Al cumplir los primeros 100 días de gobierno
¿"Quo vadis", señor presidente?
30/08/2003
- Opinión
(Dedicado a quienes tenían menos de 12 años el 24 de marzo de 1976,
ajenos a aquellos años de luchas despiadadas, que ahora son nuestra
esperanza y los protagonistas de la Historia)
La situación política ha comenzado a experimentar cambios notables,
que denotan el rumbo que el Dr. Kirchner impondrá a su gobierno en
los próximos meses y los objetivos políticos que se propone
alcanzar.
Kirchner viene de un sector de la juventud peronista de los años
'70, llamado "la tendencia revolucionaria", o simplemente, "la
tendencia", que fue el grupo peronista más "izquierdista" de aquel
entonces, poco afecto a obedecer la conducción de Perón y que llegó
a enfrentarlo a partir de 1973. Casi todos ellos se identificaban
con el grupo Montoneros. En enero de 1974, una parte de ese sector
decidió separase abiertamente de la conducción del General, no
entregar las armas usadas para combatir a la dictadura militar
(1966/1973), como se los exigió Perón, y pasar a la clandestinidad
para reiniciar "la lucha armada", esta vez contra ... Perón,
objetivamente hablando. Ese grupo se quedó con la sigla de
Montoneros hasta nuestros días.
La otra parte de "la tendencia" aceptó la conducción de Perón y
permaneció dentro del peronismo, pero se diferenció del resto con el
nombre sectorial de "JP Lealtad". En este último grupo militaron en
aquella época Kirchner y su esposa Cristina Fernández, siendo
estudiantes de abogacía en La Plata. Una vez producido el golpe
militar de marzo de 1976, el matrimonio Kirchner se trasladó a
vivir en Santa Cruz.
Con el tiempo, tanto Kirchner y su señora, como otros muchos jóvenes
de la JP Lealtad, y también muchos montoneros, fueron morigerando
sus posiciones y se aclimataron a la nueva realidad política, sobre
todo a partir del gobierno de Alfonsín (1983/1989) y más aún con el
de Menem (1989/1999). Varios funcionarios de Menem, que profesaron
abiertamente las ideas neoliberales, habían sido conspicuos
dirigentes montoneros o de la JP Lealtad. No fue el caso de Kirchner
y su esposa, quienes siempre permanecieron fieles al menos a las
ideas "progresistas" de "centro-izquierda". De ese sector ideológico
provienen sus amigos desde hace años, y aún ahora. Entre los amigos
de Kirchner, algunos fueron peronistas "de izquierda" como él, y
otros nunca fueron peronistas, sino que provienen de las filas
marxistas o simplemente "progresistas". Con esos dos grupos
Kirchner está tratando de crear un partido político propio, según lo
sugieren todos los indicios. Y ése será, sin duda, el punto de
fricción más importante con Duhalde y el resto del Partido
Justicialista apenas pasen las elecciones de este año y,
especialmente, a partir de abril de 2004, cuando logren desplazar
del todo a Menem de la conducción del PJ.
(Habrá que ver cómo nos libramos de tal disyuntiva, pues con
Kirchner se irá un sector del peronismo, el "progre", seguramente
minoritario, pero en la dirección del PJ no quedarán justamente los
santos y leales, sino muchos que hace años dejaron de ser peronistas
o nunca lo fueron. ¡Triste situación!)
En definitiva, Kirchner sueña con un partido propio que represente
un "corte transversal" de las agrupaciones existentes.
La experiencia indica que los "cortes transversales" signados por un
matiz ideológico determinado, dejando afuera al resto del arco iris
nacional y popular, nunca tuvieron éxito. Lo supieron tarde los
montoneros, cuando inventaron el Partido Peronista Auténtico. Luego
lo supo, también demasiado tarde, el Dr. Alfonsín con su no-nato
Tercer Movimiento Histórico que, además, quiso repetir la hazaña del
General, pero con un pacto con el FMI, lo cual significaba hacerlo
sin Tercera Posición, sin soberanía política, sin independencia
económica, sin justicia social y sin identidad cultural nacional. Un
17 de octubre del brazo con Braden. Un guiso de liebre, pero sin
liebre.
Posteriormente, lo supo Chacho Álvarez, quien soñó con convertir a
su grupo, el Frepaso, en un Movimiento de "corte transversal" de
tipo "progre". ¡Oh, el discreto encanto de lo "progre"!, que vende
la ilusión de liberarnos de la dependencia extranjera y sus
inevitables lacras políticas, económicas, sociales y culturales,
ayudados y guiados por la mano "generosa" y "amiga" de los
socialdemócratas europeos y los "liberals" angloamericanos (maestros
de lo "progre" al servicio de las multinacionales y de los intereses
imperiales de sus potentes países).
Dicen que Chacho fracasó porque no tenía vocación de poder. En
cambio, concluyen, Kirchner triunfará en ese camino contra natura
porque lo que le sobra es hambre de poder. Lo dudamos. El fracaso de
Chacho no se produjo sólo por su escaso manejo del poder y sus dudas
existenciales, sino también porque su pretensión era crear un
partido político (nunca habló de movimiento, y menos nacional y
popular) sin perder la amistad y las invitaciones del embajador de
EEUU que tanto apreciaba, y a quien visitaba asiduamente para
dialogar. Insisto, es imposible hacer un guiso de liebre sin
liebres.
Kirchner prepara un coctel ya conocido: una medida de "progres"
venidos de afuera, otra de peronistas de "izquierda", algunos
cubitos de discursos encendidos y muchos fuegos de artificios ("ya
que no les damos pan, démosle presos"); lo bate todo adecuadamente y
pretende servirlo en copas de lujo, bajo la mirada paternal y
sonriente de EEUU, Europa y el FMI (porque no hay que caerse del
mapa...). Será un coctel, sin duda, pero difícilmente sea nacional y
popular, y menos aún peronista, sobre todo si el ingreso al ALCA
sigue su camino como hasta ahora (el gobierno acaba de ratificar, el
04-07-03, su incorporación unilateral a esa verdadera trampa mortal
de EEUU para antes de diciembre de 2005) y el acuerdo con el FMI se
firma como los pasos ya dados presagian: mal.
Si cabía alguna duda sobre los verdaderos objetivos políticos del
Dr. Kirchner, ella desaparece al analizar su conducta en la reciente
elección de la Capital Federal. Reclamó a Ibarra la inclusión de
Miguel Bonasso en la lista de diputados nacionales. Como el actual
Jefe de Gobierno se negó, Kirchner dio su respaldo abierto y
completo (que es de mucho peso y, en esta ocasión, de muchos pesos)
para que su candidato preferido tuviera partido propio. Así, con el
apoyo irrestricto y público de la Casa Rosada, logró Bonasso salir
electo diputado nacional, título que se suma al de ser el asesor
ideológico (¡ideológico, justamente!) más cercano y escuchado del
presidente Kirchner.
Pero, ¿quién es Miguel Bonasso?
En los años '70, fue secretario de Prensa de la conducción nacional
de Montoneros. En 1974, cuando los montoneros debieron optar entre
la conducción de Perón y la de Firmenich, Bonasso se quedó al lado
del segundo y ahí estuvo hasta 1979. En la misma línea ideológica y
política, en 1997 editó un libro, "El presidente que no fue". En él,
Bonasso calumnia y vitupera a Perón como sólo yo he visto hacerlo a
aquel tristemente celebre "service" de los EEUU, llamado Silvano
Santander, autor del vergonzoso libelo "Técnica de una traición" que
fue escrito para hacernos creer que el General era un agente nazi.
Con el tiempo se supo que Santander escribió su libro con datos
aportados por la CÍA, y por encargo de ella.
Bonasso ha emulado y, quizás, superado a Silvano Santander en su
odio a Perón. Según su libro, en 1973, el conductor del pueblo
argentino era... Cámpora y no Perón. Afirma que el General volvió de
España hecho un "viejo envidioso" y por eso lo desplazó a Cámpora
que era "el verdadero jefe de la revolución nacional". Y lo desplazó
porque le tenía miedo a la "capacidad política de Cámpora".
¡Fantástico!
En la misma línea de odio gorila (hay gorilas de "derechas", como
tantos que conocemos, y los hay de "izquierdas", como...), Bonasso
le endilga a Perón todas las lacras imaginables: "alimentaba
personalmente la conflagración dentro del peronismo", "su sombra se
extendía sobre los cadáveres con que la AAA sembró los bosques de
Ezeiza el 20-6-73", y llega a insinuar la infamia de que hubo "un
acuerdo secreto entre Perón y Washington para destruir a la
insurgencia (los montoneros) en la Argentina".
De paso, vuelca su rencor contra el propio Cámpora, por no haber
seguido sus consejos de traicionar a Perón para quedarse con la
presidencia del país ilegítimamente. Le endilga a Cámpora "poca
vocación de poder, y una exagerada dependencia de Perón que lo hacía
vulnerable frente a Perón". Por lo visto, es común que la lealtad a
Perón y su pensamiento nos condene a la calumnia de sus enemigos.
Allá Bonasso con su grosera tergiversación de la historia para uso
personal y sus fobias antiperonistas. Pero que el presidente surgido
del PJ (dizque peronista) lo considere su principal asesor
ideológico, y lo haya inventado como diputado nacional, elimina
cualquier duda: nos libramos de la Guatemala neoliberal y de las
relaciones carnales, para caer en la Guatemala de la "izquierda
progresista", tan sectaria como todo adolescente. Y no digo en
Guatepeor, porque peor fue lo de Menem-Cavallo.
Es cierto que el Partido Justicialista ha defeccionado y hoy no
defiende los principios que levantó Perón como banderas permanentes
e irrenunciables. Aterra escuchar hablar de alianzas del PJ con
Cavallo, con la UCEDE o con López Murphy. De la misma manera que nos
paraliza el corazón ver a un presidente surgido del peronismo
asistir como alumno o como participante activo, lo mismo da, a un
congreso de la Tercera Vía en Londres, convocado por el señor Tony
Blair, totalmente "progre" y socialdemócrata de pura cepa, y,
simultáneamente, socio incondicional de Bush. ¿"Quo vadis", Dr.
Kirchner?
Si algo hace falta es revitalizar el movimiento que sirvió de base
y fue razón de ser del PJ (hoy en coma, no sabemos si terminal e
irreversible), y no justamente sacrificar los principios nacionales
y populares en el altar de alguna teoría europea o angloamericana,
que entre nosotros suena a trasnochada y exótica. Progresismo,
Tercera Vía, izquierdas y derechas, socialdemocracia, etc., etc., en
la empobrecida, ilegítimamente endeudada y socialmente injusta
Argentina actual, dependiente de EEUU y el G7, asfixiada por los
bancos acreedores europeos y angloamericanos, y chicaneada por el
FMI que dominan Europa y EEUU, son sólo entelequias, fuegos de
artificio, cuyo peligrosidad (sino la finalidad expresa de quienes
las impulsan) es dividir las fuerzas del campo nacional y popular.
No necesitamos más partidos políticos (en la Capital Federal hay 49
ya), sino un Movimiento basado en los principios inmutables de
soberanía política, independencia económica, justicia social e
identidad cultural, y revitalizado y actualizado en sus propuestas
políticas, que vuelva a poner en el centro del escenario la lucha
por la liberación contra la dependencia.
Ese Movimiento Nacional y Popular, cuya expresión más genuina fue el
Movimiento Peronista, siempre abarcó, y así deberá serlo en el
futuro, al pueblo argentino como tal, a todas sus fuerzas genuinas y
patriotas. A todos: a aquellos que manejan mejor la derecha y a los
que son "diestros" con la "zurda", porque lo que nos une no son los
esquemas teóricos y dogmáticos que nos "venden" periódicamente los
angloamericanos y los europeos, sino la común defensa de nuestros
intereses nacionales y populares. Y en esa tarea, como bien dijo
Omar Torrijos (cuando le criticaron la colaboración de varios
comunistas en su gobierno), "para defender a Panamá (a la Argentina
en nuestro caso) y a su pueblo, necesito usar, no una, sino las dos
manos y, aún así, a veces no me alcanzan".
Es que lo nacional y popular no se define tanto por los hombres
llamados a colaborar, sino por los auténticos objetivos que se traza
el gobernante. Para tener un anticipo de tales objetivos (los
auténticos, digo) es bueno conocer los antecedentes de quien desea
conducir el proyecto.
A ese Movimiento que necesitamos recuperar jamás podrá conducirlo
quien tenga a Miguel Bonasso como su asesor ideológico de mayor
confianza y trate de conformar a Bush, a Blair, al FMI, etc., etc.
Con tales asesores como almohada, y con tales amistades, sólo se
llega a crear otro partido de "izquierda" más, tan gatopardista
como los anteriores, nunca un Movimiento Nacional y Popular.
Buenos Aires, 31 de agosto de 2003.
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