Carta del CRIC a las FARC

23/04/2012
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Si hay una organización social que le ha apostado a la paz en el país en estas dos últimas décadas es el CRIC. A su población le ha tocado vivir todo tipo de violencia. Su memoria histórica no puede borrar la invasión y arrasamiento que sufrieron sus comunidades originarias con la invasión de España. No pueden desandar sus caminos sin encontrarse con el desalojo de sus territorios por todo tipo de gente armada con cualquier instrumento de dominación.
La resistencia les ha permitido renacer permanentemente. Pues si su hábitat ha sido la violencia su proyecto vital es la vida y la armonía consigo y con la naturaleza. Fuerzas siempre presentes en su lucha por sobrevivir. No lo es menos ahora en que los grupos en contienda lo son a favor y en contra del Estado y el sistema económico y social dominantes.
Contradictorio, por cierto, pues las movilizaciones indígenas, desde la creación del CRIC, han confrontado los gobiernos de turno; por sus reivindicaciones inmediatas y por las que afectan al pueblo colombiano. Pero, poner en el centro su autonomía y su autodeterminación es para las FARC colocarse a favor de aquellos contra quienes luchan. Para el gobierno es una expresión de una alianza con la insurgencia.
Su lucha por la paz parte de las entrañas mismas de su memoria histórica. Lo cual explica que el pasado 20 de abril le escriban al comandante Timochenko una carta en que le manifiestan las contradicciones de las políticas y operaciones de su organización frente al movimiento indígena. En especial, los asesinatos de varios miembros de sus comunidades y las acciones sobre pueblos, como Toribío y Corinto en el año anterior que afectaron a gran parte de la población.
El objetivo de su misiva es aclarar si es cierto que son objetivo militar, como lo concluyen de una orden dada por el Comando Conjunto de Occidente de las FARC: “ejecución del delegado de nuestra organización para representarnos en la Comisión Política de la Minga Social y Comunitaria, del encargado de dirigir el Equipo de Paz, del coordinador de la Guardia Indígena a nivel zonal y del coordinador del Tejido de Justicia y Armonía”.
Igualmente, aclaran el estado en que quedan miembros de comunidades que deciden militar en sus filas. No ignoran que los hay. Lo cual ha dado pie para que los organismos de seguridad del Estado lo generalicen como una política de la organización. Por ello afirman: “en el mismo momento en que decidieron ser miembros permanentes de una organización militar han renunciado a su condición civil y se han puesto por fuera de nuestra comunidad política”. Se les aplicará la justicia indígena. “Si son milicianos no pueden ser comuneros”.
Saludan sus recientes comunicaciones de caminar por el sendero de la paz. Por eso le requieren que aclare si el secretariado respalda esta sentencia regional. Porque ratifican que todo aquello que conduzca a la paz encontrará en ellos su avivador. Se asumen como pueblos por la paz no para la guerra.
 
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