Minas del oro

11/09/2011
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A principios de los años 80 me entró la gana de escribir una novela sobre la historia de Minas Gerais. Así es: el tema de una obra de ficción nos engancha en un recodo de la vida. Es como pasión a primera vista. O la ‘eureka’ de los griegos. De pronto brota la idea, y ella impregna el sentimiento y se incrusta en los pliegues de la subjetividad, donde germina hasta que se consigue dar rienda suelta a la pulsión.
 
Mi proyecto inicial era escribir una novela ambientada en la mina del Morro Viejo, en Nova Lima. Acampé allí cuando fui boyscout. Allí oí historias extravagantes de derrumbes, inundaciones, muertes y mucha pobreza en medio de la riqueza generada por la más profunda mina de oro del mundo.
 
Ana, la cocinera de mi familia, era de Raposos, y sus parientes casi todos empleados de la compañía Morro Viejo. A ella le escuché relatos increíbles de lo que sucedía en aquellos subterráneos en donde se extraía oro de las galerías y salud de los trabajadores.
 
Gracias a la colaboración de Cristina Fonseca y de Maione R. Batista, entrevisté a antiguos empleados de la mina y especialmente a Dazinho, líder sindical de Morro Viejo, que fue elegido diputado estadual y más tarde se le prohibió fungir su mandato por parte de la dictadura, que lo metió en la cárcel.
 
Tuve acceso a libros raros sobre la historia de la mina, a manuscritos antiguos, a mapas y hasta a papeles de contabilidad, y volví a ella un par de veces.
 
Una cosa lleva a la otra. De Morro Viejo mi investigación se amplió a la historia de las Minas y de las Gerais (Generales). Calculo que devoré cerca de 120 libros, entre ellos el Códice Matoso, Autos da devassa, los volúmenes de las colecciones Mineiriana y Brasiliana, textos de Diogo de Vasconcelos, Lucio dos Santos, Iglesias, Boschi, Neusa Fernandes, Laura de Mello e Souza, Myriam A. Ribeiro de Oliveira, Junia Ferreira Furtado, etc.
 
Comencé en 1997 la redacción de Minas del Oro. Había que transformarlos datos recogidos en texto literario. Escribir es como cocinar: se reúnen los ingredientes y luego se hace la mezcla (aquí el talento del escritor) y dejarlo fermentar hasta que la masa llegue a su punto (aquí el estilo, el ‘acento’ narrativo). Admito que los Sermones del padre Antonio Vieira me inspiraron en la búsqueda del lenguaje adecuado a cada período de los cinco siglos que abarca la novela.
 
Fueron trece años de trabajo, siempre al tanto de las novedades que se editaban sobre la historia de Minas, como los textos de Luciano Figueiredo y la Historia de Minas Gerais. Las Minas Setecentistas, organizado por María Efigenia Lage de Resende y Luis Carlos Villalta.
 
No es fácil elaborar una novela histórica. La primera que hice fue Un hombre llamado Jesús, donde describo la vida del hombre de Nazaret. Allí enfrenté el desafío de tratar de un personaje cuya trayectoria el lector la conocía de antemano.
 
Cualquier despiste y la narrativa se convertiría en un ensayo irrelevante con pizcas de ficción. Los hechos históricos de Minas son tan conmovedores (banderías, guerra de los buscadores de oro, triunfo eucarístico, conjura, etc.), que durante el transcurso se ve uno tentado a dejar la realidad de los hechos hablar más alto que los vuelos de la imaginación.
 
Como no soy historiador traté de centrar la narración en la saga de la familia Arienim. Los hechos históricos de Minas quedaron como telón de fondo. Los lectores dirán si acerté con la receta y si quedó sabrosa. Salvo los presumidos, ningún autor es juez de su propia obra.
 
Minas del Oro es una narración de antihéroes. Las novelas históricas -género surgido en Inglaterra en el siglo 18- suelen exaltar a los protagonistas, incensar a los poderosos, ocultar las debilidades y desaciertos de las figuras célebres.
 
En Minas del Oro intenté desmitificar personajes históricos, situarlos con los pies en el suelo y no en los pedestales de los héroes de la patria, y realzar la inusitada trayectoria de la familia Arienim en busca de un tesoro que produciría la alquimia de sus vidas.
 
Sólo quiero resaltar que mi emoción por la historia de la tierra en que nací se profundizó gracias a la influencia de mi padre, Antonio Carlos Vieira Christo, de cuya biblioteca heredé buena parte de la bibliografía sobre el tema de la novela, y del historiador Tarquinio Barbosa de Oliveira, en cuya Hacienda do Manso, en Ouro Preto, pasé inolvidables temporadas. (Traducción de J.L.Burguet)
 
- Frei Betto es escritor, autor de Minas del Oro (Editorial Rocco). http://www.freibetto.org/>    twitter:@freibetto.
 
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