El combate de la violencia, la política y la economía

18/07/2011
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No me cansaré de repetir que la violencia no se combate con más violencia; o, dicho de otra forma, la violencia genera más violencia. Con el Plan de Seguridad aprobado para el combate a la violencia en la Cumbre Centroamericana de Presidentes, celebrada en Guatemala, en junio recién pasado, lo único que se va a lograr es que  se incremente el número de muertos y que incremente el gasto corriente estéril del gobierno con grave impacto en la tasa de inflación, tanto por el mayor gasto gubernamental como por mayores impuestos; pero, los índices de violencia, quién sabe que disminuyan.
 
Según mi humilde saber y entender, el camino para el combate de la violencia debería ser otro.  En primer lugar, habría que preguntarse ¿De dónde surge la violencia? Estudios socio económicos demuestran que en cuanto más pobre es un país más violenta es su población. Y el argumento parece muy lógico, ya que la pobreza, el hambre y las múltiples necesidades de la gente hacen que éstos busquen de cualquier manera satisfacer esas necesidades; al no encontrarlas, la gente se vuelve más violenta, no sólo para poder satisfacer esas necesidades a costa de cualquier medio, sino que psicológicamente la gente siente cólera con la situación que vive y que no logra resolver y eso hace que la población se vuelva menos tolerante y más agresiva.
 
Está demostrado que países, como los escandinavos, en donde la gente tiene un alto ingreso per cápita, y consecuentemente altos niveles de desarrollo y de bienestar, los índices delincuenciales son muy bajos. La siguiente tabla muestra el índice de asesinatos en la década de los 2000, por cada 100,000 habitantes para una serie de países.
 
 
 
Fuente: Cifras tomadas de la página de Wikipedia, con información contenida en la Declaración de Ginebra sobre Violencia Armada y Desarrollo.
 
En la tabla precedente se puede apreciar claramente que los países con la menor tasa de homicidios son aquellos cuyo nivel de desarrollo es más alto, como Nueva Zelanda, Chile, Irlanda, Dinamarca, Alemania entre otros. La Declaración de Ginebra sobre Violencia Armada y Desarrollo ha señalado lo siguiente:
 
“La violencia armada no es sólo una de las causas del subdesarrollo, también es una consecuencia de ella. Los factores de riesgo de la violencia armada como la debilidad de las instituciones, las desigualdades económicas y sistémicas horizontal, la exclusión de las minorías, las relaciones desiguales de género, las limitadas oportunidades de educación, la persistencia del desempleo, el crimen organizado, y la disponibilidad de armas de fuego ilícitas y medicamentos pueden ser asociados en una forma u otra a los desafíos del subdesarrollo“ ( Declaración de Ginebra sobre Violencia Armada y Desarrollo en http://www.genevadeclaration.org).
 
Por tanto, al hablar de subdesarrollo como causa de la violencia, se está hablando de pobreza y de falta de ingresos para llevar una vida digna; por eso, al menos en nuestro país y Centroamérica, ésta obedece claramente a factores estructurales entre los que predominan los económicos y sociales, y no a factores políticos y religiosos como sucede en otras latitudes, los cuales deben ser atacados de raíz. Nos preguntamos, ¿Cómo pretendemos tener un país sin violencia con la terrible brecha de desigualdad que existe? Mientras esas brechas no se resuelvan la violencia tampoco se resolverá, por más policías que tengamos o por más recursos que se destinen al combate de ésta, ya que hay que combatir las causas no las consecuencias.
 
Sin pretender ser exhaustivo, la violencia en nuestro país, debería ser abordada con las siguientes medidas:
 
1.       Fortalecimiento institucional (Empowerment) por medio del cual se ponga la casa en orden y en donde las instituciones recuperen su credibilidad, así como los funcionarios del gobierno y de la policía, ya que la gente desconfía más de ellos que de las maras o de los narcotraficantes. No se puede reducir la violencia en un ambiente de desorden e indisciplina,  en donde cada quien hace lo que le da en gana, en donde el grande abusa del pequeño, especialmente cuando se vive en un ambiente de impunidad. Primero, hay que tener instituciones serias y de respeto para, luego, utilizar esa fuerza en el combate de la violencia.
 
Por otra parte, el país necesita una vuelta de calcetín. Tal como ha señalado José Miguel Cruz, en un artículo del 30 de enero del presente año, titulado “El Origen de la Violencia”, fue en las décadas pasadas en donde se sembró la semilla de la violencia y hoy está dando sus frutos; pero, el problema es que ésta arremete, no con los que la sembraron, sino con los mismos que sufrieron cuando ésta fue sembrada. Así, el artículo en referencia, señala lo siguiente:
 
 “La violencia se disparó en Centroamérica, no solo porque la pobreza, la desigualdad, las armas, las pandillas, las deportaciones y muchos otros factores se juntaron en estos países, sino también –y sobre todo—porque algunos de los individuos que habían sido electos y nombrados para administrar justicia y proveer seguridad a la población eran los mismos “malacates” y criminales que se habían pasado la vida desapareciendo opositores políticos y ciudadanos honrados. Instituciones fundamentales se corrompieron o no lograron limpiarse como estaba previsto en los Acuerdos de Paz y el futuro se selló con la promulgación de las leyes de amnistía que consagraron la impunidad. Es cierto, muchos de esos antiguos guardias, escuadroneros y civiles que contribuyeron a la violencia del pasado ya no están en este mundo, en Centroamérica o en las instituciones gubernamentales. Pero ellos plantaron las semillas de la maleza que ahora ahoga nuestras instituciones y que impide erradicar la violencia”. (José Cruz, enero 2011),
 
2.       Es necesario reducir los altos índices de pobreza y de extrema pobreza del país, que alimentan los altos índices de desigualdad y de exclusión social. ¿Cómo? Haciendo crecer la economía, al menos en un 8% anual durante 10 años consecutivos, para generar fuentes de empleo y generar ingreso para las familias, ya que muchos jóvenes son absorbidos por el crimen organizado, el negocio sucio o las maras debido a que no encuentran otra alternativa o, sencillamente, se van del país porque no vislumbran en éste un futuro promisorio; pero, esto implica una pérdida de capital humano, que en un momento determinado lo requerirá el país.
 
3.       Para hacer crecer la economía y crear fuentes de empleo se requiere primero redefinir el modelo económico desechando el Modelo Neoliberal que el país ha venido siguiendo desde 1989, el cual no es un modelo para países pobres como el nuestro, ya que éste fue diseñado para que las grandes corporaciones norte americanas e inglesas tuvieran mejores niveles de utilidades. Sacar a los países pobres del subdesarrollo, nunca figuró como una variable de este modelo.
 
4.       Una vez redefinido el modelo económico, cosa que puede hacer perfectamente el selecto grupo de economistas del Banco Central de Reserva, y que implica una redefinición de la política económica del país, debe implementarse y hacerse un buen manejo de ésta, de tal manera que se logre el objetivo de crecer a la tasa programada. Si el país crece al 8% anual en forma sostenida y estable, en sólo 4 años habríamos eliminado el desempleo, al tiempo que en unos 40 años seríamos tan ricos como los Estados Unidos. La redefinición del modelo económico, no implica adoptar uno comunista, ya que esos mismos países están abandonando esos modelos por inoperantes, tal es el caso de China Continental y Cuba. Se trata más bien de estimular el emprendimiento a través de favorecer y promover las capacidades humanas, en el entendido que el pequeño productor contribuye grandemente al crecimiento de la economía.
 
5.       La lógica de este planteamiento en términos de la reducción de la violencia es que al crecer la economía al 8%, se reduciría el desempleo. Cuando la gente tiene empleo tiene ingreso y si tiene ingreso tiene dinero para cubrir sus necesidades, tanto alimentarias, como de vestido, educación y salud, lo cual incidirá directamente en una mayor productividad de las personas y, en un mayor nivel de bienestar de la población. Cuando la gente tiene un mejor nivel de bienestar, la población vive más alegre y optimista acerca de su futuro y, obviamente, se reducirán los niveles de violencia. Esto, al mismo tiempo, fortalecerá políticamente al gobierno que lo logre, porque es la máxima aspiración de la gente y, por tanto, aquí es donde se cierra este círculo. De ahí la importancia del crecimiento económico como mecanismo para reducir la violencia.
 
6.       El problema con este enfoque es que se requiere de gobernantes con una clara visión de país y de la economía, ya que muchas veces, no es prioridad de los gobiernos darle a la población mejores niveles de vida, de educación y de salud, porque así, se obliga a la gente a pasar imbuida en la solución de sus propios problemas cotidianos de supervivencia,  lo cual no les da tiempo para protestar y reclamar mejores niveles de vida, lo que permite no interferir en las actividades del gobierno; al tiempo que a la gente emproblemada, ignorante y pobre, se le manipula más fácilmente por su misma necesidad.
 
7.       La estabilidad económica es fundamental dentro del modelo, ya que la indisciplina financiera de los gobiernos no es una lejana utopía. En general, se ha demostrado, que los problemas económicos de los países tienen su origen en la indisciplina financiera de los gobiernos, cuando éstos gastan más de lo que reciben de ingresos, lo que los lleva a cuantiosos déficit fiscales que después financian con mayor imposición fiscal que golpea a la población y a las empresas; o con endeudamiento interno, que distorsiona las tasas de interés internas y la disponibilidad de recursos para actividades productivas; con endeudamiento externo que compromete el porvenir de las futuras generaciones  o, simplemente, echando andar la “maquinita” de hacer billetes, la cual es una posibilidad inexistente para el país por ser una economía dolarizada.
 
8.     Hay 5 variables claves en materia de riesgo macroeconómico a las cuales hay que dar seguimiento, éstas son: 1. La tasa de crecimiento del PIB; 2. La tasa de inflación; 3. La balanza Comercial; 4.La relación de Déficit Fiscal/PIB; 5. La Deuda Pública Total/PIB; y luego los indicadores sociales, como el PIB per cápita y los indicadores de pobreza y de extrema pobreza. Según el Banco Mundial el PIB debe crecer a una tasa mínima del 8% anual, durante 10 años consecutivos, para abatir los actuales niveles de pobreza. Por su parte, la balanza comercial debería ser superavitaria, lo cual implica que las exportaciones deberán ser mayor que las importaciones; pero, si eso no es posible, se debe tratar de que el déficit comercial sea lo más bajo posible. Por su parte, el Déficit Fiscal/ PIB, debe guardar una relación máxima del 2%; pero, como en el caso salvadoreño la economía es dolarizada, no debería haber déficit fiscal, es decir que éste debe ser de “cero”. El coeficiente de Deuda Pública Total/PIB, según los parámetros internacionales de sostenibilidad de deuda debe ser de menos del 50%; cuando un país está por encima de este parámetro hay inminente riesgo de “default” porque indica insostenibilidad de deuda.
 
9.       Un breve vistazo a estos indicadores del país, tomados del Banco Central de Reserva, se presenta a continuación:
 
Indicador                        Año 2010                    Estándar Internacional (BM y FMI)
 
PIB (Crecimiento anual)       1.0%                                     8%
Tasa de Inflación                 2.1%                                 10% máximo
Déficit Comercial             - 3,998.9                             Lo menos posible
Déficit Fiscal / PIB                2.6%[1]                             0% (Economías dolarizadas)
Deuda Pública Total /PIB       51%[2]                             Menos de 50%[3]  
 
Estos simples indicadores demuestran que las brechas de la economía salvadoreña son enormes y que se requieren grandes esfuerzos en materia económica para sacar al país a flote.
 
10.   En cuanto a la deuda pública, en un reportaje de Estrategia & Negocios aparecido este día, se hace un análisis del alto endeudamiento del país, que ciertamente es preocupante. El reporte señala que “Si se toma en cuenta que la deuda pública total a mayo fue de US$12.845,9 millones, según el BCR, a finales de año se le estarían adicionando US$2.562,2 millones en promedio, con lo que se llegaría a US$15.408,1 millones. Semejante cantidad de deuda significará casi el 70% del PIB proyectado por el gobierno para 2011. Algo para preocuparse”. Además, se menciona que “A juicio del consultor internacional y ex ministro de Hacienda Manuel Enrique Hinds, de continuar con este ritmo de endeudamiento, más temprano que tarde, El Salvador podría caer en una situación tan grave como la que experimenta Grecia”[4].
 
11.   La pregunta de los cien millones que se le debe hacer al Señor Hinds, quien fue el artífice de la dolarización del país, que ha sido la idea más descabellada que alguien haya podido recomendar, es ¿quién dejó al país en este descalabro? Obviamente, que el alto endeudamiento no es obra de este gobierno, sino de todos los gobiernos de ARENA desde el Señor Cristiani hasta el señor Alías Saca, en los cuales el señor Hinds y el señor Lacayo fueron miembros del gobierno y, por consiguiente, responsables de la debacle financiara del Estado. Hoy están ambos haciendo recomendaciones que debieron haber hecho cuando eran miembros del gobierno.
 


[1] BCR, Informe de la Situación Económica de El Salvador. Cuarto Trimestre 2010, Pag.32.
[2] Ibid, Pag.33
[3] No incluye la deuda del sector público financiero.
[4] Estrategia y Negocios, 18 de julio de 2011
https://www.alainet.org/es/active/48130
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