Hay muchísimas razones por las cuales la mayoría de los latinoamericanos, y también los europeos que están siendo avasallados por la oligarquía financiera, deben sentirse reconfortados y optimistas por el resultado de la elección en Venezuela, que da un nuevo mandato al Presidente Hugo Chávez para proseguir la revolución bolivariana, la construcción de una democracia participativa y de un modelo socioeconómico alternativo al neoliberalismo.
Y también está la satisfacción de ver que la mayoría de los venezolanos manifestaron su decisión de seguir, a pesar de las campañas de propaganda que generan los medios de comunicación en manos de los sectores más reaccionarios, recuperando toda su historia para continuar construyendo una nación que se inscribe en el ideal fraternal y solidario que nuestros libertadores imaginaron para Nuestra América, y que hoy se materializa en el proceso de integración de la región.
Sin duda este triunfo de Chávez “en las inmaculadas elecciones presidenciales venezolanas”, como dice el respetado colega Aram Aharonian (1) aviva el proceso integrador de la región mientras da aliento “para aquellos que en Latinoamérica y el mundo buscan salida a la crisis del neoliberalismo: sí se puede luchar contra el capitalismo”.
Pero ante todo un poco de realidad
La Unión Europea (UE) está en recesión, el desempleo es masivo y la pobreza se extiende, y las perspectivas para el 2013 son más que sombrías. En Estados Unidos (EE.UU.) el crecimiento plafonó, y el desempleo y subempleo es más de dos veces superior a la tasa oficial de cesantía (2).
El FMI acaba de dar a conocer sus previsiones de crecimiento económico a nivel mundial para el 2013, que el portal eurointelligence.com califica de “panorama lúgubre”, especialmente para la zona euro (ZE): Son las “economías avanzadas”, que en el 2012 crecerán 1.3 por ciento y en el 2013 apenas 1.5 por ciento, las que deprimirán el crecimiento económico mundial, y en el caso de la ZE, según el FMI, habrá un retroceso de 0.75 por ciento en el segundo trimestre, o sea una recesión, y se anticipa un crecimiento nulo para el primer semestre del 2013.
Wolf Richter, hombre de negocios de San Francisco que regularmente colabora en el portal “Testosterne Pit” (3), comenta la trágica situación en España, las cotidianas manifestaciones de protesta contra los programas de austeridad que el gobierno de Mariano Rajoy está aplicando con ferocidad, y subraya que el 77 por ciento de la población apoya a los manifestantes, y que el 84 por ciento tiene “poca o ninguna confianza” en el gobierno.
Y cita a Jan Zijderveld, director de las operaciones europeas de la transnacional Unilever -la tercera compañía productora de artículos de consumo popular en el mundo-, quien dijo que “la pobreza está retornando en Europa”, y que por eso Unilever desplegará en Europa “lo que funcionó en los países pobres del mundo en desarrollo”.
En EE.UU., donde el FMI pronostica un crecimiento de 2.1 por ciento en el 2013 (frente al 2.2 por ciento en el 2012), los estímulos monetarios de la Reserva Federal no logran sacar a la economía de ese bajo crecimiento que es visto por algunos economistas como “la nueva normalidad”.
Una “normalidad” que se caracteriza, como dice Gar Alperovitz, profesor de Economía Política en la Universidad de Maryland, por una concentración de la riqueza que tiene ribetes medievales: las 400 personas que están en el tope de la pirámide de ingresos en EE.UU. poseen ahora una riqueza superior a la de los 180 millones de estadounidenses que forman la base de la pirámide (4).
En una alocución en Seattle, el 3 de octubre pasado, Alperovitz enfatizó que “ese es una cifra medieval, y no retóricamente”, añadiendo seguidamente que la sociedad medieval estaba estructurada por la propiedad de la riqueza, en ese caso la tierra. De una u otra manera –según Alperovitz-, todos los sistemas funcionan sobre la base de la propiedad. Y en el caso del sistema capitalista actual ”la concentración de la propiedad es extrema, y sigue empeorando”.
Y para terminar este rápido paso por la realidad del mundo neoliberal, de la dictadura del mercado en los países centrales del sistema, está el comentario de Martín Wolf, un respetado (y conservador) economista que escribe regularmente en el Financial Times, y que esta semana retomó un interesante análisis de Robert Gordon, profesor de ciencias sociales y de economía (5), quien plantea la hipótesis de que ya se agotó el potencial de la tercera revolución industrial”, la revolución de la informática, y que debe contemplarse la posibilidad de que el capitalismo no vuelva a conocer las tasas de crecimiento del pasado.
La subversión en marcha
Desde la destitución por la fuerza del Presidente hondureño Manuel Zelaya, en el 2009, asistimos en Latinoamérica a una nueva ofensiva de Estados Unidos y sus aliados -en particular Canadá-, para desalojar a los gobiernos democráticamente electos e instaurar regimenes neoliberales favorables a las grandes empresas extractivas (sector petrolero y la minería en general) y dispuestos a aceptar la presencia de bases militares estadounidenses en sus territorios.
El nuevo “modo operativo” de la subversión, que combina el uso de la presión política, diplomática y militar estadounidense y de sus aliados, junto al cabildeo y el chantaje de las transnacionales del sector extractivo, tiene un poderoso aliado en los concentrados medios de comunicación que amplifican las protestas sectoriales, silencian la voz del pueblo y crean las condiciones, como fue en el caso de Honduras y recientemente en Paraguay, para dar golpes de Estado mediante los mecanismos institucionales.
Como analiza Edgardo Mocca en Página/12 (6), el caso de las recientes protestas por cuestiones salariales del personal de la Gendarmería y la Prefectura (policías militarizados) en Buenos Aires, que no cesaron después que fueron satisfechas las reivindicaciones originales y fueron “amplificadas sin límites” por los medios de comunicación concentrados en pocas manos, “no puede dejar de activar un alerta muy profundo entre quienes queremos vivir en democracia”.
Mocca escribe que “no hay, efectivamente, una asonada militar en marcha. Pero, claro, tampoco la hubo hace poco en Paraguay ni en Honduras en 2009. Tampoco la insubordinación policial en Ecuador de 2010 ni las más recientes en Bolivia tuvieron esa forma clásica. Pero la fijación del análisis en las formas impide pensar las tensiones y las amenazas a nuestra democracia, tal como se expresan actualmente. Cuando hablamos de amenazas, nos referimos concretamente a las estrategias de los grupos concentrados de poder para someter fácticamente al poder constitucional a sus designios, para enfrentarlo en la medida en que no puedan someterlo y, eventualmente, para derribarlo. Finalmente, el golpe de Estado, como lo hemos conocido, no es sino una forma histórica de esas estrategias”.
La oligarquía en acción
Lo que Mocca describe como sometimiento fáctico del poder constitucional a los grupos concentrados de poder, o sea eliminar la democracia o convertirla en un simulacro electoral para mantener el estatus quo, no es una estrategia de “toma del poder” limitada a los países latinoamericanos.
Oligarquía, según el Diccionario de la Lengua Española, tiene tres definiciones: 1. Gobierno de pocos; 2. Forma de gobierno en la cual el poder supremo es ejercido por un reducido número de personas que pertenecen a una misma clase social; 3. Conjunto de algunos poderosos negociantes que se aúnan para que todos los negocios dependan de su arbitrio.
Las tres definiciones reflejan fielmente el estado de la situación actual en el mundo capitalista avanzado, desde EE.UU. hasta la UE, pasando por Gran Bretaña, Australia, Canadá y Japón, y ahora el imperialismo las trata de aplicar en América latina. ¿Cómo llegamos a esto?
En países como EE.UU. la “toma del poder” por los ricos que constituyen la presente oligarquía comenzó hace varias décadas (7) y se manifiesta por el control de las instituciones estatales, en particular la Corte Suprema federal -mediante la nominación de jueces ultraconservadores para una interpretación de la Constitución siempre favorable a los intereses dominantes-, y todo el sistema judicial.
La concentración de los medios masivos de comunicación en manos de intereses vinculados o pertenecientes a esa oligarquía juega un papel clave en todos estos procesos. Eso puede constatarse en América Latina como en EE.UU. y el resto de los países del “capitalismo avanzado”.
Dos mil millones de dólares provenientes en gran parte de esa oligarquía han sido gastados en la primera parte de la actual campaña electoral estadounidense, y probablemente la suma alcanzará o superará los cuatro mil millones de dólares, que en su mayor parte irán a parar a las concentradas cadenas de radio y televisión.
De esta manera, metódicamente y apropiándose de las instituciones, de los medios de comunicación y los centros de educación universitaria para formar sus cuadros, de los partidos políticos a través del financiamiento de los candidatos, entre otros aspectos más, esta oligarquía rentista impuso la “dictadura del mercado”, de las finanzas.
Y se trata bien de una dictadura a la cual, como muestra el caso de la UE, no escapan los gobiernos electos, que deben seguir el dictado de los tecnócratas que dirigen las instituciones, en especial el Banco Central Europeo, so pena de ser reemplazados, como se vio en Grecia e Italia, por tecnócratas al servicio del mercado.
Este proceso explica el anquilosamiento del sistema político en EE.UU. y demás países del “capitalismo avanzado”, el estado moribundo de la democracia y la cada vez más feroz represión policial contra quienes protestan contra la dictadura del mercado.
Hay que preservar la democracia
Como se ha visto en la elección del domingo pasado en Venezuela, en ese país la democracia goza de buena salud. Lo mismo puede decirse de la democracia en Argentina, Bolivia, Ecuador y otros países que han emprendido caminos similares, pero hay que ser vigilantes, fortalecer y profundizar esos procesos y no ignorar las amenazas que pesan sobre esos países.
Para muestra de que la amenaza existe basta ver las reacciones de los medios de prensa en Francia que reflejan los intereses de la oligarquía local y global. El lunes 8 el diario Le Figaro publicaba un “análisis” de Pierre Rousselin titulado «Chávez podría no terminar su nuevo mandato”, enfatizando que “tampoco hay certitud de que podrá escoger a su sucesor”, lo que apunta a que una contrarrevolución es posible. Y mientras tanto el martes 9 el diario de negocios Les Echos publicó tres “análisis” y comentarios con los siguientes y sugestivos títulos: El gran estropicio petrolero en Venezuela; Hugo Chávez, el Mussolini de los trópicos; Hacia el reforzamiento de su poder personal.
Como podemos ver a la oligarquía y a sus representantes mediáticos no les interesa en lo más mínimo que las elecciones venezolanas hayan sido inmaculadas y que el pueblo dio mayoritariamente otro mandato a Chávez. No era eso lo que querían y por eso siguen adelante con sus estrategias, como escribía Mocca, “para someter fácticamente al poder constitucional a sus designios, para enfrentarlo en la medida en que no puedan someterlo y, eventualmente, para derribarlo”.
La Vèrdiere, Francia.
- Alberto Rabilotta es periodista argentino - canadiense.
4.- Gar Alperovitz: Systemic Crisis, Politics as Usual, nakedcapitalism.com, 8 de octubre 2012.
7.- El acta de nacimiento del neoliberalismo?