Cumbre de Monterrey: Discrepancias de fondo
- Análisis
Durante la Cumbre de los 34 mandatarios de América (con excepción de Cuba) se hicieron evidentes las discrepancias entre la agenda de Washington centrada en la seguridad, la lucha contra el terrorismo y el ALCA y la que mantienen algunos gobiernos latinoamericanos (Argentina, Brasil y Venezuela), cuyas preocupaciones se centran más en combatir la pobreza, la soberanía y el peso de la deuda externa.
El evento, que se realizó en medio de protestas de los movimientos altermundialistas, culminó con una declaración general y retórica que se refiere al crecimiento con equidad, el desarrollo social y la gobernabilidad democrática.
El presidente venezolano, Hugo Chávez, dijo que la Declaración de Nuevo León contiene 50 y más enunciados - "algunos de ellos muy lindos"- pero que no se ponen metas concretas, como por ejemplo el compromiso de reducir la mortalidad infantil en un 10 por ciento en un determinado plazo. Por ello este documento solo será un "saludo a la bandera", agregó.
Estados Unidos pretendía que la reunión diera un espaldarazo al ALCA y se acordara la fecha del 2005 para que este cuestionado tratado entre en vigencia. Si bien logró que el tema del ALCA sea discutido y que en el documento final conste que el "acuerdo comercial fomentará el crecimiento económico, reducirá la pobreza y hará posible el desarrollo y la integración del continente", no pudo imponer la fecha de arranque del ALCA. Esta resolución fue adoptada con la reserva de Venezuela que planteó que había diferencias profundas con el concepto y la filosofía contenidas en el modelo de intercambio que impulsa Estados Unidos.
De su parte, el presidente argentino, Néstor Kirchner, planteó que el ALCA debe reconocer las diversidades y que este proyecto no servirá a la prosperidad de los países si no se resuelven las asimetrías existentes, aspectos que no fueron recogidos en el documento final.
En la Declaración de Nuevo León se hizo hincapié, por otro lado, en intensificar la lucha contra la corrupción para lo cual los representantes de los gobiernos se "comprometieron a denegar refugio a los funcionarios corruptos, a quienes los corrompen y a sus bienes". En este aspecto tampoco pasó la tesis de Estados Unidos de excluir de este tipo de cumbres a los países cuya lucha contra la corrupción deje que desear, por considerar que esta situación es difícil de determinar. En las próximas semanas se podrá comprobar si Estados Unidos está dispuesto a pasar de la retórica a los hechos en esta materia, pues, tendrá que extraditar a centenares de hombres de negocios, banqueros y políticos corruptos que han encontrado refugio y protección en su territorio, pese que tienen cuentas pendientes con la justicia de varios países latinoamericanos.
La Cumbre de Monterrey sirvió asimismo de escenario para ventilar algunos conflictos que tensan las relaciones entre Washington y algunos gobiernos latinoamericanos como el de Argentina y Venezuela, cuyo origen, en última instancia, se sitúa en la posición soberana y digna que han asumido los gobiernos Kirchner y Chávez con respecto a temas como Cuba, el ALCA o la deuda externa.
Se debe recordar que el caso de Argentina, ante las críticas formuladas a Kirchner por el subsecretario de Asuntos Hemisféricos, Roger Noriega, por su relación con Cuba, el presidente argentino respondió que su país no era alfombra de nadie, mientras que la cancillería señaló que los "tiempos de la alineación automática habían pasado". Por otro lado, Washington no ve con buenos ojos que el gobierno argentino mantenga buenas relaciones con el dirigente social boliviano Evo Morales.
En Monterrey, Bush y Kirchner mantuvieron una reunión de 50 minutos en la "que predominó el buen clima y se evitaron las rispideces al no tocar los temas potencialmente conflictivos como Cuba y el ALCA", según la versión de un periódico de Buenos Aires. En esta reunión, los dos mandatarios se reafirmaron en sus posiciones: Bush le pidió a Kirchner que desmienta las habladurías de que Argentina no piensa cumplir sus compromisos de pago, a lo que Kirchner respondió que "pagaremos lo que podemos pagar".
Cabe destacar, que al final de la Cumbre Extraordinaria de Monterrey, Kirchner responsabilizó a los Estados Unidos y a los organismos multilaterales, principales impulsores de las políticas neoliberales, de consolidar un modelo de injusticia, de quiebra de las economías y de llevar a extremos la desigual distribución del ingreso, así como la exclusión y la corrupción que padecen muchos países.
En Monterrey, por último, Bush arremetió contra Cuba y Venezuela, países a los que anteriormente había acusado de pretender desestabilizar a América Latina. El ataque a Cuba, en un año electoral, fue interpretado como una maniobra de Bush para ganar los votos los "hispanos" de Miami.
En el caso de Venezuela, Bush le pidió a Vicente Fox que hiciera todo lo posible para que Chávez perdiera el plebiscito impulsado por la oposición. Ha sido tan incondicional la postura de Vicente Fox con respecto a Estados Unidos, que, ante las críticas, el mandatario mexicano rechazó ser "lacayo" de George W. Bush.
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