La existencia de los pueblos originarios que nunca renunciaron a su soberanía es anterior a la ocupación francesa de la Guyana, en América del Sur. Nuestros pueblos mantienen, desde tiempos inmemoriales, vínculos particulares con la tierra. Esta relación fundamental con la Madre Tierra constituye la base de nuestra existencia, es la fuente de nuestra sobrevivencia por el mantenimiento de modos de vida construidos en perfecta simbiosis con las leyes de la naturaleza. Con la francesización, seguimos haciendo el aprendizaje de una injusticia a nombre de la igualdad, de la expropiación de nuestras tierras o convertidos en extranjeros o apátridas en nuestro propio territorio, tal como los pueblos Wayana del interior de la Guyana Francesa. Nuestros pueblos siempre han sido, y siguen siendo, despojados en el conjunto de nuestros territorios bajo la cobertura de las disposiciones especiales que establecen el dominio privado del Estado sobre las tierras supuestamente vacantes. Las derrogatorias deberían permitir a nuestros pueblos beneficiarse de los derechos colectivos de uso, pero los bloqueos administrativos y sobre todo políticos, impiden su vigencia. Este goce se encuentra además condicionado por cualquier derecho nuevo susceptible de ser impuesto por el Estado. Pero nos esforzamos a hacer conocer las aspiraciones de nuestros pueblos a una justa reparación. Al respecto, varias resoluciones o mociones recientes constituyen proposiciones claras y que han sido comunicadas a las autoridades gubernamentales y territoriales. Una presencia ignorada Las zonas protegidas establecidas no cumplen con los objetivos de protección de los derechos, del respeto de nuestra organización social y de las instituciones de nuestros pueblos. El Estado francés sigue tomando decisiones sin instaurar un proceso de concertación con nuestras organizaciones y autoridades tradicionales. Debemos estar asociados con cierta equidad a todas las decisiones y medidas que involucren el porvenir de nuestros pueblos. Nuestros esfuerzos para preservar nuestra autonomía mediante la creación de comunas son vanos, puesto que las tierras siguen pertenciendo al Estado francés. Es más, nuestros pueblos están ahora sujetos a pagar impuestos sobre la tierra, para poder vivir en sus propios territorios. Estos procesos no corresponden a nuestro modo de funcionamiento y este asunto quedará en suspenso mientras nuestras organizaciones y nuestras autoridades tradicionales y espirituales no sean tomados en cuenta. Si bien estamos en el seno de un país desarrollado, como la Francia, nuestra situación de pueblos indígenas es similar, si no más dramática, a la de otros países en vías de desarrollo de las Américas. En tanto ciudadanos franceses, y además europeos, no podemos acceder directamente a los programas y los apoyos dirigidos a los países en desarrollo a favor de los pueblos indígenas. Por ello, nuestras organizaciones y nuestras autoridades tradicionales y espirituales de la Guyana Francesa exigen al Estado francés que satisfaga el compromiso tomado por Francia en la Cumbre de Rio de 1992, y respete rigurosamente los 27 principios de esa Cumbre, particularmente el principio 22. Asimismo, recomendamos: - La redefinición de la relación de nuestros pueblos con el Estado francés mediante un Pacto Fundador. - Para concordar con las distintas declaraciones, la organización de una conferencia nacional sobre la cuestión de los pueblos indígenas en Francia con la participación efectiva de todos los representantes indígenas del conjunto de sus departamentos y territorios de ultramar. - Reiteramos nuestra moción por la ratificación de la convención 169 de la OIT a favor de los pueblos originarios de la Guyana. Guardamos la esperanza de que el próximo milenio sea más favorable a nuestros pueblos y al conjunto de los pueblos indígenas del mundo. * Jean-Aubérique Charles, Jefe tradicional de los Kourou. Documento presentado por la Federación de Organizaciones Amerindias de Guyana al Grupo de trabajo sobre Pueblos Indígenas de la ONU.