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Es la Hora del Sur

02/12/2011
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Lejos de la obsecuencia de décadas pasadas y de la teoría del ninguneo en las negociaciones internacionales, nuestra región no solo tiene potencial como modelo a seguir en la reconfiguración post-crisis mundial, si no que de la profundización de su soberanía y autodeterminación político-económica depende su futuro sin un simple cambio de dueño.
 
Durante los últimos 10 años, por lo menos, se nos ha tratado de imponer a la sociedad en Argentina que el país estaba fuera de la agenda de Estados Unidos. Es más: que América Latina y fundamentalmente América del Sur estaban fuera de la agenda de los intereses estratégicos de Estados Unidos.; solo presente a la hora de mantener la lucha contra el terrorismo internacional y la inseguridad que trae aparejado el fortalecimiento de los carteles de las drogas y la corrupción que ello acompaña, más los “regímenes” que no son de su agrado, verbigracia: Chávez, Castro, Correa y Morales. A eso se reducía la política exterior norteamericana para con el Sur
 
Pero las relaciones económicas y las internacionales han dado un giro trascendental en los últimos 10 años. Junto con la crisis del denominado “bloque occidental” -Estados Unidos y la Unión Europea- esos países sufren la irrupción de China en su “patio trasero”, al igual que la India y Rusia, y los desplazaron como los principales socios comerciales en la región que los tuvieron como eje en los últimos 200 años, y este no es un dato menor ni pasajero.
 
Durante siglos, las relaciones internacionales se concentraron en el hemisferio norte, al sur solo le fue destinada la función de proveedor para mantener la prosperidad en el norte, recordemos que el primer objetivo de la geopolítica es el acceso a los recursos, que América del Sur tiene en abundancia.
 
En este marco, con un mundo con grandes turbulencia en Eurasia y África, especialmente por el tema energético talón de Aquiles de las principales potencias tradicionales y emergentes (salvo el caso de Rusia) se pone de relieve la importancia de nuestra América (grandes descubrimientos de petróleo en el ártico, Canadá, arenas gasíferas en Estados Unidos, en el caribe, incrementos de las reservas en Venezuela, en Brasil y Argentina). 
 
Todo ello le da al espacio americano la capacidad de independencia energética que es básica a la hora de establecerse como región importante pues posee una de las herramientas elementales para su potenciación, y a ello debemos sumarle que concentramos el 30 por ciento de la biocapacidad total del mundo en nuestra América del Sur y que el continente es también el granero del mundo. 
 
La mayor parte de la oferta mundial de bananas, azúcar, naranjas, café, soja y salmón; así como una parte importante de carne de res y cerdo provienen de América del Sur. Además tiene grandes depósitos de minerales: plata, cobre, plomo, estaño, zinc, mineral de hierro y litio son claves para las potencias mundiales a la hora de establecer sus alianzas.
 
Por ello somos, los latinoamericanos y suramericanos, importantes a la hora de cualquier estrategia de las potencias tradicionales y las emergentes, por nuestra autosuficiencia energética y alimentaria. Señores, no estamos fuera de ninguna agenda como se nos hizo creer.
 
La construcción de una economía a escala continental es fundamental porque a la independencia energética le sumamos el desarrollo de una industria especializada con tecnología y desarrollo propio que nos fortalezcan. Los latinoamericanos somos el 12 por ciento de la población mundial, representamos una economía de 6 billones de dólares -de igual tamaño a la de China-. 
 
América Latina es más joven y está más urbanizada que Asia, es hora de que con los organismos creados por los suramericanos consolidemos esas ventajas y establezcamos nexos de negociación con el mundo en refundación al que estamos asistiendo, y ya no como espectadores sino como parte de esa reestructuración.
 
China es un socio estratégico en nuestra región -que permitió el despegue de la crisis del viejo sistema con sus compras de materias primas-, pero también ha inundado los mercados de la región con prácticamente todo, desde ropa hasta teléfonos celulares, amenazando al 90 por ciento de las exportaciones manufactureras de América Latina (que representan el 40 por ciento de sus exportaciones). Esto obliga a nuestros dirigentes políticos, económicos y sociales a una amplitud de criterios y borrar viejos esquemas que ya no funcionan mas (en política económica mundial y relaciones internacionales) para establecer nuevos acuerdos que permitan a nuestra América, no a cambiar de amo sino que se imponga nuestra América latina como un nuevo espacio continental industrial, que pueda negociar con todos en condiciones favorables y beneficiosas para sus sociedades.
 
Hoy, cientos de multinacionales europeas y norteamericanas rediseñan sus objetivos al ver amenazada su posición para contrabalancear la presencia del mundo asiático y miran nuestro continente, son también jugadores fuertes con los que debemos negociar y establecer vínculos estratégicos para contrabalancear.
 
Es la hora del Sur, ahora todo depende de nosotros los latinoamericanos, de forjar los sueños de nuestros padres fundadores, la integración es nuestra arma estratégica, la negociación en igualdad de condiciones con los poderes mundiales nuestra herramienta para alcanzar el objetivo final, que no es otro que la felicidad de nuestros pueblos, tantas veces postergada.
 
- Carlos Pereyra Melees licenciado en cencia política y especialista en geopolítica Suramericana
APAS | Agencia Periodística de América del Sur | www.prensamercosur.com.ar/apm/
Facultad de Periodismo y Comunicación Social. Universidad Nacional de La Plata.
 
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