Más de 50.000 puertorriqueños se movilizaron en las calles, el domingo 4 de julio, para exigir la salida de la isla de Vieques de la base de entrenamiento de la Marina de Guerra estadounidense. El movimiento contra la presencia de los marines, que tiene una historia de más de medio siglo, ganó fuerza a partir del mes de abril de este año, luego de que una bomba mal dirigida mató a un guardia de seguridad e hirió a otras cuatro personas, y que además, la marina reconoció tardíamente que en febrero había tirado por error 267 proyectiles radioactivos en la isla. El 1 de julio, el gobernador de Puerto Rico, Pedro Rossello, formalizó la oposición de su gobierno a la presencia de la marina en la isla puertorriqueña, al adoptar las conclusiones de una comisión gubernamental convocada para investigar las denuncias de daños ecológicos, peligros para la salud y perjuicios económicos causados a los habitantes de la isla. El gobierno puertorriqueño dio a conocer que iniciará gestiones con el de Estados Unidos para lograr la salida de la base. Por su parte, el presidente Clinton ha nombrado un panel para que examine las alternativas a los ejercicios militares en Vieques, que debe presentar sus recomendaciones en agosto. Queda por ver si tendrá más éxito que los anteriores intentos en este sentido. En 1980 un comité del Congreso Norteamericano concluyó que la Marina debía retirarse de Vieques y buscar otro sitio para llevar a cabo sus actividades bélicas. Sin embargo, en octubre, 1983, el Gobernador de Puerto Rico, firmó un acuerdo con la Marina y desistió de una demanda civil, a cambio de promesas de la Marina para la protección ecológica y mejor desarrollo económico para la Isla. Según un estimado, los daños ecológicos provocados por la presencia militar equivaldrían a un valor de dos mil millones de dólares. Se ha constatado que la tasa de cáncer es 40% más alta que en el resto de Puerto Rico, hecho que los habitantes atribuyen a los residuos tóxicos que resultan del uso de explosivos y municiones activos en los ejercicios militares. El argumento es verosimil, considerando que no existen industrias contaminantes en Vieques. Los accidentes también han sido una constante. Durante maniobras en 1992, la Marina lanzó veinte toneladas de explosivos vivos en la parte este de Vieques, incluyendo el napalm vivo. En 1993, un piloto de la Marina dejó caer cinco bombas de 500 libras cada una, a una milla del pueblo de Isabel Segunda, fallando por diez millas el blanco. Una larga historia de resistencia En 1940, la marina estadounidense expropió dos tercios del territorio de Vieques, isla de 135 km² ubicada a unos 13 kilómetros de la costa este de Puerto Rico. La isla ha servido para prácticas de bombardeo y ejercicios de entrenamiento militar, en preparación de las sucesivas agresiones militares contra pueblos del Caribe y Centroamérica, como también en el Sudeste asiático. Desde los años 40, el gobierno estadounidense ha intentado varias veces, sin éxito, tomar posesión de la isla completa y expulsar a todos los habitantes. Estos se han resistido, no obstante el deterioro en la calidad de vida. En mayo de este año, un grupo de protestantes se acampó por varias semanas en la zona de tiro al blanco, logrando impedir la continuación de los ejercicios. Coincidentemente, en la misma semana en que se produjo la reciente manifestación, fuentes de prensa reportaron que en este verano, Puerto Rico se convertiría en el centro de mayor concentración de recursos militares estadounidenses en Latinoamérica, en tanto nuevo hogar permanente de 25.000 empleados del Departamento de Estado, que deben salir de Panamá en el curso de este año, en su mayoría civiles, reservistas y miembros de la Guardia Nacional. Una resolución de la ONU de 1965 pide a las potencias coloniales desmantelar las bases militares instaladas en los territorios coloniales; y en otra resolución señala que las bases militares constituyen un obstáculo importante para la liberación del pueblo del territorio y que es esencial la supresión inmediata de tales bases.