Informe Derecho a Producir (Resumen)

18/10/2011
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El estudio señala que los gobiernos de América del Sur, con excepción de Brasil y Bolivia, han descuidado sistemáticamente a la pequeña agricultura. Considerando que la inversión en este sector es indispensable para superar la pobreza y asegurar la provisión de alimentos ahora y a futuro, se está cometiendo un grave error.
 
El informe se basa en estudios sobre la situación de la pequeña agricultura en la región hechos para Oxfam en Brasil, Bolivia, Colombia, Ecuador, Paraguay y Perú.
 
 
El panorama de la agricultura en la región
 
La agricultura es importante por su contribución en el empleo al ser un sector intensivo en mano de obra. En Bolivia llega a emplear al 40% de la población, en Perú a más del 30%, en Paraguay alrededor del 29%, en Ecuador al 25%, Colombia 19% y en Brasil alrededor de 17%. Esto incluye el al empleo por cuenta propia (cuando trabajan sus propias tierras) y por cuenta ajena, cuando son contratados. En este último caso, lamentablemente el empleo suele ser informal y mal remunerado.
 
La participación de la agricultura en el PIB ha caído en la región. En general ha pasado de representar entre 20 y 30% en 1960 a menos de 10% en 2008, con excepción de Ecuador y Paraguay, países en los que ha venido aumentando.
 
Perú, Ecuador y Colombia son países altamente dependientes de las importaciones de alimentos, lo que los hace vulnerables a las alzas de sus precios. En el caso de Colombia, casi tres cuartas partes de las importaciones agropecuarias son cereales. Brasil y Paraguay dependen menos de la importación.
 
En la mayoría de países, los alimentos representan entre 10 y 20% del total de las exportaciones y han ido perdiendo importancia frente a otros sectores como el de productos manufactureros o la minería. En cambio en Paraguay, las exportaciones de alimentos representan más del 75%.
 
La mayoría de personas en situación de pobreza dependen de la agricultura
 
La mayoría de personas pobres de la región dependen de la agricultura para subsistir, a excepción de Brasil y Colombia. En Perú, más del 60% de las personas viviendo en pobreza viven de la agricultura, subiendo a 80% en el caso de la pobreza extrema.
 
Aunque la pobreza es también un problema urbano, está mucho más presente en las áreas rurales. De acuerdo con CEPAL, en 2008 la tasa de pobreza en la región estaba en torno al 28% en áreas urbanas, mientras que en las rurales llegaba a 52%. En el caso de la pobreza extrema la diferencia es mayor: 8% de la población urbana está en esta categoría, mientras que llega a casi 30% en las áreas rurales:
• Brasil: la pobreza extrema en el medio rural es tres veces más alta que en las ciudades
• Colombia: dos de cada tres campesinos viven en la pobreza. Mientras que en las ciudades se reduce a una de cada tres personas.
• Bolivia: seis de cada diez personas rurales viven en pobreza extrema.
• Perú: más del 80% de los hogares en pobreza extrema están en la sierra.
•  Ecuador: casi 70% de las personas indígenas viven bajo la línea de pobreza. Patrón que se repite en toda la región.
 
Se calcula que en América del Sur casi 52 millones de personas pasan hambre.
 
América del Sur, región más desigual en distribución de tierras
 
La mayor desigualdad del mundo en la distribución de tierras se da en América del Sur. Mucho más alta que en el Sudeste Asiático o el África Subsahariana.
 
• Brasil: pese a haber implementado un programa de reforma agraria, la falta de equidad en la distribución de la tierra se ha profundizado. De los 5 millones de explotaciones agropecuarias en el país, 4,3 millones se clasifican como agricultura familiar pero no ocupan más del 30% de la superficie agrícola total.
• Perú: la propiedad se está concentrando en la costa, donde apenas unas decenas de grandes grupos empresariales explotan fincas de más de 6000 hectáreas en promedio.
• Ecuador: casi la mitad de los productores posee sólo el 2% de la superficie agrícola.
• Colombia: 85% de los propietarios poseen fincas de menos de 20 hectáreas que ocupan en total menos del 19% del área cultivada.
• Paraguay: las fincas inferiores a 20 hectáreas representan el 83,5% de las explotaciones, pero ocupan sólo el 4,3% de la tierra de cultivo. Mientras que las fincas mayores de 20 hectáreas representan al 16,5% de las explotaciones pero acaparan el 95,7% de la tierra agrícola.
 
La acumulación de la tierra ha expulsado a la pequeña agricultura de las áreas más fértiles y accesibles, quedando a menudo relegada a las áreas marginales de más difícil acceso al mercado.
 
El cambio climático aumenta, pero los países no reaccionan
 
Las políticas agrarias de la región no están respondiendo al desafío del cambio climático. En la mayoría de los casos las estrategias nacionales frente al cambio climático no se han concretado en planes o programas.
 
La excepción es Brasil, donde desde 2008 se han puesto en marcha acciones de investigación, desarrollo e infraestructura dirigidas a conocer mejor y adaptarse al cambio climático.
 
Falta Investigación y Desarrollo
 
Según un informe de IFPRI (International Food Policy Research Institute) se invierten 3000 millones de dólares anuales en investigación y desarrollo agrícola en América Latina y el Caribe. El 70% corresponde a sólo tres países: Brasil, Argentina y México.
 
De acuerdo con el IICA, para alcanzar la media internacional la región tendría que duplicar su inversión en investigación agrícola en los próximos tres a seis años.
 
Se requieren investigaciones que aporten a la innovación en la agricultura familiar y campesina, que ayude a poner en valor el conocimiento local y las variedades tradicionales, y que fortalezcan las prácticas locales que han demostrado ser eficaces para, por ejemplo, adaptarse al cambio climático.
 
La brecha entre mujeres y hombres
 
La mujer rural asume una doble carga de trabajo productivo y reproductivo, al tener que cuidar de la familia, la casa, obtener el agua o la leña y producir para el hogar y el mercado.
• A nivel mundial, las mujeres son responsables de producir entre 60 y 80% de los alimentos que se consumen
• Perú: según el Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola, el 80% de fuerza de trabajo en los hogares rurales lo aporta la mujer
• Colombia: 55% de los hogares rurales pobres están encabezados por mujeres, debido al conflicto armado. Sin embargo, la tasa de ocupación de las mujeres es la mitad de la de los hombres en las áreas rurales, y cuando obtienen empleo suelen ser mal remunerados en el sector informal
• En general, no son propietarias de la tierra, por lo que están excluidas de los programas de crédito formales.
• Colombia: de todo el crédito concedido para actividades agropecuarias entre 2006 y 2009, sólo el 3,6% se entregó a mujeres.
 
Debido a su poca visibilidad, en general no hay planes, programas, políticas dirigidos a las mujeres, salvo líneas de crédito y programas sociales que tienen a las mujeres como foco.
 
El país que más ha avanzado en esta línea es Brasil, donde se promueve la organización de las mujeres, se les da crédito, apoyo técnico, programas de compras de alimentos que las favorecen, y la obligatoriedad de titulación conjunta de las tierras, entre otros.
 
Agricultura: un sector desfinanciado
 
Es difícil rastrear el gasto en el sector rural por su dispersión. Sin embargo se identifican las siguientes tendencias:
-      Con la apertura de los mercados se disminuye la inversión en agricultura, sobre todo en servicios como investigación. De acuerdo con un estudio de la FAO se pasa de un gasto público per cápita en el sector rural promedio de 225 dólares en 1985-1990 a 140 dólares en 1996-2001
-      En América del Sur, el gasto público en el sector agropecuario ha ido cayendo en las últimas tres décadas y en general se ubica entre el 1 y 3% del presupuesto, a excepción de Paraguay y Bolivia donde se ha mantenido ligeramente por debajo del 10% (incluyendo sector forestal, caza y pesca).
-      Esto es muy por debajo del peso relativo en el PBI del sector que está entre 6,5% y 26%
-      Incluso en países con rápido crecimiento el gasto en este sector ha disminuido. En Brasil se recorta un promedio de 3% cada año pese a que el gasto público en general aumenta en 4%.
-      Una excepción importante es Bolivia, donde el gasto en agricultura se ha más que duplicado entre 2005 y 2009 y ha pasado a depender de los ingresos internos del país. Sin embargo, falta aún fortalecer la institucionalidad en esta área.
 
El presupuesto en agricultura deja de lado a los pequeños y se concentra en los grandes
 
El gasto en agricultura se concentra en los sectores que tienen las mayores posibilidades de acceder a mercados externos y que tienen mayor capacidad de influencia. Así:
 
-      Ecuador y Paraguay: entre 1995 y 2000 dirigieron más del 70% de su gasto en agricultura a los agroexportadores
-      Colombia: el gasto en el sector agropecuario se ha cuadruplicado entre 2003 y 2009, pero se ha dirigido a los grandes monocultivos, sobre todo palma africana y caña de azúcar para elaborar biocombustibles
-      Perú: la mayor parte de la inversión pública se va a las grandes infraestructuras de regadío de los valles costeros, lo que beneficia a un reducido número de empresarios.
-      Brasil: si bien el país ha puesto en marcha importantes programas de apoyo a la agricultura familiar, el crecimiento agrícola se ha sustentado en medidas que han favorecido al agronegocio, como la exoneración de impuestos a las exportaciones. El fomento a la producción a escala industrial y la mecanización no ha favorecido la creación de empleo.
 
Poco presupuesto, y encima no se gasta
 
En la región hay una baja ejecución presupuestal. Las razones son dos: que las instituciones encargadas no tienen capacidad de ejecución, y que dineros originalmente destinados a la agricultura son derivados a otros rubros.
 
En Perú, por ejemplo, los gobiernos locales y regionales están a cargo de ejecutar cada uno un tercio del presupuesto pero no logran hacerlo porque carecen las capacidades necesarias.
 
Además de aumentar el presupuesto se necesita fortalecer la capacidad de gestión. De lo contrario, la subejecución presupuestal puede ser una justificación para hacer más recortes.
 
Sin embargo, la agricultura es un sector estratégico
 
Pese a que los países de América del Sur ya no basan su economía en la agricultura, ésta sigue siendo un sector estratégico en la generación de empleo, en la balanza comercial y en el crecimiento económico. La agricultura contribuye al 12% del PIB en promedio en la región.
 
Además, la inversión en agricultura resulta dos a tres veces más eficiente en la reducción de la pobreza que el crecimiento en otros sectores.
 
La pequeña agricultura es mucho más importante de lo que se piensa
 
En América del Sur son los pequeños productores, y sobre todo las mujeres, quienes hacen llegar los alimentos a la mesa:
 
   En Brasil y Perú se calcula que producen el 70% de los alimentos que se consumen, mientras que en Bolivia el 40%
   En Ecuador la pequeña agricultura produce el 70% del maíz y el 64% de las papas que se consumen en ese país.
 
Dentro del sector agrícola, la pequeña agricultura es también un sector clave. 8 de cada 10 explotaciones en la región pertenecen a la pequeña agricultura. Por eso, invertir en pequeña agricultura es clave para luchar contra la pobreza y la desigualdad.
 
El reto de los gobiernos de América del Sur: invertir en pequeña agricultura
 
Es urgente que los gobiernos de la región:
-       Aseguren que se accede de manera equitativa a la tierra y el agua,
-       Incrementen el gasto público dirigido a la pequeña agricultura para que sea proporcional a su aporte a la economía y al empleo que ocupa
-       Amplíen la participación de los pequeños productores en las decisiones relevantes,
-       Tomen en cuenta las necesidades específicas de las mujeres, levantando información específica sobre ellas,
-       Inviertan en bienes públicos como investigación y servicios de extensión, infraestructura de transporte y comunicación, facilidades de almacenamiento, servicios financieros, seguros, entre otros.
 
Una razón para invertir en la agricultura es la seguridad alimentaria: muchas de las personas que pasan hambre son productores y trabajadores agrícolas, invertir en ellos aumenta la producción de alimentos y hace que éstos estén disponibles para quienes más los necesitan. Pero la razón última es el derecho que tiene toda persona a disponer un medio de vida sostenible y a salir por sí misma de la pobreza.
 
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