El reto de reducir la vulnerabilidad ambiental con justicia social

29/10/2012
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Una vez más, Haití fue víctima de un fenómeno natural que se convirtió en desastre social.
 
El huracán Sandy que pasó sobre el país la semana pasada, del 24 al 25 de octubre, dejó un triste balance: 51 muertos, 15 personas desaparecidas y cerca de 20 heridos, según las últimas cifras que comunicaron ayer domingo las autoridades nacionales.
 
Los departamentos ubicados al oeste y al sur del país fueron los más afectados por las ráfagas de vientos violentos acompañadas de fuertes lluvias torrenciales que se abatieron sobre estas zonas. Sólo en el departamento del Oeste, cuya capital es Puerto Príncipe, se registraron más de 20 muertos. Mientras que en el departamento del Sur se reportaron 18 muertos.
 
Las pérdidas materiales han sido también importantes. Varias carreteras fueron cortadas, muchos puentes rotos e innumerables desastres en la agricultura. Aún no se ha publicado ningún informe oficial sobre la evaluación de dichas pérdidas materiales.
 
El Gobierno haitiano anunció el desbloqueo de fondos equivalentes a más de 8.3 millones de dólares para realizar labores de emergencia y reconstrucción. Las autoridades haitianas ya empezaron a distribuir alimentos y otros productos a personas y familias damnificadas en algunos barrios pobres de la capital haitiana.
 
Pero, ¿cuántas familias damnificadas van a tener acceso a la ayuda humanitaria? ¿Por cuánto tiempo? ¿Habrá transparencia en el manejo de dichos fondos? ¿Hasta cuándo se va a solucionar de manera definitiva el problema de vivienda en el país? ¿Los desplazados están condenados a vivir de manera permanente en los campamentos?
 
Como era de esperarse, dadas las extremas condiciones de vulnerabilidad en las que viven, los aproximadamente 400 mil desplazados haitianos que siguen viviendo aún en campamentos fueron duramente golpeados por el huracán. Sus tiendas han sido deterioradas por el paso del tiempo; la falta de saneamiento, agua potable y canalización en los campamentos, y la exclusión de la que han sido víctimas desde el 12 de enero de 2010 contribuyen a aumentar su vulnerabilidad ante los fenómenos naturales. La epidemia de cólera representa una gran amenaza para ellos.
 
En un informe sobre los impactos del huracán Sandy, los Jesuitas de Haití nos presentan un panorama de la situación de las personas desplazadas que viven una situación muy difícil en los campamentos:
 
“En base a las visitas que hicimos en los campamentos, observamos que sólo en el campo de Automeca, el más afectado por el huracán, siguen viviendo 1.307 familias. En general, todas las tiendas están en malas condiciones, ya no pueden resistir casi nada. Se ha notado que varias de las tiendas fueron desbaratadas completamente por los fuertes vientos y muchas otras dejan pasar el agua de la lluvia como si fuera un colador. En dichas tiendas, las personas se quedaron de pie sin poder dormir porque sus camas y otras posesiones suyas se mojaron y hay mucha humedad dentro de las tiendas. Los casos más graves que hemos registrado son los de las mujeres embarazadas, los niños y las personas mayores; por ejemplo, el SJR y el comité del campo de Automeca, hemos censado alrededor de 21 casos graves de tiendas que necesitan una intervención rápida.”[1]
 
Los desastres sociales provocados de manera cada vez más exponencial por los fenómenos naturales en Haití, tales como el huracán Sandy, plantean la necesidad urgente, para el Estado haitiano y la llamada comunidad internacional, de incluir en la agenda de la reconstrucción el tema de la prevención de los riesgos y desastres mediante estrategias eficaces de comunicación y educación y, sobre todo, a través de políticas públicas orientadas a la promoción de la justicia social y a la reducción de las desigualdades.
 
Sólo así se puede reducir de manera significativa la vulnerabilidad de los más excluidos, por ejemplo las personas desplazadas y los pobres, en un país expuesto a todo tipo de eventos naturales: terremotos, fenómenos hidrometeorológicos, etc.
 
¿Hasta dónde los desastres sociales por razones medioambientales son más producto de las históricas catástrofes sociales tales como la exclusión, la desigualdad, la injusticia, la corrupción, la irresponsabilidad de los gobernantes y serias fallas en el modelo de cooperación internacional, que de los fenómenos naturales en sí mismos?
 
Wooldy Edson Louidor, Servicio Jesuita a Refugiados para América Latina y el Caribe (SJR LAC)
 
https://www.alainet.org/es/active/59209
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