Las mujeres rurales
- Opinión
Nuestra tierra, recursos naturales y medioambiente nos están dando su respuesta al abandono, saqueo, explotación irracional, expoliación, malos manejos y la desidia con la que los hemos tratado. Hoy nuestros problemas se multiplican y la calamidad pública decretada por el presidente es, en realidad, la descripción de nuestro modo de vida. Y es en este marco de problemas añejos irresueltos que las mujeres rurales demandaron al Estado que aliente el acceso a la tierra y al manejo de los recursos naturales, como estrategia para resolver el problema de inseguridad alimentaria que afecta a sus familias y a sus comunidades.
Las miles de víctimas del hambre no pueden esperar a que se atienda esta emergencia, similar a otras muchas anteriores, que han ocasionado esos desastres sociales. La situación estructural del país, que permanece necia e intacta, afectando a las mayorías, continúa haciendo estragos en las capas sociales desfavorecidas, especialmente las que se ubican en el área rural.
Los políticos han sido especialistas en venta de quimeras, sueños e ilusiones, pero los resultados al final de cada gestión son los mismos: nuevos ricos gracias al erario nacional y las mayorías se quedan esperando el cumplimiento de las ofertas, viviendo tragedias que reiteradamente les arrebatan despiadadamente a sus seres queridos.
Los responsables por parte del Estado de garantizar el acceso a los alimentos deben estar sufriendo pesadillas, porque además de estas lluvias, ya se había anunciado un alza en su ya alto precio, augurios que impactarán de manera terrible en el campo, donde continúan políticas de reconcentración de la propiedad agraria. Los necios y los injustos se oponen a un abordaje adecuado de las políticas para favorecer un desarrollo rural integral; sobre sus conciencias pesará la cantidad de víctimas que la inseguridad alimentaria reportará de nuevo, pronto.
La demanda campesina ha sido persistente. Pero hay una actora que nunca aparece, las mujeres rurales, cuyo trabajo productivo y reproductivo es desvalorizado e invisibilizado. Hay una ceguera intencional al no querer ver que sobre sus espaldas llevan el peso de la alimentación de sus familias, de acarrear el agua, de procurarles salud, en la adversidad.
Ellas, esas mujeres rurales, integrantes de unas 20 organizaciones, estuvieron en
Aseguraron que si “tuvieran acceso a la propiedad generarían suficientes alimentos para abastecer a las poblaciones, lo que contribuiría a combatir los problemas de hambre, inseguridad alimentaria, disminución de los costos de los productos de la canasta básica y conservación de los bienes naturales del Estado”. Ellas son indispensables en el combate del hambre.
Guatemala, 19 de octubre de 2011
- Ileana Alamilla, periodista guatemalteca, es directora de
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