Lección de dignidad:
Rebelión popular en Bolivia
04/11/2003
- Opinión
Bolivia, país ubicado en el centro del continente americano -considerado uno
de los más pobres del mundo- en "octubre rojo" escribió una de sus páginas
más gloriosas no sólo al destituir al ex presidente Gonzalo Sánchez de Lozada
(Goni) sino perforar el modelo neoliberal, resistir los intentos
imperialistas, humillar a la denominada clase política dominante e irradiar
un ejemplo de rebelión popular a nivel internacional. Pero los desafíos para
esa Bolivia insurrecta recién comienzan.
En un mes de conflictos sociales en todo el territorio nacional -19 de
septiembre al 17 de octubre- se registraron 81 muertes y más de 500 heridos.
Una masacre en plena "democracia". Durante la dictadura militar del extinto
presidente Hugo Bánzer Suárez (1971-1978) se tienen anotados 84 asesinatos
políticos y 69 desapariciones forzadas; en el mandato de Goni de sólo 14
meses, 155 bolivianos fueron asesinados y más de 800 resultaron heridos de
bala. No hay culpables. Existe impunidad.
La rebelión popular boliviana no tuvo un liderazgo único sino que primaron
las decisiones colectivas, tampoco una sola línea política sino que
confluyeron una serie de ideologías anti-sistémicas, menos una sola demanda
sino que se unió la bronca acumulada de diversos sectores sociales. En suma,
la insurrección fue de todo un pueblo donde "los alteños
" (ciudadanos de El Alto de La Paz) estuvieron en la vanguardia.
Las pequeñas naciones dispersas y grupos emergentes de variadas luchas
reivindicativas se juntaron en esas épicas jornadas en una lucha nacional
contra Sánchez de Lozada y su clan palaciego. Convocados por la consigna
"¡Fuera Goni!" marcharon hasta la sede de gobierno comunidades indígenas,
mineros, campesinos, gremiales, estudiantes, obreros, cocaleros, maestros,
universitarios, intelectuales y los miles de desempleados que pueblan
Bolivia, reviviendo a los movimientos populares que el Decreto Supremo 21060
había enterrado, pero sobretodo irradiando una forma nueva de construir un
liderazgo colectivo.
Roberto de la Cruz, dirigente de la Central Obrera Regional (COR) El Alto
afirmó: "Esta victoria del pueblo boliviano es un sopapo para Estados
Unidos".
El ex presidente boliviano, prófugo de la justicia, en una entrevista
concedida a la red televisiva CNN, en Washington, en su castellano
enrevesado, señaló que renunció debido a "una gran conspiración de elementos
sediciosos que son esta cosa del narcosindicalismo de Evo Morales y esta cosa
cooperativista y terrorista de Felipe Quispe".
El diputado cocalero y jefe del Movimiento al Socialismo (MAS), Evo Morales,
respondió mediante la BBC de Londres: "Ellos son la clase política, el
colonialismo interno. No aceptan que los llamados indígenas, cochinos,
animales e ignorantes, seamos poder político. No aceptan que un aymara,
quechua o guaraní sea presidente y gobierno".
"¡...andate a Washington !"
El detonante del conflicto fue el anuncio de la venta del gas a los Estados
Unidos, vía Chile; aunque habían otros conflictos acumulados como el cuoteo
descarado al que están acostumbrados los militantes del Movimiento
Nacionalista Revolucionario (MNR), Movimiento de Izquierda Revolucionario
(MIR), Unión Cívica Solidaridad (UCS) y Nueva Fuerza Republicana (NFR), la
criminalización de las protestas sociales a través del Código de Seguridad
Ciudadana, la designación del Defensor del Pueblo y otras irregularidades.
La autodenominada "clase política" actuó con desprecio hacia el pueblo.
Sánchez de Lozada bajo el discurso de la defensa de la democracia, sin que le
tiemble la mano, regó con sangre de bolivianos y bolivianas el territorio
nacional. El nombre de Warisata, Sorata, Ventilla, El Alto, Ovejuyo,
Patacamaya, San Julián y otras poblaciones quedaron inscritas en la memoria
histórica como baluartes de la denominada "guerra del gas".
"¡Gringo cabrón, andate a Washington!", fue una firme consigna del movimiento
popular, mientras las balas del ejército y la policía mataban niños, mujeres,
ancianos y hombres.
El 4 de octubre, ante el pedido popular de su renuncia y cuando Sánchez de
Lozada ya había acumulado 36 muertos más en su conciencia, respondió con
desprecio: "Yo no me voy a ir, porque mi mujer no me va a dejar, porque ella
quiere seguir siendo la Primera Dama de la Nación". Días después, el
histórico 17 de octubre, derrotado y humillado, junto a sus funcionarios de
confianza y, lógico, tras él la ex Primera Dama, huían desesperados a Miami
(EEUU).
El dirigente aymara y líder del Movimiento Indígena Pachakuti (MIP), Felipe
Quispe, afirmó: "¿Cómo vamos a dialogar con un asesino? Primero tiene que
renunciar y luego podemos dialogar con cualquier presidente aunque sea k'ara
(blanco)".
Cual presagio de la sabiduría popular, "el gringo" que fue el mejor símbolo
boliviano de la política neoliberal e imperial ahora está refugiado en
Washington.
El Parlamento Europeo condenó el permiso que otorga Estados Unidos a las ex
autoridades bolivianas, rechazó la concesión de asilo y pidió que respondan
ante la justicia por los delitos que cometieron.
Desde abajo
La "guerra del gas" no surgió de la noche a la mañana ni de arriba hacia
abajo, sino en base a un pujante proceso organizativo y fundamentalmente a la
participación de ciudadanos y ciudadanas de diferentes estratos sociales, del
campo y la ciudad.
Sin duda que el camino inicial de las victorias populares fue escrito en la
"guerra del agua" en el 2000; le siguió la sublevación aymara de septiembre
del mismo año, luego se transitó un difícil camino a la "guerra de la coca"
en el 2002 y las jornadas de febrero de 2003 en la denominada "guerra del
impuestazo". En esas tres acciones populares también se derramó sangre
boliviana, con numerosos muertos y heridos.
En ese período surgió la rebelión electoral del MAS y el MIP con la irrupción
de parlamentarios indígenas, campesinos, intelectuales y de sectores
populares que empezaron a modificar el escenario de la denominada "clase
política".
La "guerra del gas" fue una respuesta a la política gubernamental en el
intento de exportar el Gas Natural Licuado (LNG) a los mercados de Estados
Unidos y México.
Según representantes de las inversionistas petroleras como la British Gas
Sudamérica, e incluso personeros del propio gobierno, la vía de exportación
definida era Chile. En 1879, Bolivia fue invadida por Chile en la Guerra del
Pacífico y desde entonces no sólo perdió su salida al mar y sus reservas de
salitre, sino que quedó acorralada en el corazón de América del Sur.
En Bolivia se estima que existen 54.9 trillones de pies cúbicos de gas
natural (TCF), 7.9 son exportados al Brasil y en los próximos 20 años podrían
ascender a 12 trillones. Gigantescas reservas que convierten a este país en
la tercera potencia gasífera a nivel latinoamericano.
La decisión gubernamental de la exportación del gas fue reemplazada por el
discurso popular de la industrialización en territorio nacional y, sobre
todo, de la recuperación de los hidrocarburos porque con el proceso de
capitalización -léase privatización- las únicas beneficiadas son las empresas
transnacionales, y de las cuales Sánchez de Lozada es miembro accionista,
según diversas fuentes.
El dirigente fabril y portavoz del Estado Mayor del Pueblo, Oscar Olivera,
agregó: "Ahora debemos escuchar la voz de las bases, sentir las necesidades
del pueblo, fortalecer su organización y no permitir que líderes ni caudillos
afecten a nuestra unidad".
Al clamor popular de la defensa del gas se sumaron otras demandas como la
convocatoria a una Asamblea Popular Constituyente, la derogatoria de la Ley
de Hidrocarburos, la revisión del Código de Seguridad Ciudadana, la oposición
al Código Tributario, la anulación del Decreto 21060, el rechazo a la
adhesión del Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y otras
regionales como la autonomía para la Universidad Pública El Alto (UPEA), la
defensa de la coca en el Chapare y los Yungas y la solución a la tenencia de
la tierra para los campesinos de varias regiones del país.
Escribiendo historia
La "guerra del gas" fue convocada por la "Coordinadora Nacional de
Recuperación y Defensa del Gas" pero sustentada por los sectores más pobres,
aquellos que no son tomados en cuenta por las políticas gubernamentales,
aquellos que están extraviados en el mapa boliviano. La organización de
carácter social fue creada el 5 de septiembre en Oruro.
Una vez más se constató que la palabra "coordinadora" no sólo preocupa a los
gobernantes y a sus aliados, sino que en forma inmediata moviliza a los
efectivos de la represión, asusta a las transnacionales y a los empresarios,
incomoda a algunos periodistas de medios de comunicación comerciales, pero
también organiza a los sectores populares.
La coordinadora no tiene jefes sino portavoces que, según aclaran,
representan a miles de hombres, mujeres, niños y ancianos que lograron
recuperar su palabra y capacidad de protesta y decisión. En el 2000, a
través de la Coordinadora del Agua y la Vida, se logró perforar el modelo
neoliberal vigente, derrotar a la política gubernamental, expulsar a una
transnacional como Bechtel-Aguas del Tunari y rechazar la privatización del
recurso natural en Cochabamba.
En el 2002, a través del Comité de Coordinación de las Seis Federaciones del
Trópico, se logró rechazar la política antidrogas impuesta por los Estados
Unidos, derogar un decreto supremo que cerraba los mercados legales de
comercialización de coca, derrotar la represión y continuar con las
plantaciones de coca.
En ambas "guerras" -como en el "impuestazo" del Fondo Monetario Internacional
(FMI)- la represión gubernamental fue derrotada por la movilización popular.
A la par de la conformación de la Coordinadora del Gas una columna de
marchistas encabezada por estudiantes de la UPEA y la Central Obrera Regional
(COR) partió desde Caracollo (Oruro) hasta La Paz. Rufo Calle dirigente
campesino y que estuvo sometido a una huelga de hambre junto a 300 líderes
aymaras dijo: "Si el gobierno quiere vender nuestro gas, vamos a llegar a la
sede de gobierno miles, vamos a cercar esa ciudad, como dijo Tupac Katari:
volveré y seré millones".
Días antes, los pobladores de El Alto ya habían mostrado su fortaleza e
iniciaron las acciones de insurrección cuando obligaron a anular una medida
municipal contemplada en el formulario Maya y Paya.
La voz del pueblo
Las movilizaciones por la recuperación de los hidrocarburos se iniciaron el
19 de septiembre cuando casi un millón de bolivianos en todo el territorio
nacional se movilizaron con la consigna: "¡El gas es nuestro, carajo...!".
El gobierno tratando de desacreditar la movilización dijo que se trataba de
apenas el uno por ciento de la población. "Unos 8.000 agitadores, nada más"
en palabras de Goni, y quien sin más ni más ordenó la represión
.
Por órdenes de Sánchez de Lozada y los ministros Kukok y Sánchez Berzaín, los
uniformados primero acribillaron campesinos en Sorata y Warisata, días
después mataron a marchistas mineros en Ventilla, un colonizador que
bloqueaba caminos fue asesinado en San Julián, luego se produjo la masacre en
El Alto, Ovejuyo y Patacamaya donde los uniformados dispararon desde
helicópteros, avionetas y tanquetas contra un pueblo indefenso. La situación
se tornó insostenible.
La Central Obrera Boliviana (COB) declaró la huelga general e indefinida y el
bloqueo de caminos. La medida fue acatada por algunos sectores pero rebasada
por otros. Jaime Solares, el ejecutivo de la COB, señaló: "Si el gobierno
sigue masacrando al pueblo se puede producir una guerra civil. Que paren
esta masacre o nos veremos obligados a responder con los mismos métodos".
A pesar de los muertos y heridos, algunos medios de comunicación comerciales
y ligados al gobierno optaron por priorizar programas de novela, ficción y
presunta defensa de la democracia; mientras otros medios auténticos abrieron
sus emisiones y sus páginas al pueblo. En algunos medios, el pueblo retomó
la palabra no para atentar la democracia sino para perfeccionarla y
reconquistarla aunque las fuerzas represivas del gobierno llegaron al extremo
de dinamitar radios, incautar periódicos y detener y perseguir a algunos
periodistas.
Elmer Gallardo dirigente de la UPEA relató que los vecinos de El Alto fueron
testigos de cómo en algunos vehículos de la prensa e incluso en ambulancias
se transportaban municiones y gases lacrimógenos para que los uniformados
repriman al pueblo.
"Ante las muertes y la masacre, El Alto estaba en pie de guerra. La
violencia nos obligó a formar comandantes de barrio y jefes de calle. Los
compañeros andaban encapuchados y con pasamontañas e incluso ya se había
marcado las casas de los uniformados para tomar medidas extremas", dijo el
universitario en un curso de la Escuela del Pueblo "Primero de Mayo".
Lección de dignidad
La rebelión popular se extendió de El Alto de La Paz a todo el territorio
nacional. Los bolivianos y bolivianas que radican en Argentina, Ecuador,
México, Suecia y otros países, en forma conjunta a activistas sociales de
diferentes partes del mundo, realizaron masivas movilizaciones.
En Caracas, el 12 de octubre, el Encuentro de Solidaridad y Resistencia
Campesina e Indígena condenó la masacre ordenada por el presidente Sánchez de
Lozada y apoyó la lucha del pueblo boliviano.
El virtual estado de sitio del gobierno fue derrotado. Miles de vecinos
levantaron trincheras y barricadas en cada calle, las carreteras y caminos
fueron bloqueados, las plazas eran lugares de combate, las fogatas nunca se
apagaron, las ollas comunes se reproducían aunque con pocos alimentos, los
piquetes de huelga de hambre tomaron las iglesias y las movilizaciones eran
sencillamente impresionantes.
Casi la totalidad del territorio boliviano estuvo paralizado, aunque el
vocero de gobierno insistía que el país estaba tranquilo y que el presidente
no renunciaría.
A la heroica acción de los pobres, se unieron los sectores de la clase media
e incluso alta. Con excepción de la oligarquía cruceña y tarijeña, todos
sumaron voces: "¡Que se vaya Goni!".
El día que renunció el ex mandatario, el pueblo, en el campo y la ciudad,
salió a las calles a festejar la rebelión popular, en un ejemplo de unidad y
una lección de dignidad.
Ante la salida de Goni, asumió la presidencia el periodista e historiador
Carlos Mesa. El nuevo dignatario, con un discurso muy similar al de los
sectores populares, prometió referéndum inclusivo en el tema del gas,
asamblea constituyente, un gobierno sin dependencia partidaria, lucha contra
la corrupción y un gobierno transitorio sujeto a decisión parlamentaria.
En el pueblo boliviano existe incertidumbre pero también esperanza. No por
lo que haga o no haga el nuevo presidente sino por su propia fortaleza.
Varios sectores prometieron tregua. Sin embargo, el gabinete económico dijo
que no se apartará de los mandatos del Fondo Monetario Internacional (FMI),
el nuevo ministro de hidrocarburos señaló que el gas boliviano se debe
exportar hacia Estados Unidos y México porque no puede quedar bajo las
entrañas de la tierra y en las poblaciones productoras de coca del Chapare la
erradicación forzosa sigue creando tensión e incluso muerte.
Mientras diferentes sectores sociales plantearon un juicio de
responsabilidades contra Sánchez de Lozada y sus ministros por la masacre
contra el pueblo boliviano, algunos tomaron medidas concretas como la
ocupación de haciendas, latifundios y centros mineros de propiedad de esa
casta política.
El juicio no se debe limitar a un recuento de los crímenes de lesa humanidad
cometida por el ex mandatario y sus cómplices sino además a daños económicos
registrados por esa administración gubernamental en contra del Estado.
Se conoce, que Goni y sus secuaces fugaron con millones de dólares. Un día
antes de su destitución, Sánchez de Lozada solicitó al Banco Central de
Bolivia (BCB) la suma de 300 millones de bolivianos. Para tapar esos malos
manejos económicos, el ex mandatario emitió el día que renunciaba a su cargo
un último decreto de su vergonzosa gestión que impide a la Contraloría
General de la República asumir injerencia alguna en el tema de los gastos
reservados.
Está en manos del actual presidente y los parlamentarios dejar sin efecto ese
decreto y lograr la captura de Sánchez de Lozada para que responda por sus
crímenes y saqueo al país. Así, la guerra por la defensa del gas se
convirtió en ríos de sangre. Bolivia escribió una nueva página en su
historia. Una página de dignidad, soberanía, lucha y unidad que debe servir
como un ejemplo para otros pueblos...
*Alex Contreras Baspineiro es periodista y escritor boliviano.
https://www.alainet.org/es/active/5472?language=es
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