Diversidad cultural contra el racismo
19/03/2012
- Opinión
La Unidad de Atención a la Diversidad Cultural del Departamento de Cultura de la IM, tiene como cometido “Atender en forma particular y cuidadosa las actividades culturales de instituciones y organizaciones vinculadas, entre otras, a las culturas indígenas americanas, a los grupos afrodescendientes, descendientes de la Nación Charrúa, grupos vinculados con la inmigración, etc..” Textual de Res. Nº 1065/2006
La tarea es cultivar la diversidad cultural existente en nuestro medio, es ayudar a la construcción de una sociedad integrada respetando sus diferencias, con el paradigma de la justicia social y donde no existan jerarquías entre las distintas culturas o costumbres.
Somos humanos y por lo tanto gregarios y somos diferentes justamente por eso; porque somos personas con libertad de elección y pensamientos, además de nacer físicamente distintos. Los rasgos étnicos, culturales, de nacionalidad, de género o capacidad, color de piel, opción sexual o religiosa y tantas diferencias como puedan concebirse, no nos inhiben del denominador común de ser compatriotas de país y cohabitantes de un mismo planeta. Por ello el imperativo es encontrar la armonía necesaria para sobrevivir y crecer como comunidad por el bien colectivo.
Nuestra sociedad es multicultural y polifacética y el mundo lo es.
Si no logramos vencer las hegemonías o predominancias culturales, las colonizaciones ideológicas seguirán imposibilitando la pacificación y la posibilidad de encontrar caminos de respeto y solidaridad. Una cultura doblegada o sometida es una cultura que sufre. Y donde hay sufrimiento social hay violencia. Y la violencia paraliza.
Con la humilde herramienta que supone nuestro compromiso, nos convoca lograr una sana y pacífica convivencia con espacio para todas y todos desde lo que somos. Sólo siendo felices y plenos podremos aportar esfuerzo en común para mejorar el mundo en que vivimos y nuestro micromundo.
Esta es nuestra forma de combatir el racismo, el odio y la desigualdad donde se encuentre y colaborar con el desarrollo de nuestros pueblos, actuando en la prevención de estos flagelos, convocando a encontrarnos, dialogar e intercambiar acerca de nuestras diferencias. No teniendo que “tolerar” al “otro” lo cual supone autoridad, y al fin es un mensaje de “te soporto aunque soy mejor”, sino con la alegría de conocernos y compartir, identificándome como prójimo frente al que no es idéntico en el aspecto físico, en sus creencias, usos o en su nacionalidad, y sí es igual en el disfrute de los derechos inherentes a la persona humana y a las libertades sociales e individuales.
Educar en una sociedad intercultural parece ya no sólo un eslogan sino una necesidad urgente incluso por el imperativo de la imprescindible paz para que avance la economía, en un contexto plural, sin segregación, sin guetización; un proyecto de cohesión e integración social.
Nos convoca fomentar la equidad y valores superadores de los enfrentamientos raciales y toda otra forma de discriminación, los estereotipos, los prejuicios, todo tipo de diferenciación menoscabante o humillante que degrade nuestra calidad de ciudadanos de un país democrático.
Comprometidos con un mundo más equitativo y menos injusto, sin exclusiones ni excluidos, donde la felicidad no sea un privilegio sino patrimonio intangible de la humanidad por designio popular.
Susana Andrade – Atabaque
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