sea de derecha o de izquierda, esta asamblea multitudinaria sería sencillamente inviable. Sin embargo, los pueblos indígenas y negros, no sólo en Honduras, sino en diferentes latitudes de Abya Ayala, desafían las teorías políticamente correctas. ¿Por qué?
Entre las muchas verdades que le cuesta aceptar a la socio analítica liberal o marxista es la vocación democrática de los pueblos indígenas y negros. No tanto por racismo, sino porque se asume que la democracia es de origen occidental. Por tanto, a las y los indios y negros se les debe educar en la virtud de la democracia. Además, se asume que los de arriba (pensadores, políticos, dirigentes, activistas) saben de democracia, los indios, las mujeres, los negros, no. Quizás porque los pueblos indios y negros jamás fueron asumidos como sujetos en la construcción de los estados nacionales mestizos.
Pero, la verdad es que de un tiempo a esta parte, y ante el fracaso de la democracia representativa occidental, los pueblos indígenas y negros se han convertido en la reserva de una democracia asamblearia y comunal. Sí. Multitudes de indios y negros dan lecciones de prácticas democráticas que incluso asuntan a las y los dirigentes tradicionales. Ni qué decir a los caudillos. Y uno pregunta, ¿dónde aprendieron los indios? Pues, es su práctica casi cotidiana. Sólo que la democracia asamblearia y comunal, por su alta peligrosidad, jamás fue reconocida como una forma de gobierno por los bicentenarios estados de Latinoamérica.
La auto convocatoria a la Asamblea Constituyente Refundacional de los pueblos indígenas y negros de Honduras nos dejan grandes lecciones. No sólo para el país, sino para el mundo entero que asiste al fracaso de la democracia representativa excluyente.
Observar centenares de hombres y mujeres debatiendo sus problemas y buscando propuestas de soluciones, casi con una mística estoica, a la sombra de los árboles, despierta asombro y admiración. En estas asambleas los intereses y la ética individual está supeditada a los intereses y a la ética colectiva, por tanto las divergencias, en lugar de fraccionar al grupo, fortalecen el desenvolvimiento de la asamblea.
Estos encuentros no son las manifestaciones multitudinarias donde desfilan oradores al calor de las emociones y aplausos de las masas. Son verdaderas jornadas de trabajo, en las que disciplinadamente las y los participantes, en asambleas pequeñas, debaten por horas enteras. Luego acuden a plenarias generales para poner en común las conclusiones consensuadas. Quizás no con un lenguaje exquisito y técnico como lo harían las élites de revolucionarios o de conservadores. Pero, lo cierto es que lo que expresan lo dicen con convicción y de corazón. Que al final eso es lo que cuenta. Las formas siempre se pueden suplir con el asesoramiento.
En los próximos días, el Frente Nacional de Resistencia Popular de Honduras celebrará su asamblea nacional anual. Sería muy importante considerar esta metodología asamblearia de los pueblos indígenas y negros para dicha asamblea popular. Después de todo, estos pueblos milenarios y centenarios (en el caso de misquitos y garífunas) son el núcleo duro de la resistencia en las repúblicas de Latinoamérica. Por tanto, sus prácticas democráticas se constituyen per se en un imperativo ético ineludible para los nuevos movimientos sociales emergentes en Honduras y América Latina.
En estos días se reúnen, en San Juan, Tela, más de 1500 representantes indígenas y negros/as de Honduras en una Asamblea Constituyente Refundacional. Según las teorías políticas tradicionales sería descabellado convocar y reunir a esta cantidad de gente para debatir y consensuar los contenidos de una nueva Constitución Política de Estado. Además, para cualquier dirigente social o político, sea de derecha o de izquierda, esta asamblea multitudinaria sería sencillamente inviable. Sin embargo, los pueblos indígenas y negros, no sólo en Honduras, sino en diferentes latitudes de Abya Ayala, desafían las teorías políticamente correctas. ¿Por qué?
Entre las muchas verdades que le cuesta aceptar a la socio analítica liberal o marxista es la vocación democrática de los pueblos indígenas y negros. No tanto por racismo, sino porque se asume que la democracia es de origen occidental. Por tanto, a las y los indios y negros se les debe educar en la virtud de la democracia. Además, se asume que los de arriba (pensadores, políticos, dirigentes, activistas) saben de democracia, los indios, las mujeres, los negros, no. Quizás porque los pueblos indios y negros jamás fueron asumidos como sujetos en la construcción de los estados nacionales mestizos.
Pero, la verdad es que de un tiempo a esta parte, y ante el fracaso de la democracia representativa occidental, los pueblos indígenas y negros se han convertido en la reserva de una democracia asamblearia y comunal. Sí. Multitudes de indios y negros dan lecciones de prácticas democráticas que incluso asuntan a las y los dirigentes tradicionales. Ni qué decir a los caudillos. Y uno pregunta, ¿dónde aprendieron los indios? Pues, es su práctica casi cotidiana. Sólo que la democracia asamblearia y comunal, por su alta peligrosidad, jamás fue reconocida como una forma de gobierno por los bicentenarios estados de Latinoamérica.
La auto convocatoria a la Asamblea Constituyente Refundacional de los pueblos indígenas y negros de Honduras nos dejan grandes lecciones. No sólo para el país, sino para el mundo entero que asiste al fracaso de la democracia representativa excluyente.
Observar centenares de hombres y mujeres debatiendo sus problemas y buscando propuestas de soluciones, casi con una mística estoica, a la sombra de los árboles, despierta asombro y admiración. En estas asambleas los intereses y la ética individual está supeditada a los intereses y a la ética colectiva, por tanto las divergencias, en lugar de fraccionar al grupo, fortalecen el desenvolvimiento de la asamblea.
Estos encuentros no son las manifestaciones multitudinarias donde desfilan oradores al calor de las emociones y aplausos de las masas. Son verdaderas jornadas de trabajo, en las que disciplinadamente las y los participantes, en asambleas pequeñas, debaten por horas enteras. Luego acuden a plenarias generales para poner en común las conclusiones consensuadas. Quizás no con un lenguaje exquisito y técnico como lo harían las élites de revolucionarios o de conservadores. Pero, lo cierto es que lo que expresan lo dicen con convicción y de corazón. Que al final eso es lo que cuenta. Las formas siempre se pueden suplir con el asesoramiento.
En los próximos días, el Frente Nacional de Resistencia Popular de Honduras celebrará su asamblea nacional anual. Sería muy importante considerar esta metodología asamblearia de los pueblos indígenas y negros para dicha asamblea popular. Después de todo, estos pueblos milenarios y centenarios (en el caso de misquitos y garífunas) son el núcleo duro de la resistencia en las repúblicas de Latinoamérica. Por tanto, sus prácticas democráticas se constituyen per se en un imperativo ético ineludible para los nuevos movimientos sociales emergentes en Honduras y América Latina.
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