Comenzó el proceso de elección presidencial en USA con la realización de las primarias en Iowa por parte del partido Demócrata, para elegir el candidato que enfrentará al presidente George W. Bush, quien buscará su re-elección a nombre del partido Republicano; el triunfo en las mismas fue para el senador John Kerry, considerado un candidato de centro, partidario de la guerra contra Irak, aun cuando posteriormente formuló reparos a la política de reconstrucción; el favorito exgobernador Howard Dean, duró crítico de la guerra de Irak y considerado más de centro-izquierda, se situó en tercer lugar. Este proceso termina la primera semana de junio con las últimas primarias y la convención Demócrata será a finales de julio, para proclamar formalmente el candidato del partido. El sistema electoral norteamericano es particular, se eligen de manera indirecta tanto en las internas de cada partido como en la propia elección presidencial; en las primarias de cada partido en los diferentes Estados de la Unión, escogen delegados que posteriormente van a elegir, junto con otro grupo de delegados –que corresponden al aparato político del partido, gobernadores y legisladores federales- al candidato presidencial, que se enfrentará el 2 de noviembre a los otros candidatos. Aunque hasta ahora han predominado los candidatos de los dos grandes partidos, el Demócrata y el Republicano –de hecho varios críticos consideran que el sistema está diseñado para que triunfen siempre uno de los candidatos de estos dos grandes partidos-. Ahora bien, la elección presidencial norteamericana cada vez interesa más a todo el mundo, no sólo porque se trata de la gran hiperpotencia global, como la denominó un excanciller francés, sino porque lo que suceda en este gran país afectará de una u otra manera a todas las sociedades. Sin embargo, es probable que los cambios, - en política exterior y especialmente en la política de seguridad y defensa- independiente de quien sea el nuevo presidente norteamericano a partir del 2005, sean menos drásticos de lo que podrían esperarse de un hipotético triunfo demócrata. Si bien los demócratas parecen tener una mayor tradición de tipo integracionista y multilateral en el ámbito internacional y los republicanos más aislacionistas y unilateralistas en su acción, como lo señala Henry Kissinger en ningún momento de su historia los Estados Unidos han participado en un sistema de equilibrio del poder; la realidad es que la política norteamericana está en buena medida asociada a su inmenso poder militar y la propensión al uso de la fuerza derivado del mismo –como lo anota Robert Kagan-. Es por eso que políticas como la ´guerra contra el terrorismo global', y las medidas derivadas de seguridad en el ámbito interno, que han sacrificado libertad a cambio de seguridad, difícilmente se van a modificar sustancialmente. El analista francés Bruno Colson anota que las Estrategias americanas de seguridad, -antes de la del 2002-, se fijan siempre los mismos tres objetivos: reforzar la seguridad de Estados Unidos gracias a una diplomacia eficaz y a fuerzas militares listas a combatir y a ganar, promover la prosperidad interior y estimular la democracia en el mundo. En general todos los Presidentes norteamericanos tienden a combinar un discurso idealista y una acción claramente realista. Como lo menciona el analista europeo Xavier Batalla: George W. Bush, al igual que hiciera su padre, el presidente George Bush, durante la guerra del golfo, en 1991, ha recuperado la retórica idealista de Woodrow Wilson y la utiliza reiteradamente... habla como un idealista partidario de Wlson, cosa que en Estados Unidos no es excepcional, pero parece actuar con el realismo de Theodore Roosvelt; el del 'gran garrote', anotamos. Entonces, es fundamental seguir este proceso electoral, pero no hacerse ilusiones de grandes transformaciones, son más probables pequeños cambios increméntales. * Alejo Vargas Velásquez. Profesor Universidad Nacional