La Mama Coca y la justicia intercultural
15/03/2012
- Opinión
En la Bolivia efervescente de inquietudes, ideas y rebeldías, conceptos como descolonización, Madre Tierra, plurinacionalidad, interculturalidad, etc., se constituyen en hilos que tejen el discurso cotidiano de amplios sectores de la población. No existe una sola institución u organización que se abstraiga, por ejemplo, del concepto de interculturalidad al momento de exponer su proyección institucional. Casi todas aspiran ser interculturales, si acaso no se definen como tales.
Sin embargo, las reacciones a las declaraciones del Magistrado del Tribunal Constitucional Plurinacional, Gualberto Cusi, quien afirmó que consultaba a la Mama Coca para ser justo en sus fallos judiciales, evidencia que las y los bolivianos del siglo XXI no son tan interculturales como dicen ser. O en el mejor de los casos, recurren al concepto de la interculturalidad con beneficio de inventario. Es decir, sólo para lo que conviene.
Más de una amistad me escribió desde Bolivia lamentando la ignorancia del Magistrado Cusi. Intelectuales, funcionarios de gobierno, educadores, etc. coincidieron en censurar al Magistrado ignorante. Pero, ¿qué ignorancia desveló Gualberto Cusi? Nada menos que la ignorancia colectiva en la aún subyace la bolivianidad progresista y supersticiosa.
Cusi, al confesar su respaldo en la voluntad de la Mama Coca al momento de dictar sus fallos, mostró la vigencia de la diversidad de métodos de conocimiento que subyacen en la Bolivia “moderna”. Nos guste o no, Bolivia es diversa culturalmente no sólo para el folclor o para el indigenismo, sino también en los procesos de construcción de conocimientos. Y cada pueblo tiene su propia epistemología y fuentes de conocimientos que ni el rodillo de la colonización occidental lograron aniquilarla por completo. Para entender esto, no necesitamos leer el libro de Boaventura de Sousa titulado: “Una epistemología del Sur”, 2009, sino observar y asumir lo que somos, y dejar de escupir a nuestro espejo.
¿Por qué una metodología de conocimiento que nació en la Europa del siglo XVI, y se intentó universalizar a fuego y sangre, tiene que ser eternamente asumida como la única epistemología del saber? ¿Acaso en las universidades no se escudriña la mitología griega como fuente y método del conocimiento? ¿Por qué el recurso a la interpretación de la voluntad de la Mama Coca para comprender la complejidad de la conducta humana tiene que ser satanizado?
¿Por qué tenemos que asumir la epistemología de la simplificación de Descartes, Bacon, Durkein, Newton, Kant, etc., como los únicos modos de conocer y explicar nuestra realidad diversa y compleja? El sistema-mundo-occidental (como diría Wallerstein) se ahoga en crisis porque el método científico occidental, en su intento de simplicar y explicar el mundo, ha desintegrado la realidad hasta herir de muerte a la Tierra.
El método científico occidental dio lo que tenía que dar y deja una secuela de heridas y ausencia de sentidos. Ahora es tiempo de atrevernos a buscar nuevos y diferentes procesos de construcción de conocimientos. Es tiempo de reinvidicar las epistemologías que el colonialismo y el capitalismo intentaron silenciar sin poder aniquilarlas por completo.
La apelación a la voluntad de la Mama Coca para aproximarnos y comprender la complijidad de la realidad es uno de esos métodos de conocimiento que el epistemicidio imperial no logró aniquilar, y nuestro deber es redescubrir, practicar y proponerla al mundo, sin ningún tipo de complejos. Esto no sólo porque así lo exige la coherencia intercultural cognitiva, sino porque sabemos que jamás habrá justicia social sin justicia cognitva.
¿Con qué derecho los heraldos de la razón imperial silenciaron o catalogaron como superstición nuestros métodos de comprender y explicar la realidad? Después de más de cinco siglos de vigencia del método científico occidental y su positivismo jurídico, ¿podemos afirmar que convivimos en mejores condiciones que antes? ¡Qué paradoja: nos avergonzamos de recurrir a la Mama Coca, y no así de los crucifijos y demás amuletos que perturban la madurez de la racionalidad kantiana!
El dogmatismo epistemológico occidental es la base de los procesos del neocolonialismo cultural, social, económica, política, etc. que se ciernen sobre nuestros pueblos. Si con seriedad Bolivia desea completar sus procesos de emancipación integral, tiene que construir y/o asumir sus propios métodos de conocimiento, sin desvalorar el aporte del método científico occidental. No se puede emprender procesos de liberación sostenibles afianzados en métodos de conocimiento de los dominadores. Después de todo, lo que aprendimos o enseñamos en las escuelas y universidades no son más que las mentiras de quienes tienen el poder no sólo para imponer sus intereses como verdad, sino para inculcar su método de construcción de verdad.
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