Ibarra no es Macri, aún a pesar de Luís Zamora
26/08/2003
- Opinión
"Reducir el idealismo a un dogma de escuela
metafísica equivale a castrarlo; llamar
idealismo a las fantasías de mentes enfermizas
o ignorantes, que creen sublimizar así su
incapacidad de vivir y de ilustrarse, es una
de tantas ligerezas alentadas por los
espíritus palabristas. Los más vulgares
diccionarios filosóficos sospechan este
embrollo deliberado: Idealismo: palabra muy
vaga que no debe emplearse sin explicarla"
de El Hombre Mediocre de José
Ingenieros
En las elecciones realizadas el 24 de agosto pasado en la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires se presentaron nueve partidos
políticos que representaban a la izquierda vernácula
obteniendo en su conjunto un 16%, o 271.000 votos, ponderando
su participación en los conseguidos para las candidaturas en
pugna: jefe y vicejefe de Gobierno, diputados nacionales por
el distrito y diputados para la legislatura porteña.
Los votos conseguidos por Autodeterminación y Libertad (AyL),
cuyo líder es Luís Zamora, representan el 78% del total de los
que apoyaron a las propuestas de la izquierda y esto hace que
frente a la segunda vuelta el comportamiento de estos
electores pueda llegar a definir quien estará en el futuro
gobierno de la ciudad Capital de la República Argentina.
Las equivocaciones, mezquindades, soberbias y autoritarismos
de algunas de éstas agrupaciones siempre han estado presentes
y ahora queda evidenciado en el comportamiento recomendado por
Zamora de abstenerse de votar en la contienda del 14 de
setiembre, o sea, en el balotaje entre Aníbal Ibarra y
Mauricio Macri. Afortunadamente no todos los sectores piensan
como él.
Extraña sobremanera que AyL se arrogue algún tipo de
ascendencia sobre sus adherentes porque sencillamente no ha
sabido, aunque más exactamente no ha querido, decirle al
electorado quienes son los referentes que conformaban sus
listas de candidatos y que llama poderosamente la atención que
de los 74 cargos electivos sólo eran ocupados por 62
postulantes que aparecían ofrecidos en diferentes categorías
para la elección.
También extraña de un movimiento definido "por la libertad y
la autodeterminación" que haya decidido democráticamente que
la esposa de su líder, Noemí Oliveto, sea la primera candidata
a la diputación porteña; cuando ha invertido tanto tiempo
proclamando -sólo proclamando- y parafraseando -sólo
parafraseando- a los zapatistas el de "Caminar preguntando" y
aconsejaba la lectura de John Holloway para "Cambiar el mundo
sin tomar el poder".
Más aún extraña que nunca se explicaron los verdaderos motivos
del porqué la segunda candidata a la diputación nacional
electa el 14 de octubre del 2001, Marta Castaño, tuvo que
renunciar a su cargo y tampoco el porqué fue expulsado de AyL
el diputado José Roselli por "graves transgresiones ético-
políticas" cuando los problemas reales rozaban los intereses
de la "familia Zamora" según cuentan las nunca desmentidas
informaciones periodísticas y que hace tiempo atrás hemos
denunciado.
Desde luego que extrañó a propios y extraños la mezquindad de
Zamora al no acompañar con su voto la nulidad de las Leyes de
Punto Final y Obediencia Debida, cuando ésta decisión fue
sostenida firmemente por los familiares y compañeros de las
víctimas de la genocida dictadura militar.
Estas arbitrariedades le quitan seriedad a sus opiniones
frente a la segunda vuelta, sin la menor de las dudas, siendo
además funcional a los intereses de la derecha que ni siquiera
se animaron a recomendar Patricia Bullrich y Ricardo López
Murphy para esta próxima instancia electoral.
Que aún no sean, desgraciadamente, los tiempos de un gobierno
popular que represente los intereses de la mayor parte de los
habitantes de la Capital Federal que alcanzan al 10% del
padrón electoral nacional no significa que "regalemos" y
"entreguemos" tantos años de lucha y compromisos ciudadanos
para terminar con el pasado de hegemonismos, negociados,
corrupción y menemismo, así como los terribles y trágicos
errores como los de Fernando de la Rúa y Eduardo Alberto
Duhalde.
Aquellos votantes que siguen abrazando los ideales perseguidos
por las banderas que nunca se bajan no pueden ni deben ser
indiferentes y menos servir con el silencio en las urnas a los
retrógrados, porque sabemos por experiencia histórica que
encontrarán a sus víctimas entre los sectores más necesitados
del pueblo con la puesta en práctica de sus políticas de
marginación y exclusión.
Es obvio que no escapa de nuestro entendimiento que Ibarra no
es una opción de izquierda y que su actuación al frente del
gobierno en los pasados tres años ha dejado mucho que desear.
Tampoco desconocemos que llega a esta nueva instancia, el
balotaje, a partir de una postulación apoyada por algunos
sectores sobrevivientes del Frente Grande, socialistas, ARI,
PAIS, Intransigentes y algunos justicialistas y radicales
díscolos. Pero esos sectores jamás pueden ser considerados
como "enemigos" por cualquier dirigente popular que pretenda
ser respetado por el pueblo y sepa respetar a éste.
Es necesario dejar claro que ésta elección no debe ser tomada
como un plebiscito para el Gobierno Nacional y que los
legisladores porteños recién elegidos en su totalidad tienen
la obligación cívica de llevar todas aquellas propuestas que
reclama la ciudadanía.
La realidad, que no es siempre la única verdad, nos impone
elegir entre ésta opción o el pasado encarnado en Macri que
representando al posmenemismo y con antecedentes personales,
familiares y empresarios que se han beneficiado en todas las
gestiones de las últimas tres décadas como contratistas del
Estado, privatizadoras y concesionarias. Sumándole los
comportamientos como evasores ante el fisco nacional -
aduaneros e impositivos- como los negociados en la venta de
sus paquetes accionarios que han sido debidamente denunciados
e investigados, y que como corresponde nunca fueron
sancionados con el máximo rigor por la justicia que siempre
está ausente para condenar a las oligarquías nacionales y los
intereses trasnacionales que se han enriquecido con la entrega
del patrimonio y la pobreza de todo nuestro pueblo.
Ibarra no es Macri. Aún a pesar de Luís Zamora.
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