<i>Energumĕnus universitatis sine magistrorum et scholarium</i>
14/07/2012
- Opinión
La opinión pública uruguaya se vio conmovida desde el pasado jueves por la publicación de un reportaje a la futura rectora de la Universidad de Montevideo (UM), Dra. Rovira, a punto de asumir su función, en el que exhibió una indudable furia homofóbica. El impacto de su alarde discriminatorio resultó alto y diverso, excediendo el ámbito local para expresarse más allá de las fronteras orientales. Se potenció además por el hecho de ser la primera mujer que alcanzaría esa responsabilidad en la historia universitaria del país. Lo refleja en parte la profusión de artículos informativos en la prensa en general, en los medios audiovisuales, e inclusive un oportuno editorial crítico de este diario en la edición de ayer. También acciones más originales y pintorescas, como la pacífica marcha de la “chuponeada masiva” convocada por el colectivo “Ovejas Negras” que culminó en las puertas de la UM con besos entre los participantes de todas las orientaciones posibles y la entrega de tréboles de cuatro hojas.
Sin embargo no estoy sorprendido. La guerra cultural e ideológica contra la discriminación recién empieza, lleva segundos en la escala temporal histórica y quedan miles de batallas por librar no sólo contra los explícitamente discriminadores, como la rectora preungida, sino también contra las huellas discriminantes y los prejuicios hacia toda otredad (no exclusivamente de género o preferencias sexuales) que todos nosotros portamos en esta prehistoria de la civilización en la que nos ha tocado en suerte vivir nuestra contemporaneidad. No es el primer caso, ni será el último de universitarios homofóbicos o ideológicamente violentos. Más aún, la reporteada está en todo su derecho de tener esa o cualquier concepción sobre el mundo, la vida o lo que quiera y de expresarla y defenderla con plena libertad. Lo monstruoso es que a esa filosofía la reconozca como fundante de una institución (¡universitaria!) que la aplica concretamente cuando de seleccionar a sus profesores se trata. Inferimos además que el mismo criterio emplea para con sus autoridades, como surge tautológicamente del hecho de que ha sido seleccionada para ejercer la rectoría. Desconocía la existencia de esa universidad, como en general desconozco las privadas hasta de mi propio país. Siempre trabajé en la universidad pública. Tomo conocimiento a partir de este episodio de que es una institución del Opus Dei y que habría en Uruguay otras universidades confesionales. No se me escapa que muchas universidades se desarrollaron a partir de las escuelas catedralicias y monásticas, pero eso fue en el siglo VI y ciertos procesos de producción y circulación del conocimiento han cambiado algo desde entonces. Aunque tardíamente, va llegando la modernidad a nuestras costas. Los roces y desavenencias en la relación que la jerarquía eclesial ha mantenido y mantiene con el conocimiento y la modernización induce a la sospecha de que estas declaraciones exceden el simple exabrupto o la furia y alboroto que define al energúmeno. Pero acá no se trata de un personaje en particular, ni siquiera de una institución, sino de una falla incorregible del sistema educativo (no exclusivamente superior) tal como está, que los gobiernos progresistas deberían debatir y encarar a fondo.
Por tal razón creo muy valorable el propósito del colectivo Ovejas Negras de iniciar acciones judiciales por violación al código penal que establece penas para quienes protagonicen actos de violencia moral o física, de odio o de desprecio, contra una o más personas en razón de la “orientación o identidad sexual”, por su carácter aleccionador. Sin embargo difiero respecto al sujeto a denunciar, además de considerar que debería ser el Estado el que interponga la demanda de oficio. La persona física, la Dra. Rovira, pretende justificar en sus respuestas la discriminación ya efectuada en la elección de los profesores actuales. No se refiere a sus propósitos de gestión para cuando asuma. Habla en consecuencia del criterio, que a la vez comparte, de selección de profesores que la persona jurídica “UM” ha venido aplicando. Quién ha discriminado y discrimina es la UM, no la rectora que sólo intenta justificarlo. El posterior comunicado oficial de la UM no desmiente esta aseveración.
En la entrevista la Dra. Rovira tiene el mérito de ser precisa y coherente, dejando en claro que sus principios se fundan en una filosofía y una práctica institucional desde las que articula su discurso. Sostiene por ejemplo que “la visión que tiene la universidad es la misma que tiene la Prelatura del Opus Dei” subrayando que “quiere transmitir a los alumnos una visión de la persona con un sentido trascendente”. Desde esa posición pontifica que “la naturaleza humana somos hombres y mujeres, y la diferenciación de sexos es de la naturaleza, biológica y determinante. Que haya anomalías, las hay. También hay tréboles de cuatro hojas”. La designada rectora aseguró que “obvio que juega” a la hora de designar docentes si este es homosexual porque “no solamente tiene que enseñar en el aula sino que es un referente”. “Lo que les pedimos a los profesores es cierta adhesión a la misión de la UM y esa visión no es única y exclusivamente para gente católica. Pero que los profesores deben respetar lo que la universidad entiende “que es lo genuino desde el punto de vista de la naturaleza humana”.
Un artículo de Jorge Majfud discutió hace un tiempo la concepción del arzobispo mexicano Chedraui quién para oponerse al matrimonio igualitario preguntó “¿vio alguna vez un animal, un perro teniendo relaciones sexuales con otro perro del mismo sexo?”. La fina ironía del autor concluye que lo que no ha visto nunca fue a ningún animalito de Dios practicando el celibato por voluntad propia. “Los animales no son seres humanos y no podemos comparar. Los humanos son superiores porque practican el celibato, la castración, la persecución de brujas y todo tipo de anormales, siempre en nombre de la buena moral. Cuando no en nombre de Dios”.
El comunicado posterior de la UM, que firman conjuntamente la propia futura rectora cuestionada y el actual rector, reitera mucho más de lo que desmiente. Por un lado pide disculpas a quienes se hayan sentido agraviados por las declaraciones, que es la estrategia que en su momento eligieron con éxito, por ejemplo, los abogados del técnico de la selección uruguaya, Fosatti, cuando debió enfrentar una demanda por haber declarado que no admitiría jugadores gays, zafando de este modo la condena. Pero por otro reitera la existencia de una “misión” específica de esa institución y de “valores” de los que se desprendería la orientación sexual excluyente a la que se refirió públicamente la propia firmante. Ni una palabra sobre excelencia académica, investigación científica o producción de conocimiento crítico, ni cómo lograrlos. Pareciera que la UM es un enseñadero cuya única “misión” es la formación de heterosexuales adultos. “La contratación de un docente es el resultado del acuerdo entre la UM y el interesado, basado en los valores establecidos en la misión universitaria”, dice el comunicado. Me pregunté al leerlo ¿no hay concursos públicos y abiertos? ¿No hay dictámenes públicos de jurados fundamentando la contratación? ¿Los contratados no están incorporados a un sistema de categorización (o como se lo llame) homogéneo y común del sistema científico o universitario nacional? ¿Es por tanto un contrato totalmente privado, como parece indicar el comunicado, basado en un acuerdo en “valores” y “misión” de la institución aprobado o rechazado por el simple gesto del dedo patronal-confesional? ¿Cómo se llegó entonces a la elección de la propuesta rectora, cuyos antecedentes académicos no parecen descollar? Todo indicaría que por lealtad a su congregación patronal.
El periodista uruguayo Luis Casal Beck publicó en su facebook un enlace que recoge fragmentos del libro "El peso de la cruz. Opus Dei en Uruguay" del diputado del conservador partido colorado Fernando Amado que sostiene que la Dra. Rovira es directora de la “Residencia Universitaria del Mar” cosa que implica que vive en una residencia femenina del Opus Dei, pero es a la vez “numeraria” que sería algo así como una full time del Opus Dei. “Llevan una rutina espiritual muy exigente y disciplinada. Son quienes dentro del Opus Dei practican la mortificación corporal. Usan diariamente el cilicio -cadena de alambres punzantes- en la pierna, durante alrededor de dos horas. También se autoflagelan con una disciplina -pequeño látigo-, una vez a la semana, mientras rezan una oración”. Otra numeraria comenta que lo hacen porque “hay mucho pecado en el mundo y hay que encontrar la manera de desagraviarlo. Ha sido cosa de toda la vida en la Iglesia tradicional ofrecer alguna mortificación corporal, en el sentido de ese desagravio que hay que ofrecer”.
La anécdota excede a la Dra. Rovira. Una institución así es prereformista y hasta premoderna. La histórica reforma universitaria del ´18 que en 5 años cumplirá un siglo y que ha revolucionado la educación superior del mundo entero, incluyendo la uruguaya, se hizo, entre otras razones, para combatir el oscurantismo, el feudalismo académico y la ausencia de meritocracia y pluralismo. Aún si el Estado se ve obligado a convivir con la educación privada porque se ve superado para garantizarla por sí mismo, no puede renunciar a velar por la aplicación de los principios reformistas básicos en todas las instituciones.
Y es premoderna porque niega el laicismo, la diversidad y confrontación cognitiva que fue nutriendo la universidad moderna, a la vez que masificándola. Un primer signo de esa modernización en el feudalismo tardío fue la introducción de las lenguas corrientes (nuestros actuales idiomas) en detrimento del latín que las élites ilustradas conservadoras preservaban como signo de distinción, discriminación y exclusión.
A la UM sólo le faltará resucitar esa lengua muerta.
- Emilio Cafassi, profesor titular e investigador de la Universidad de Buenos Aires, escritor, ex decano.
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