Desde el Qullasuyu bajo el signo de la violencia y la muerte
16/10/2003
- Opinión
Achocalla, es un pueblo indígena, asentado en un valle vecino a la ciudad
de La Paz y contiguo a la ciudad de El Alto. En la mañana de hoy jueves
16 de octubre los ayllus y comunidades que conformamos esta marka aymara,
de la nación Pakajaqi, marchamos masivamente durante horas hacia la
ciudad capital y luego dentro de la "hoyada" compartimos la protesta con
decenas y cientos de miles de hermanos de la provincia Omasuyus, los
valles de Lipari, Cohoni, Palca, autoridades originarias y residentes de
la provincia Pacajes, Mallkus del Consejo Nacional de Ayllus y Markas del
Qullasuyu, cientos de juntas de vecinos de la ciudad de El Alto, las
villas de La Paz, Zona Sur, sindicatos obreros, organizaciones gremiales,
maestros, estudiantes, clases medias, artistas e intelectuales. Nunca
antes el centro de la ciudad capital había sido escenario de una
movilización y protesta generalizada como tampoco un solo sentimiento se
había manifestado en toda la ciudad desde los barrios aymaras hasta la
ciudadela blanca de la Zona Sur: la renuncia del demente que se aferra a
la silla presidencial.
Desde mi comunidad y evocando la desgraciada historia que nos ha tocado
vivir a los pueblos indígenas en el continente y particularmente en mi
patria Qullasuyu, colonialmente designada Charcas y Bolivia, no puedo
dejar de pensar ni dimitir en mi convicción acerca de la permanencia y
renovación permanente del sistema colonial impuesto primero, a sangre
fuego y la traición, por Hernando Pizarro que invadió nuestra patria el
año de 1538 y luego establecido "legalmente" por Francisco de Toledo en
1570. Lo siento por las delicadas percepciones y sentimientos de la clase
media, Gonzalo Sánchez de Lozada no es otro que el fantasma resurrecto
del aquel Pizarro que holló nuestra patria y trajo consigo la cultura de
la muerte y todas las miserias de la doblez, la traición permanente que
sustentan a cualquier régimen colonial.
Así como la banda comandada por Francisco Pizarro asesinó impunemente al
gobernante legítimo del Tawantinsuyu (1532) e instauró un régimen de
terror cuyo único objetivo fue el expolio de nuestras riquezas y la
reducción de nuestro pueblo a la condición de parias, sus descendiente
llamándose "patriotas" fundaron una república colonial y racista en total
exclusión de los pueblos nativos y el desconocimiento de su identidad y
derechos; solo así se explica que hayan tomado el nombre de Bolívar, un
extraño, un aventurero de paso por el país.
La colonia hecha república soñó y deliró seguir los pasos de sus hermanas
del continente para exterminar a la población indígena, como condición
necesaria para arrancar con el desarrollo económico. Sin embargo tal
sueño no se les cumplió y los indios continuaron contándose por millones
no quedando otra que buscar una solución diferente: la asimilación,
decretada desde 1952 con la reforma agraria, reforma educativa y el voto
universal. Desde entonces los indios a pesar de gozar del título de
ciudadanos de la república boliviana no gozaban ni gozan de los derechos
que otorga la constitución y las leyes nacionales, adoptadas al amparo de
tratados y convenios internacionales. La ciudadanía en el régimen
boliviano antes que derecho es una mera obligación que debe ser cumplida
coercitivamente, con la amenaza de multas y otras penas el día de la
votación. Sin embargo las elites criollas supieron mediante propaganda
mostrar estado de derecho, democracia, igualdad, etc. Mentiras y
falacias, que en coyunturas como la presente, se descubren crudamente a
través de una práctica habitual de administración de la violencia en los
mismos términos que el introducido por los invasores españoles del siglo
XVI.
Las masacres de indios, en particular de campesinos y mineros, es una
tradición nacional y solo una pequeña parte ha sido conocida con horror
por aymaras, qhichwas, urus, guaranies. Si ensayáramos una cronología de
masacres la lista sería muy larga. Se me vienen a la memoria la de Jesús
de Machaca en 1921 cometida por el ejército regular para escarmentar a
los indios de dicha localidad a no osar rebelarse contra los mestizos;
Tolata y Epizana durante la dictadura de Bánzer igualmente de escarmiento
a los indios por el abandono del "pacto militar" campesino; Amaya Pampa y
Capacirca para extirpar de los mineros del ayllu Jukumani el sentimiento
de posesión y propiedad de los recursos auríferos que encierra su
territorio. Este último cometido durante el primer gobierno de Sánchez de
Lozada constituye el ensayo de una política hacia los indios que luego se
convertirá en conducta; incluso sus actores son casi los mismos y la OEA
que ahora apoya al régimen, liberó de toda culpa a los asesinos
materiales e intelectuales, desatándose más bien desde el Estado una
fiera persecución de las víctimas como culpables del hecho. Luego las
jornadas del 11 y 12 de febrero fueron una historia parecida, solo que
las muertes se triplicaron (33) y la matanza fue cometida en plena ciudad
y ante cámaras de la Televisión; y la OEA otra vez cumplió con el libreto
preparado por el gobierno.
Con semejante record de asesinatos y una impunidad a toda prueba Gonzalo
no ha trepidado en ordenar el asesinato y la masacre de indígenas de
Sorata y Warisata. Niños, mujeres y la misma escuela normal, símbolo
dicen de la educación indígena boliviana fueron víctimas de una violencia
comparable a las practicadas en Oriente Medio. Desde el día jueves 9 de
octubre arrancó está nueva matanza, que ha cobrado la vida de más 76
personas (hay estimaciones que suponen más de 100), medio centenar de
heridos y una cantidad desconocida de desaparecidos y detenidos por las
fuerzas de seguridad.
Puede éste régimen de violencia, asesinatos en masa y permanente
calificarse de democracia? Que a través de gente encapuchada allana
domicilios, atenta a los medios de comunicación y masacra con un ejército
que está siendo desnaturalizado por la demencia de un individuo que
desprecia a indios, mestizos y por supuesto militares. No, no lo es. Y
vuelvo al principio: es este un régimen colonial cuyo líder es un
psicópata, alguien que se divierte y realiza en la contemplación del
sufrimiento y la muerte de los indios, evoco los pasajes de la
descripción de Las Casas sobre la destrucción de Las Indias o la historia
de Aguirre la Ira de Dios.
En el acostumbrado lenguaje político y social boliviano "qué demandan"
los indígenas que ha enfurecido tanto al Presidente Gonzalo? En esta
última movilización no hay ninguna demanda, sino la exigencia de que el
recurso gas no sea explotado en provecho de las empresas transnacionales
y el vecino del otro lado de la cordillera. Es esta la diferencia capital
con la tradicional relación indios-estado, durante el pasado gobierno de
Banzer, una movilización campesina que paralizó parte del país luego de
unos cuantos muertos terminó en la promesa de 1,000 tractores. Ahora los
indios no piden nada, exigen soberanía sobre un recurso estratégico y
todo bajo el concepto de territorio. La respuesta del gobierno fue una
burla constante, cómo podían y además por qué tenían que interesarse los
indios en un tema que es monopolio consagrado a los descendientes de
Pizarro?.
Así como los protagonistas de la rebelión se identifican con la wiphala
(bandera de arco iris) ha quedado claro que el gobierno de Sánchez de
Lozada, no es más que una administración colonial cuya razón de estado es
excluir permanentemente a los indios, aunque para aparentar ponen de
fantoches prefecto y vice ministro indios.
El escenario de esta masacre genocida no es el mismo que el cometido en
Machaca en 1921. Para el 2003, los indios hemos casi perfeccionado el uso
del español, hemos construido una ciudad: El Alto (además de una
infinidad de barrios en todo el contorno de La Paz), y es verdad que
somos pobres, y aún así la gente trabaja, produce, exporta. La ciudad
posee, además de industrias y empresas de servicios, medios de
comunicación, centros de cultura y difusión que han terminado por
redescubrir colectivamente la identidad Qulla.
Desde los años de 1930 (guerra del Chaco 1932-36) los aymara comenzaron a
usar la radio difusión que luego se fortaleció con el trabajo ideológico
y político de los activistas indios de la década de 1970. En el intento
de los curas en descubrir "la cara campesina de la historia de Bolivia"
los indios comenzaron a avizorar su historia y con ella su futuro, sin
embargo el activismo indio durante todo el último tercio de siglo XX fue
muy limitado circunscrito a la elite intelectual universitaria. El
discurso y las utopías indianistas que trascendieron los límites de las
pequeñas comunidades académicas y estudiantiles, prontamente fueron
cooptadas y controladas por los intelectuales de la izquierda boliviana,
en especial el MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria), que creó un
pequeño monstruo llamado Catarismo y junto con los miristas muchos se
apoderaron del discurso y símbolos qullas para usarlo en su provecho a
través del populismo.
Este año 2003 señala, con todos sus antecedentes limitaciones y
potencialidades el curso de un proceso que en contextos como los
africanos y asiáticos se ha llamado descolonización, solo que en este
caso no son aguas marinas las que nos separan de la potencia colonial,
sino el autismo de una casta que contra todos los cambios y progresos
alcanzados por la humanidad ha propuesto preservar sus privilegios y para
ello no escatima en el uso habitual de la violencia, asesinatos en masa y
la mentira para encubrir su racismo.
* Carlos Mamani Condori. Universidad Mayor de San Andrés.
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