Economía auspiciosa pero con pobreza

28/08/2003
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El mes de agosto comenzó con buenos anuncios para el gobierno del presidente Kirchner. Las primeras planas de los principales diarios del país anunciaron con grandes titulares una baja importante en el índice de desempleo y de subocupación, con un aumento interesante en el empleo formal y en la búsqueda de nuevos trabajadores a través de los avisos clasificados tradicionales y en las páginas de Internet dedicadas al rubro. Las cifras dadas a conocer por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC), marcaron con claridad que de 21,5% de desempleados en mayo de 2002 se había pasado a 15,6% en mayo de 2003. En un año, la desocupación había bajado un 5,9%. La caída en el índice de desocupación permitía pensar también que la peor crisis por la cual había atravesado el país en décadas estaba siendo superada. No obstante, la situación no da para grandes festejos. La subocupación continúa siendo alta. Las personas que no encuentran trabajo por más de 35 horas semanales llegan al 18,9% de la población económicamente activa. O sea que en total, unas 4 millones 830 mil personas entre desocupadas y subocupadas continúan con problemas de inserción laboral en Argentina. A ello se suma que un 49,7% de las personas consideradas como nuevas ocupadas en realidad están recibiendo el subsidio social conocido como Plan Jefes y Jefas de Hogar, que ha servido para contener y proveer de un sustento básico a miles de familias en todo el país, pero que en la actualidad genera serios cuestionamientos, por crear situaciones de clientelismo político y de corrupción administrativa. Tampoco son auspiciosos los índices de pobreza e indigencia. Si bien disminuyeron en relación a 2002, continúan siendo altos: 54,7 y 17,9% respectivamente. Si bien, las estadísticas dicen que entre octubre del año pasado y mayo de este año 950 mil personas dejaron de ser pobres, el guarismo continúa siendo preocupante, ya que más de la mitad de la población argentina, casi 19 millones de personas, continúa viviendo en una situación de exclusión del acceso a los bienes más elementales. Según estudios de consultoras privadas, fue justamente la población más pobre la que sufrió con mayor impacto la salida de la convertibilidad con el consecuente aumento de los precios de los alimentos básicos, en su mayoría basados en la harina de trigo y en la producción de carne y lácteos, que rápidamente ajustaron sus valores a la nueva cotización del dólar y a los precios vigentes en el sector del comercio exterior. De este modo, como los más pobres destinan la mayor parte de sus ingresos al consumo de alimentos, vieron seriamente afectada su ya magra economía. La creación de empleos genuinos en un año alcanzó a 615 mil puestos de trabajo y permitió que la tasa de desocupación bajara tanto en la población masculina como en la femenina. Los desempleados varones disminuyeron de un 23,2 al 17,1% y las mujeres sin ocupación del 20,1 al 15,4%. Sin embargo continúa siendo alta la desocupación entre los más jóvenes, que no disminuyó sino que aumentó del 46,1 al 51,2%, encendiendo una luz roja en la ya delicada situación de decenas de miles de jóvenes, principalmente de los estratos medios y bajos, que no trabajan ni estudian y cuya futura inserción en el campo laboral se manifiesta incierta. Las cosas también son difíciles para los que han estudiado y obtenido títulos universitarios. Uno de cada cuatro desempleados se ha graduado en una universidad argentina y no encuentra un empleo acorde con su capacitación y, en muchos casos, gana su sustento en la economía informal. Se calcula que alrededor de un millón y medio de trabajadores se desempeñan en empleos informarles, conocidos aquí como "trabajo en negro", porque no hacen ningún tipo de aportes a las cajas de seguridad social ni pagan impuestos ni tampoco cuentan con ningún beneficio social, como vacaciones pagas o seguros de salud. Pero quizá lo que más llama la atención de los últimos índices económicos conocidos es la brutal transferencia de ingresos hacia los sectores más ricos de la población. En una medición realizada en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, que además goza de uno de los índices de desocupación más bajos del país, con un 11,5%, se constató que el 10% más rico de la población gana en la actualidad 195 veces más que el 10% más pobre, cuando 10 años atrás, en 1993, esta cifra era de 32,9. El estudio que realizó la consultora Equis, sobre datos del INDEC, y que fue publicado por el matutino "La Nación" no deja lugar a dudas de quienes fueron los beneficiarios del sistema económico neoliberal que se adueñó del país en la última década. En cuanto a datos generales sobre este tema medidos en todo el país, las estadísticas señalan que un 40% de la población con trabajo recibe el 12,6% de los ingresos, mientras que al 20% más rico le corresponde el 53,3%. A esto se agrega el aumento del empleo precario, donde se suceden largas jornadas de trabajo, inseguridad laboral y bajos salarios. No obstante, la baja en los índices de desocupación también va acompañada por un promisorio crecimiento de la economía. Sólo en el mes de mayo este crecimiento fue de un 7,1% respecto a un año atrás y en los primeros cinco meses, la economía creció un 6,1%. Los rubros que más crecieron fueron los de la construcción (22%), industria manufacturera (14,9%) y comercio mayorista y minorista (10,9%). Pero tanto los economistas del gobierno como los de entidades especializadas privadas se mantienen cautelosos con estas cifras. En general, consideran que reflejan la actividad generada por la devaluación y la sustitución de importaciones. Hay quienes consideran que la recuperación se continuará dando a un ritmo más lento y otros sostienen que la economía argentina entrará en una suerte de meseta. No obstante, la mayoría coincide en que la economía del país tendrá este año un crecimiento de entre el 4,5 y el 5,4%, cifra exitosa si se quiere para un país al que lo último que se le pronosticaba era una recuperación aliviada de tanta crisis.
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