Ganando de una derrota

30/03/2004
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La Revolución venezolana cuenta con el más amplio e incondicional respaldo del pueblo, tal como se demostró, por ejemplo, el 13 de abril de 2002. Sobre la base de este inmenso respaldo, el Presidente de la República ha llevado adelante importantes planes sociales que han requerido de la participación masiva del pueblo. Es así como podemos exhibir, orgullosamente, cifras como la de 1.145.000 (un millón ciento cuarenta y cinco mil) compatriotas certificados como alfabetizados por la Misión Robinson. También se puede hablar de las más de 15 millones de consultas médicas realizadas con la misión Barrio Adentro, hazaña sólo posible si se cuenta con la participación efectiva de la inmensa mayoría de los venezolanos. Ejemplos sobran de este apoyo a la Revolución. Pero, la Revolución no es soplar y hacer botella. Lo ocurrido este viernes 26 de marzo, cuando la Junta Nacional Electoral, a través del Rector Jorge Rodríguez, anunció los resultados de la recolección de firmas contra diputados de la oposición, fue el anuncio de un rotundo fracaso. Este fracaso se expresa en el hecho de que sólo se recogieron firmas suficientes contra el diputado Nelson Ventura y contra el diputado Salomón Centeno (en este caso apenas por una firma). Son especialmente significativos los casos de los diputados Felipe Mujica, Alejandro Armas, José Luis Farías, Julio Montoya, Ernesto Alvarenga, Luis Salas, Carlos Ocariz y Leopoldo Martínez. Para estos diputados, el número de firmas entregadas fue menor que el número de firmas necesarias para lograr la convocatoria de sus referendos revocatorios. Es decir, que ni siquiera con los reparos es posible alcanzar la cifra que permita revocarlos. Pareciera esto indicar que dichos diputados cuentan con un respaldo de parte de los circuitos electorales para los que fueron electos. Si esto es así, el trabajo a realizar en dichos circuitos va a ser muy duro. Para otros diputados como Alfonso Marquina, Rafael Marín o César Pérez Vivas, entre otros, es posible alcanzar la cifra necesaria para convocar el referendo revocatorio siempre que se logren reparar las firmas necesarias. Por eso afirmamos, nuevamente, que la Revolución no es soplar y hacer botella. Los resultados obtenidos de la recolección de firmas no son congruentes con el número de votantes y simpatizantes que se manejan públicamente que están a favor del proceso. Tampoco son coherentes con los primeros párrafos de este artículo en donde se señala de manera categórica que la Revolución cuenta con el respaldo mayoritario del pueblo venezolano. Entonces, ¿por qué no se alcanzaron las cifras necesarias para poder convocar los revocatorios de mandatos de todos los diputados? La respuesta no hay que buscarla en la participación del pueblo. Su cuota de responsabilidad fue cubierta al acudir masivamente a votar. La responsabilidad está en quienes se encargaron de organizar el proceso de recolección de firmas. Hay que decirlo abiertamente: la desorganización, la falta de preparación, la irresponsabilidad, exceso de confianza y la ausencia de controles impidieron que se pudiera llevar a cabo, de manera impecable, la recolección de las firmas. Es cierto que quienes organizaron el proceso de recolección de firmas se encontraron ante un evento completamente nuevo para el que no había experiencia previa. Sin embargo, si se revisan las planillas que físicamente se encuentran en el CNE, se podrá observar que los errores se deben más a los factores que señalamos, asociados al desorden, que al carácter nuevo del proceso. Si aprendemos la lección, debemos trabajar para que el proceso de reparos esté exento de los errores presentes en la recolección de firmas. Sin embargo, se deben encontrar las responsabilidades en las fallas del proceso de recolección de firmas y tomar los correctivos necesarios. No se trata ahora de empezar una cacería de brujas, sino de identificar el problema para no repetirlo ahora que se inicia el proceso de reparos. Debemos aprovechar que los resultados han sido también, una muestra de la transparencia y de la rectitud con la que ha trabajado el CNE. La honestidad de los resultados del CNE es una consecuencia del rescate de los valores y de la moral que se ha conseguido gracias a la Revolución. Por último, es importante resaltar que de un fracaso podemos aprender mucho para avanzar. Se perdió una batalla pero la guerra está ganada, siempre que contemos con la participación mayoritaria del pueblo. Nuestra guerra no debe estar enfocada a sacar más votos o a ganar más puestos de gobierno. Nuestra guerra debe estar orientada a crear una nueva moral, la moral del revolucionario.
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