Brújula y tensiones
24/07/2011
- Opinión
No están completos los nombres de quienes asumirán los ministerios del próximo gobierno, pero está claro ya que se trata de un gabinete de concertación que va desde la derecha hasta la izquierda. Como en el caso de la gira internacional del presidente electo, los destinos fueron desde Washington hasta La Habana, desde Santiago hasta Caracas. La amplitud del espectro, sin embargo, no dejó duda de que la política internacional priorizaría Unasur, la relación CAN-Mercosur y un manejo multilateral.
De cara al país, se trata de un gabinete en el que puestos económicos claves como la presidencia del BCR y los titulares del MEF o de Comercio Exterior estarán en manos de personajes de derecha. Su designación ha sido saludada por poderosos grupos empresariales y mediáticos por “tranquilizar el mercado”. Pero varios siguen defendiendo cerradamente sus intereses, como los penosos avisos de la Sociedad Nacional de Minería contra el impuesto a las sobreganancias mineras en pleno fútbol. Anuncian –a diferencia de lo que opina Álvaro Vargas Llosa– que no vienen meses aburridos sino de permanente tensión por cuotas de poder y campañas por negar los fondos para cumplir lo prometido en el plan de gobierno. Ese es un tema clave: redistribución del ingreso, mejorar la calidad de vida y promover el mercado y la producción nacionales. No, como quisiera Juan Paredes, que canjeemos el cambio pasando por el aro de continuismo.
En el movimiento sindical y social popular se han dado reacciones críticas ante los casos del BCR y el MEF. Le preocupa que ello implique continuismo en el manejo de un crecimiento sin redistribución, equidad ni inclusión. Se ha insistido en el tema del empleo digno y con derechos, el aumento del Salario Mínimo Vital, la aplicación del impuesto a las sobreganancias mineras y de las industrias extractivas (clave para las medidas redistributivas, la educación y la salud) y canalizar los conflictos mineros en diversas regiones.
Se discute la forma como el Estado manejará la función reguladora y de defensa de los usuarios y consumidores frente a abusos de las AFP o de empresas de servicios. La necesidad de un ministro de Trabajo que cautele derechos y resuelva el tema de las services, o el de un carácter más pluriétnico y pluricultural en el gabinete también se debaten. No son asuntos a ignorar dados los focos de tensión y conflicto que ha dejado el gobierno de García junto a la estela de inauguraciones de obras inconclusas.
El nuevo gobierno es materia de presiones múltiples. Se requiere de coherencia entre lo económico y lo social, que no corren por cuerdas separadas. Junto a Velarde y Castilla estarán Herrera Descalzi en el MEN (firme en recuperar la reserva de gas de Camisea para el consumo nacional), Ochoa en Perú Petro y Humberto Campodónico en Petroperú, por cuya potenciación han batallado años. Aída García Naranjo en el Mimdes, Giesecke en Ambiente, Burneo en Producción o Roncagliolo en RREE dan cuenta de que no son sectores conservadores quienes están en otros puestos económicos y sociales claves. Educación, Salud, Cultura, Justicia e Interior definirán el manejo de otras herramientas fundamentales.
El discurso del 28 de julio y la afirmación de las políticas y medidas respecto a los compromisos del programa y la hoja de ruta marcarán la brújula. Salomón Lerner Ghitis, primer ministro, estuvo en el proyecto de Gana Perú desde el inicio. Aportó sustantivamente a forjar este bloque y echar puentes políticos y sociales, desde trabajadores hasta empresarios.
No faltarán tensiones en el proceso. Cuando Castilla dice hay que garantizar que los programas sociales sean coherentes con el crecimiento y la estabilidad económica, la clave estará en las medidas de recaudación y moralización (¿aportarán las mineras unos US $2.000 millones anuales adicionales?).
La capacidad y responsabilidad del Presidente en conducir este proceso será la clave. En su liderazgo y habilidad se apoyará la concertación para cumplir con el programa trazado y las enormes expectativas sociales. Se habrá de demostrar que ha terminado la época en que los programas se archivan después de las elecciones y que se abre paso el cambio que una inmensa mayoría espera.
La República, 25 de julio de 2011
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