Festejos por aniversarios del sandinismo en Nicaragua
Presidente Ortega planteó referendo para cobrar deuda a EE UU
20/07/2011
- Opinión
El acto en Managua trajo una novedad. Daniel Ortega propuso consulta popular para cobrar una deuda a EE UU. La Corte de La Haya falló en 1986 a favor de Nicaragua, pero tres gobiernos neoliberales no cobraron.
Cada 19 de julio se festeja en la capital nicaragüense el aniversario de la revolución sandinista que en 1979 derrocó al dictador Anastasio Somoza Debayle. Otro Anastasio, Somoza García, había fundado en 1937 ese régimen represivo y corrupto, servicial de los Estados Unidos. El somocismo duró 42 años gracias a la protección del imperio. Este sabía perfectamente que era un “son of a bitch”, pero era “su” son of a bitch (se atribuye esta paternidad política a Franklin D. Roosevelt). Este 19 de julio se festejó a lo grande en Managua, porque además se cumplían 50 años de la fundación del Frente Sandinista de Liberación Nacional, en Honduras, a cargo de jóvenes revolucionarios encabezados por Carlos Fonseca Amador. Amador cayó combatiendo en 1976 y de esa pléyade de fundadores solamente vive Tomás Borge, quien se desempeñó como ministro del Interior del presidente Daniel Ortega.
El derrocado Somoza Debayle fue ajusticiado en 1980 cuando vivía como un monarca exiliado en el Paraguay de Stroessner. Ex militantes del PRT-ERP de Argentina, dirigidos por Enrique Gorriarán Merlo, lo emboscaron y un cohete antitanque RPG-7 hizo pomada al Mercedes Benz en el que se desplazaba el ex dictador.
Después de estas pinceladas sobre la historia de la patria del general Augusto C. Sandino, conviene volver al presente. El acto del martes 19 fue multitudinario. Hasta el opositor diario La Prensa, de la familia Chamorro, debió cronicar que la multitud desbordaba la Plaza de la Fe, a orillas del lago Xolotlán, y que miles de personas no habían podido ingresar. Ortega habló una hora, desde una tribuna donde había invitados especiales como la Nobel de la Paz, la guatemalteca Rigoberta Menchú; el ministro de Educación Superior de Cuba, Miguel Díaz Camel; el vicepresidente del PSUV venezolano, Aristóbulo Istúriz y otras personalidades. Tomás Borge y la esposa de Ortega, Rosario Murillo, secretaria de Comunicación y Sociedad, departían con ellos.
El discurso de Ortega contuvo una novedad muy importante. Dijo que analiza convocar a una consulta popular para determinar si procede avanzar en el reclamo ante Washington por la deuda de tiempos de la “guerra sucia”. En junio de 1986 la Corte Internacional de La Haya falló a favor de Nicaragua, que debía ser indemnizada por el imperio por los años de guerra contrarrevolucionaria en su contra y realizada desde Honduras. Eran tiempos de Ronald Reagan-George H. Bush, que querían derribar al sandinismo con el mismo odio con que hoy quieren desembarazarse de Hugo Chávez y otros gobiernos latinoamericanos. Peor aún, contra Ortega, el Pentágono y la CIA alistaron ejércitos de “contras”, invadieron, provocaron muchísimos muertos y heridos, y pérdidas económicas.
Prensa Latina informó que el gobierno nicaragüense estima en 17.000 millones de dólares la suma a exigir, en base al fallo de La Haya. Sería buena plata y además tendría de bueno que este imperio y otros deberán saber que sus agresiones no serán gratuitas. Perderán miles de soldados y tendrán que pagar reparaciones, sin mejorar su imagen.
Un proceso antiimperialista
Esa demanda contra Washington fue dejada de lado por la neoliberal Violeta Barrios de Chamorro, que logró desplazar al sandinismo en 1990. Le ganó con una coalición oligárquica, la Unión Nacional Opositora, alentada y financiada por EE UU (UNO bien podría ser el sueño del macri-duhaldismo en Argentina).
Esa victoria derechista en 1990 fue en cierto sentido la consecuencia del empobrecimiento y la desmoralización causada en ciertos sectores del pueblo por esa guerra de desgaste de la CIA. Después de “doña Violeta” vinieron otros dos presidentes: Arnoldo Aleman Lacayo y Enrique Bolaños Geller. El segundo apellido de Aleman se ajusta a la filiación política de esas administraciones.
Fruto de la pobreza y retroceso en que hundieron al país, en las elecciones de 2006 ganó el FSLN y Ortega fue otra vez jefe de Estado. Más aún, en noviembre de 2011 habrá elecciones presidenciales y el sandinista piensa presentarse, luego que en setiembre de 2010 un polémico fallo de la Corte Suprema de Justicia lo habilitara (la Constitución no permite la reelección inmediata y fija en 2 el número de mandatos, pero aquél tribunal declaró inaplicable ese artículo). Quiere decir que Ortega no sólo estaba festejando los 32 años de la revolución sandinista y el medio siglo de su organización política. Es un presidente en funciones y en campaña electoral. Así se entiende mejor su diferendo con la administración Obama y su amago de referendo para cobrar esa deuda millonaria, por tanto derramamiento de sangre de los jóvenes del Ejército Sandinista entonces dirigido por su hermano, Humberto Ortega.
La relación con Washington es de una tirantez en aumento y va más allá de la deuda. Tiene que ver con el ingreso de Nicaragua a la Alianza Bolivariana de Nuestra América (ALBA), junto a Cuba, Venezuela, Bolivia, Ecuador, Dominica, Antigua y Barbuda, y San Vicente y Las Granadinas (también estaba Honduras, pero Porfirio Lobo la sacó de allí).
Nicaragua tiene una óptima relación con Venezuela, que la asiste con petróleo a precios convenientes. Eso es casi mortal para la relación de un país con el imperio estadounidense.
El embajador norteamericano Robert Callahan declaró que su país no saldará esa deuda. Pero ha culminado su misión en Managua, regresó a Washington y no tuvo reemplazante. Es que la derecha republicana se niega a nombrar al sucesor Jonathan Farrar, el propuesto por Barack Obama. Los republicanos dicen que éste fue jefe en la Sección de Intereses de Norteamérica en Cuba (SINA) y “no hizo buen trabajo”. “Es muy débil para enfrentar a Ortega en Nicaragua”, añaden. Por ahora la embajada quedó a cargo del encargado de negocios y jefe adjunto, Robert Richard Downes. En estos conflictos y otros que sostuvo con los gobiernos pro-estadounidenses de Colombia y Costa Rica, el sandinismo reverdece sus méritos antiimperialistas.
Límites y contrastes
Hasta aquí los aspectos sino brillantes al menos rescatables del proceso político dirigido por Ortega. Pero también hay de los otros, y no hay por qué ocultarlos.
Por ejemplo, parece haber habido un balance de la derrota de 1990 a manos de Barrios de Chamorro, que aconsejaba un paso del FSLN al centro y la derecha.
Así fue que en la fórmula victoriosa de 2006, Ortega llevó como vicepresidente a un representante de la burguesía nicaragüense, Jaime Morales Carazo. Durante los primeros años de la revolución, aquél vivió en una mansión de Morales Carazo, que según WikiLeaks y la embajada norteamericana en Managua, luego quedó para el patrimonio del presidente. En esos cables se acusa a la “piñata” sandinista, de adueñarse de muchas propiedades antes de ceder al cambio de gobierno en 1990. Habrá que ver cuánto es cierto y cuánto propaganda en contra del sandinismo, que ha recuperado no sólo la mayoría electoral sino una gran militancia popular y particularmente en la juventud, organizada como Juventud Sandinista 19 de Julio.
Otro cambio negativo fue el acuerdo con la cúpula reaccionaria de la Iglesia católica y el cardenal Miguel Obando y Bravo. Este personaje alentó en su momento la agresión de los contras, tal su adscripción a las políticas imperiales, pero desde 2006 se fue acercando al gobierno, adulado por Ortega y especialmente su esposa Rosario. Así fue que en la plataforma renovada del sandinismo desapareció el tema del aborto, incluso el no punible que antes estaba formalmente protegido por la ley. Nicaragua es hoy uno de los países más retrógrados en esta materia, fruto de los acuerdos con el obispo que el martes 19 estuvo en el palco de Plaza de la Fe. Una canción lo alababa en estos términos tan poco sandinistas históricos: “Cardenal Miguel, eres esa luz de esperanza y fe, todo para todos, lema de tu amor. Viva el Cardenal, nuestro amigo fiel, cardenal Miguel”.
¿No hubo desprendimientos del sandinismo? Hubo quienes objetaron el rumbo y hace dieciséis años formaron el Movimiento de Renovación Sandinista, pero su plataforma podría calificarse no de izquierda sino socialdemócrata. Algunos de estos dirigentes tienen una trayectoria en el FSLN como los ex comandantes Henry Ruiz (Modesto) y Dora Téllez, Mónica Baltodano y otros. El ex vice de Ortega, Sergio Ramírez, y el poeta Ernesto Cardenal se fueron con el MRS, que no parece encarnar ninguna alternativa revolucionaria. En sus visitas a Buenos Aires, Ramírez ha dejado claro que es un renegado del sandinismo. Sus críticos mencionan que con tal de denigrar a Ortega no le hacen asco a coincidir con los gobiernos de EE UU y Europa.
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